La educación superior - 5 de Febrero de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 593058738

La educación superior

Gratuidad, y privatización de la calidad

Algunos sectores universitarios del país han recibido con júbilo el anuncio chileno de gratuidad de la educación superior. Suena bien, pero no deja de ser curioso que al mismo tiempo profesores y científicos de ese país se declaren en crisis. Cuatrocientos notables le escribieron una carta a la presidenta Bachelet titulada ‘Nuestros gobiernos han elegido la ignorancia’. ¿Cómo se entienden hechos tan contradictorios? Tal vez, porque con frecuencia preferimos los lemas y las banderas a un análisis de la realidad. Los movimientos estudiantiles exigen la gratuidad. La ven como condición para lograr la equidad. Pero la prueba más contundente de que la gratuidad no resuelve ese problema la tienen frente a los ojos, y no la ven. La educación básica y media en Colombia es gratuita. Sin embargo, quien puede paga un colegio privado a sus hijos (incluyendo a casi todos mis colegas, profesores universitarios de izquierda y defensores de lo público). La razón es simple: la gratuidad logró una buena cobertura y una educación básica y media pública (hoy es un 80 por ciento o más del total), pero no impidió que la alta calidad fuera mayoritariamente privada, como lo demuestran las pruebas Saber 11. No se privatizó la educación, se privatizó la calidad. Hace 50 años se decidió “temporalmente” partir la jornada educativa en dos para duplicar la cobertura. Si bien existía una educación privada para una élite, en ese momento ella se volvió indispensable para todo el que pudiera pagar. A la jornada de ocho horas se le sumaron atractivos como otro idioma, actividades deportivas y artísticas, nuevas pedagogías y tecnologías, laboratorios, salidas de campo y mucho más. La educación privada arrasó en la competencia por los mejores maestros: un físico con posgrado y con dominio del inglés duraba en lo público menos que un merengue en la puerta de una escuela (para usar una figura del sector). En los colegios de élite, la inversión por estudiante es 10 o 20 veces mayor que la reconocida por la Nación a los colegios públicos. Esto inevitablemente segrega. Hay poblaciones de jóvenes colombianos que nunca llegan a encontrarse: un verdadero apartheid...

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