Editorial - 6 de Octubre de 2013 - El Tiempo - Noticias - VLEX 466960182

Editorial

De aquí y de allá

No puede haber sentimientos diferentes al dolor y la tristeza cuando se observan las imágenes registradas tras el hundimiento de una embarcación, poco antes de la madrugada del jueves pasado, en inmediaciones de la isla italiana de Lampedusa, en el mar Mediterráneo. La nave había salido un par de días antes de las costas de Libia, situadas a algo más de 100 kilómetros de distancia, y llevaba a casi medio millar de inmigrantes ilegales, incluyendo a decenas de mujeres y niños. Poco antes de llegar a su destino, el motor falló y, ante el temor de navegar a la deriva, alguien prendió fuego a una cobija para llamar la atención y pedir ayuda. Lamentablemente, esta acabó iniciando una conflagración en la cubierta, que a su vez generó una estampida, con lo cual el bote se fue a pique. El resultado fue devastador, pues apenas una de cada tres personas pudo salvar su vida, mientras que los pasajeros restantes –la mayoría anónimos– pasaron a engrosar la lista de muertos y desaparecidos en un trayecto siniestro, en el cual las víctimas se cuentan por miles. Con razón el papa Francisco calificó lo ocurrido como “una vergüenza”, cuyo saldo fatal pudo verse acrecentado por una legislación proveniente de la época de Silvio Berlusconi, que castiga a quien ayude a una persona que no tenga sus documentos migratorios en regla. Tristemente, el luctuoso episodio no fue el primero ni será el último. Diariamente, centenares de seres humanos intentan llegar a Europa en busca de un futuro mejor y muchos de ellos pagan la aventura con su existencia. En el caso que nos ocupa, la gran mayoría de víctimas del naufragio procedía de Eritrea, una nación creada en 1993 en lo que se conoce como el cuerno de África, que lleva lustros golpeada por la violencia y las hambrunas. Con un ingreso por habitante de apenas 566 dólares anuales –menos del 2 por ciento de lo que recibe un italiano promedio–, el aliciente para emigrar es enorme. Casos similares ocurren en todas las latitudes. Desde centroamericanos que quieren ingresar a los Estados Unidos, hasta ciudadanos de Bangladés que desean conseguir trabajo en Malasia, el mundo está inundado de personas que van de un lugar a otro en procura de mejores oportunidades. Incluso, Colombia se ha vuelto un lugar de paso hacia el norte del hemisferio, como lo demuestran las recientes aprehensiones, en las que han sido detenidos chinos, cubanos, nepaleses o ghaneses, entre otras nacionalidades. Detrás del objetivo...

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