Editorial
Páginas | 3-5 |
EDITORIAL
R E I, . , .º , -/, . -
DOI: https://doi.org/10.18601/01245996.v21n40.01.
I
La crisis nanciera de 2008 ha sido la más grave desde la Gran
Depresión. Las próximas serán peores y sus efectos serán más
perjudiciales a medida que todas las esferas de la vida se sometan al
canon económico imperante. Cuando el homo economicus suplante
de todo al homo politicus y al homo legalis, y el poder político deje de
basarse en la soberanía popular y el derecho, en principios de justicia.
Pues el bienestar social quedaría sujeto exclusivamente a los dictados
del mercado omnisciente, liberado de estorbos democráticos y de un
orden legal que concibe al ser humano como un n en sí mismo, no
como una pieza prescindible del engranaje económico.
La crisis de 1929 llevó a replantear las teorías aceptadas y a idear
visiones y medidas que superaron la mayor crisis económica moderna.
La crisis de 2008 puso en cuestión las teorías que tanto incidieron en
sus orígenes y que, en un comienzo, parecía urgente replantear. Diez
años después, aún no hemos hecho esa tarea. Con consecuencias cada
vez más palpables: desconanza en la democracia, propagación del
autoritarismo, austeridad y reducción del bienestar, concentración
desproporcionada del ingreso y la riqueza, cultivo de la ignorancia, y
elección de gobernantes ridículos y prepotentes pero populares.
Aunque la profesión no haya estado a la altura de las exigencias,
economistas de distintas corrientes se esfuerzan por cumplir la ta-
rea: entender cómo funciona la economía del mundo real, proponer
mejores teorías y medidas que resuelvan los problemas más urgentes.
El desafío intelectual es profundizar la crítica de la razón económica
dominante, así como Kant criticó la razón predominante en su época.
Y el reto político es restablecer el lugar que el ser humano ha ocupado
desde la Ilustración y el papel del ciudadano como fundamento del
gobierno legítimo.
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