Editorial - 3 de Octubre de 2013 - El Tiempo - Noticias - VLEX 465820822

Editorial

Hora de las definiciones

La ronda que comienza hoy en La Habana es la definitiva. Las Farc deben permitir que la negociación avance a mejor ritmo y así demostrar que su voluntad de paz es real.

Poco más de un año ha transcurrido desde que el presidente Juan Manuel Santos anunciara el comienzo de los diálogos con las Farc en La Habana. Con la que hoy comienza serán ya 15 las rondas de negociación y trece los meses que representantes del Estado y de la subversión llevan sentados a la mesa, descontando las pausas originalmente previstas. En este prolongado lapso solo ha sido posible llegar a un acuerdo, y parcial, sobre uno de los seis puntos presentes en la hoja de ruta: la política de desarrollo agrario integral. Un ritmo muy por debajo de las expectativas originales, que hablaban de meses antes que de años. Y es que, de continuar a esta marcha, habría que esperar, haciendo cuentas alegres, por lo menos un lustro para firmar el fin del conflicto, escenario que ni el Gobierno ni la sociedad colombiana están dispuestos a aceptar. Ante la ausencia de resultados, el panorama despejado y optimista de hace un año ha dado paso a nubarrones que traen un cierto escepticismo. Cambios en el clima que coinciden con la proximidad de las contiendas electorales del 2014, factor que en la mesa ya está presente en forma de reloj en acelerada cuenta regresiva. Todo lo anterior ha llevado los diálogos a un obligado y, por qué no, necesario punto de giro. Y es así porque la coyuntura ya no permite más demoras. Las decisiones deben tomar el lugar de las dilaciones. Se trata de garantizar que este intento de paz sea sostenible, que lo hecho hasta ahora no se vaya al traste, arrastrando la ilusión de millones de colombianos, que en este tiempo han visto cómo la posibilidad de ver el fin del conflicto ha pasado de utopía a realidad. Para que esto no ocurra, es indispensable que de La Habana lleguen razones poderosas para que la sociedad rodee el proceso, y su suerte no quede a expensas de las aguas...

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