escritores - 11 de Julio de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 870795768

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Clases de baile paraÚltimamente le he estado dando muchas vueltas a la conexión entre la escritura y la danza. Es un canal que quiero mantener abierto y que, a todas luces, se ha desatendido (en comparación, por ejemplo, con el que existe entre la música y la prosa), quizá porque, de entrada, la relación entre ambas disciplinas no es obvia. Para mí, sin embargo, están muy cerca la una de la otra: siento que la danza tiene mucho que decir sobre mi oficio. Uno de los mejores consejos que conozco para escribir está dirigido, de hecho, a los bailarines, y se encuentra en las memorias de la coreógrafa Martha Graham. Me relaja cuando estoy delante de mi ordenador portátil de la misma manera que, imagino, puede inducir a una joven bailarina a respirar hondo y a mover los dedos de las manos y los pies. Graham escribe: Hay una vitalidad, una fuerza viva, una energía, un despertar que tú traduces en movimiento; y como no hay nadie igual que tú en el mundo, tu expresión es única. Si la bloqueas, no hallará otra vía para mostrarse y se perderá, el mundo no la conocerá. No es asunto tuyo determinar si es buena o valiosa en algún sentido, ni si resiste la comparación con otras. Debes velar porque sea realmente tuya, clara y directamente: mantener el canal abierto. ¿Qué puede tomar un arte basado en las palabras de uno que no las necesita? A menudo pienso que he aprendido tanto de observar a los bailarines como de la lectura. Clases de baile para escritores: lecciones de postura, de actitud, de ritmo y estilo, algunas obvias, algunas indirectas. En las páginas siguientes, van unos apuntes en esa dirección. Fred Astaire y Gene Kelly "Cuando baila, Fred Astaire representa a la aristocracia y yo al proletariado", declaró un Gene Kelly ya anciano. La distinción nos convence en el acto, aunque nos resulte difícil explicar por qué. Alto, delgado y elegante frente a musculoso y atlético, ¿será eso? Evidentemente, está la cuestión del sombrero de copa y el frac frente a las camisetas y los pantalones anchos. Pero Fred a veces se ponía camisetas y pantalones anchos, y de hecho no era tan alto, sólo se erguía como si lo fuera y, cuando se movía, siempre parecía elevarse, como si apenas rozara la superficie del suelo, el techo, la pista de hielo o el quiosco de la música. El centro de gravedad de Gene parece haber estado mucho más abajo: dobla las rodillas, se agacha; está anclado a la tierra, con los pies bien plantados, mientras que Astaire ha levado anclas y flota en libertad. Aristócratas y proletarios también tienen una relación distinta con el suelo bajo sus pies: el primero se desliza con fluidez sobre el mundo; el segundo está amarrado a un punto concreto, ya sea una manzana de la ciudad, una aldea, una fábrica o una extensión de campos... Cyd Charisse aseguraba que su marido siempre sabía si ella había estado trabajando con Astaire o con Kelly con sólo mirarle el cuerpo al final del día: magullado por todas partes si había sido con Kelly, inmaculado si había sido con Astaire, que no sólo se mantenía apartado del suelo, sino de los cuerpos de los demás. A lo largo de quince años y diez películas, cuesta detectar algún momento de tensión sexual entre Fred y su compañera Ginger: exhiben una gran armonía, pero poco ardor. ¡Ahora, en cambio, pensemos en Kelly con...

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