Editorial - 5 de Septiembre de 2014 - El Tiempo - Noticias - VLEX 526840554

Editorial

Ciegos frente a Salamanca

Incendio tras incendio,

se agotan las explicaciones sobre la ausencia de acciones para frenar estas

quemas que, se sabe con

certeza, no son naturales.

Se volvieron recurrentes, funestos. Los incendios en inmediaciones de la Isla de Salamanca se han instalado en el paisaje costeño, entre Barranquilla y Santa Marta, como una peste. Ya son al menos 50 las emergencias reportadas en este lugar en lo que va del 2014. Esto no sería escandaloso si Salamanca no fuera un lugar esencial. No solo cubre una de nuestras 58 áreas nacionales protegidas –el ‘viaparque’ del mismo nombre y de 55.000 hectáreas–; también es uno de nuestros seis humedales que dejaron de ser de importancia local para transformarse en patrimonio de la humanidad, conocidos como Ramsar. Y es además reserva de la biosfera, declarada por la ONU en el 2000. En síntesis, es un extraordinario conjunto de ciénagas y bosques en los alrededores de la desembocadura del río Magdalena en el mar, con un insuperable valor estratégico para el equilibrio ecológico de la región. Pero todo ello parece no importar mucho. Incendio tras incendio, se agotan las explicaciones sobre la ausencia de acciones desde gobernaciones, alcaldías o corporaciones autónomas para frenar estas quemas que, se sabe con certeza, no son naturales ni se producen con espontaneidad tras una sequía intensa. Por algo, la Procuraduría acaba de ordenar una investigación para determinar qué funcionarios públicos se han hecho los ciegos de alguna manera y han omitido sus funciones para hacerles frente a las continuas emergencias. Y que no han querido ponerles freno a los múltiples intereses de muchos inescrupulosos, que se camuflan como camaleones para liderar tal atentado contra la naturaleza. Porque habría narcos interesados en tener un corredor más expedito para sacar la droga hacia el mar Caribe y desde la Sierra Nevada. También aparecerían campesinos con la intención de preparar la tierra para implantar nuevos cultivos, a los que el fuego se les ha salido de control. A su vez...

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