Drogas de colores amenazan a jóvenes en todos los estratos - 20 de Junio de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 643134737

Drogas de colores amenazan a jóvenes en todos los estratos

Informe

Carol Malaver Redactora de EL TIEMPO Ambos alucinaron, se sintieron importantes, lograron ser parte de un grupo social; luego, como se dice en la jerga de las drogas sintéticas: ‘estallaron’, y a la par, sus vidas. Cuando cayeron en cuenta, todo estaba perdido. Esta es la historia de dos jóvenes de estratos diferentes que sucumbieron a una de las puertas de entrada a la adicción: las drogas sintéticas. Nicolás, costeño, es médico y comenzó a consumir marihuana a los 17 años cuando estudiaba medicina en Manizales. David, igual, pero como alumno de décimo en un colegio público de Suba. Ambos llegaron al mundo de las drogas de diseño, como les dicen. Comencemos con Nicolás. Se radicó en la ciudad hace cuatro años, cuando ya era médico, pero, como quería cursar estudios para ser anestesiólogo, viajó muchas veces a la capital, antes de graduarse. “La primera vez que me estallé fue con éxtasis (droga sintética con propiedades estimulantes). Me la regalaron”. Así ocurre. Las entregan en fiestas de música electrónica de manos de un ‘amigo’. Luego, cada pepa puede costar 20.000 o hay promociones de varias por 100.000 o 150.000 pesos. “Yo no vi ningún riesgo. Había tenido un profesor de farmacología que escribió sobre el uso de los psicotrópicos. Hablaba de forma muy abierta sobre el uso y el abuso de esas sustancias. Yo estaba convencido de que esto no era como la coca, es decir, que una vez terminas, el cuerpo te pide más y más para inhalar”. Ya en Bogotá, el consumo aumentó. También la necesidad de ingresar a un grupo social de gente ‘linda’, ropa de marca, fiestas electrónicas y bares reconocidos y costosos. En poco tiempo, Nicolás sabía qué era 2C-B, una droga sintética de moda, que lo llevó al pico máximo de excitación. Su efecto dura tres horas y en una sola noche el consumo llega a tres. “La idea es drogarse a las 11:30 para estallar a las 1 p. m y luego, con otra, a las 2 o 2:30 a. m, rematar la fiesta”. En el otro lado de la ciudad, en Suba, David, de 17 años, veía cómo los jóvenes consumían en los baños de su colegio. Hay variedad: marihuana, perico, Dick. “Es común ver niñas de 12 y 13 años metiendo. Venden la droga en los salones y zonas de descanso. Es normal ver a los niños inhalando las mangas de sus sacos”, contó. Empapan su ropa de químicos con un líquido para limpiar tubos. En tres meses, pese a su resistencia, David comenzó a consumir. “Mis amigos me dijeron que si no fumaba marihuana era un cobarde, una gallina; terminé...

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