Editorial - 5 de Abril de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 563575338

Editorial

El trato de Irán

El preacuerdo alcanzado el jueves entre Irán y las potencias mundiales (5+1: Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China y Alemania) respecto a su controvertido programa nuclear no les va a dar tranquilidad total a las partes interesadas, pero es lo más lejos que se ha podido llegar en años de negociaciones y desencuentros, a la espera de que para junio, en la definición de los detalles técnicos, se descarte la posibilidad de que Teherán pueda tener algún día un arma nuclear; y, por otra parte, que el régimen islámico obtenga las garantías de que le serán levantadas las sanciones que han afectado por años su economía. Por eso hay quien no duda en calificar ese principio de acuerdo de ‘histórico’, pues se obtiene luego de casi 40 años de disputas irreconciliables con Estados Unidos en los que se han enfrentado en múltiples y a menudo violentos escenarios. Palabras más, palabras menos, al régimen de los ayatolás se le permitirá conservar parte de su capacidad nuclear, aunque de forma muy reducida y bajo una muy estricta supervisión internacional. Tendrá que achicar en un 75 por ciento su infraestructura de enriquecimiento de uranio, y sus depósitos del material pasarán de 8.000 kilos a 300. A cambio, y dependiendo del cumplimiento de los compromisos, se levantará el grueso de las sanciones y podrá romper su aislamiento internacional. Para nadie es un secreto que las sanciones han herido profundamente la economía del país, hasta el punto de que sectores del Gobierno temían un colapso del sistema si no se daba un timonazo. La llegada a la presidencia del moderado Hasán Ruhaní ha hecho que el líder supremo, Alí Jamenei, contemple la necesidad del viraje, y en ese sentido el acuerdo le sirve al régimen para vender como un éxito lo que es motivo de orgullo nacional: mantener, así sea bajo tutelaje internacional, su programa nuclear. La idea es que Irán tenga apenas capacidad para un programa civil de generación eléctrica, y no para construir un arma atómica que podría marcar un indeseado desequilibrio geoestratégico regional y lanzar una carrera armamentista de insospechadas consecuencias en una de las áreas del mundo más inestables y con mayores conflictos abiertos. Y esto ya es una buena noticia. Al menos de momento, el estilo de diplomacia del presidente estadounidense, Barack Obama, de abrir líneas de diálogo, incluso con sus históricos enemigos, como en el caso de Cuba, y en el iraní, dentro de un esquema de...

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