Editorial - 16 de Marzo de 2014 - El Tiempo - Noticias - VLEX 497834170

Editorial

Bogotá, en emergencia vial

Así de claro hay que decirlo, hay que reconocerlo y hay que actuar: Bogotá está en emergencia vial. No de ahora, de hace tiempo. Incluso, mucho antes de que se decretaran medidas como el pico y placa. Y, como en toda emergencia, lo primero que deben hacer las autoridades y la sociedad es aceptarlo: la ciudad está llegando peligrosamente a la inmovilidad, con todo lo que ello significa en términos de productividad y calidad de vida. Las cifras no dejan dudas. La congestión vehicular ya no respeta horarios de restricción, los atascos se ven igual a las 6 de la mañana que a las 12 del día o a las 10 de la noche. El promedio de velocidad está entre los más pobres de la región: 26 kilómetros por hora. Las llamadas vías rápidas no existen; las motos se triplican; los estacionamientos escasean, y el poco espacio disponible lo comparten por igual camiones, busetas, carros escolares, vehículos particulares y vendedores que estacionan en cualquier lado. Y eso que ya no están los zorreros con sus caballos. A lo anterior hay que añadir otros protagonistas del espacio vial: peatones, ciclistas, cartoneros, vendedores informales, desplazados, maromeros de semáforo, etc. Lo peor es que nada de esto parará. Cada año seguirán ingresando 140.000 vehículos de todo tipo al parque automotor y 120.000 motos. Las acciones para mitigar esta avalancha son nulas. El transporte público, el primero que debería contribuir a mejorar semejante estado de cosas, no consigue superar dificultades administrativas, económicas y de eficiencia. Hay un monumental retraso en la construcción de troncales para TransMilenio, el metro está a una década de ser realidad, el tren es una quimera y los cables aéreos, cuando existan, no atacarán el problema puntualmente. Lo más grave es que la ciudadanía no ha querido entender que mucho de esto ocurre por nuestras propias decisiones. Desde usar el vehículo particular innecesariamente hasta exigir que una ruta del Sistema Integrado pase por el frente de la casa. Nos hemos encargado de plagar la ciudad de conductas que atentan contra la movilidad y, a la hora de las soluciones, todos quieren una hecha a su medida: los del carro no quieren bajarse de él; los de las motos no quieren controles; los ciclistas reclaman más ciclorrutas; las busetas siguen guerreando por pasajeros; los taxistas privatizan a su antojo calles de la ciudad, y empresas de buses foráneas optan por montar parqueaderos clandestinos a la vista de...

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