Editorial - 18 de Junio de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 682958429

Editorial

Las buenas noticias

En medio de la avalancha de noticias –unas buenas, otras malas– que caen sobre los colombianos cada día, han pasado sin mucho ruido los balances sobre la violencia, la accidentalidad y los delitos en los primeros meses del 2017. Esas cifras, avaladas por instituciones tan serias como Medicina Legal, la Agencia Nacional de Seguridad Vial y el Ministerio de Defensa, revelan de nuevo un descenso sostenido en el número de muertes violentas y, por primera vez en diez años, una caída en las cifras fatales de la accidentalidad en las vías. No se trata, ni mucho menos, de negarse a una realidad compleja en la que males endémicos como la corrupción y la inseguridad disparan en los colombianos la sensación de impotencia y desesperanza. No. Las autoridades nacionales y locales tienen que hacer mucho más por recuperar para todos el derecho a disfrutar del espacio público. En la misma vía, la Fiscalía y los jueces deben mostrar más resultados para perseguir y encarcelar a quienes han hecho de defraudar al Estado y la confianza de sus compatriotas su modus vivendi. Empezando por algunas manzanas podridas de la propia Rama Judicial, como quedó en evidencia hace pocos días con la captura de una fiscal señalada de recibir dinero de un oscuro y poderoso exparamilitar. Pero esto no es óbice para reconocer los campos en los cuales el país saca notas sobresalientes. Eso es lo que sigue pasando en materia de homicidios: en los cinco primeros meses del año se registraron 4.956 casos, 297 menos que en el mismo lapso del 2016, una reducción del 6 por ciento. El dato es consistente con la tendencia hacia abajo que ese macabro indicador trae desde mediados de la década pasada y representa, sin duda, un espaldarazo a políticas acertadas como la de restringir el porte de armas y el consumo de alcohol hasta altas horas en algunas zonas de rumba, sin hablar de las estrategias focalizadas contra las organizaciones criminales que comercian con la muerte. Las cifras, que en valores absolutos están en menos de la mitad que las de hace tres lustros, siguen, en todo caso, siendo un baldón (la tasa nacional es de 24,7, mientras que la mundial no llega a 10), pero representan un avance que, con toda seguridad, se potenciará por los resultados del proceso de paz y la consiguiente consolidación del Estado hacia zonas en donde antes su prevalencia, por decir lo menos, era puesta en duda. También hay mejores noticias en un campo en el que en la última década, en...

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