Los dos debates - 30 de Enero de 2022 - El Tiempo - Noticias - VLEX 884199754

Los dos debates

Está demostrado lo poco probable que es que un debate presidencial logre cambiar la opinión ya formada del elector. Por lo general, están llenos de lugares comunes y es muy poco lo novedoso que logra captar el espectador. Solo hay cuatro elementos capaces de incidir notablemente en el resultado de un debate. Uno es la imagen. Como en el famoso en el que Kennedy aparecía buenmocísimo y rozagante, al lado de un Nixon afiebrado y ojeroso. El segundo es una buena pelea, como cuando Trump le dijo a Hillary que si lo eligieran presidente, la metería a la cárcel. El tercero es una metida de pata: cuando Gerald Ford se equivocó y dijo que Polonia no estaba en la órbita soviética. El cuarto es un buen chiste. Como cuando Ronald Reagan logró que lo dejaran de molestar con el tema de su edad, diciéndole a su adversario, Walter Mondale, que en cambio jamás lo descalificaría a él por su juventud e inexperiencia. En Colombia ya llevamos dos debates. Lo probable es que en los próximos seis meses tengamos que escuchar las mismas preguntas y respuestas de los candidatos sobre corrupción, inflación, pobreza e inseguridad. Y aunque sus conductores se han esforzado por poner a los candidatos a opinar de infinidad de temas, hasta ahora no ha ocurrido en ninguno de ellos una de esas cosas capaces de darle la vuelta dramáticamente al resultado. Al primer debate del año, organizado por EL TIEMPO y Semana, asistieron casi todos los candidatos. Difícil apuesta en términos de su manejo, pero los conductores, Vicky Dávila y Andrés Mompotes, lo lograron. Y la noticia que produjo este debate fue gorda: la implosión del Centro Esperanza. Ingrid Betancourt, quien sorprendió a muchos -empezando por los de su coalición-, debutando nuevamente de candidata, exigió que, en una noche, la coalición sacara de sus estructuras a toda la politiquería. Pero resulta que no es lo mismo hacer política que politiquería; como tampoco, ser corrupto y ser político. Ingrid mezcló todo eso en una canasta y, con un termómetro que no existe, puso a la coalición a medir qué era qué. El resultado, previsible. La purga era inviable. A las pocas horas ya estaban los de la coalición bien enredados, respondiendo preguntas absurdas. Como la de si alguien que había votado por Duque podía votar ahora...

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