Editorial Murallas contra el abuso - 20 de Junio de 2011 - El Tiempo - Noticias - VLEX 284164235

Editorial Murallas contra el abuso

Tan execrable como el drama de los niños en la guerra, que empuñan armas y se los obliga a matar, es el de los menores expuestos a la prostitución en las ciudades colombianas, ante una sociedad indiferente y a merced del mal llamado turismo sexual.

Esa horrible práctica está en las esquinas y en la clandestinidad de las grandes urbes: Cartagena, Bogotá, Pereira, Medellín, Barranquilla... En la capital de Bolívar es donde se manifiesta con mayor fuerza y donde la fama de tan reprobable actividad ha trascendido fronteras.

Pese a su gravedad y a la evidencia de su ejercicio, sobre la prostitución infantil no hay cifras ciertas que permitan dimensionar el problema. Bienestar Familiar estima que existen 35.000 niños y niñas obligados a vender sus cuerpos, un guarismo que para algunos se queda corto. He ahí parte del problema para atacar el mal con mayor contundencia.

Pero lo que sí es real y tangible son las víctimas. Menores empujados a la calle por la pobreza, la violencia, la falta de educación y el maltrato son tristes presas para mafias que se aprovechan de una de las facetas más dolorosas que deja la perenne desigualdad social en el país.

Hay conciencia sobre el abominable delito. Varias campañas se han emprendido en La Heroica para erradicarlo. Las más contundentes -'Lo valioso es no tener precio' y 'La muralla soy yo'- han contado con el apoyo de la Alcaldía, entidades privadas y medios de comunicación y están encaminadas a promover entre hoteles, restaurantes y agencias de turismo el rechazo al abuso y la explotación sexual de niños y niñas.

De esta forma se ha conseguido evitar que turistas locales e internacionales extiendan más allá de lo permitido sus deseos de conocer la bella Cartagena y sus atractivos históricos y culturales. Es la única forma de ponerle fin a ese estigma inmerecido que se ha apoderado de la ciudad patrimonio de la humanidad.

Ahora, llama la atención que sean las propias prostitutas las que se sumen a...

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