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El Estatuto de la Oposición: Lo que existe y lo que debería agregarse

AutorFernando Cepeda Ulloa
Cargo del AutorProfesor de Ciencia Política de la Universidad de los Andes desde 1963
Páginas313-346
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El Estatuto de la Oposición:
Lo que existe y lo que debería agregarse
Fernando Cepeda Ulloa*
Resumen
Colombia ha oscilado entre los gobiernos hegemónicos y los gobiernos de
coalición, ha resultado muy difícil que la oposición democrática encuentre el
espacio legítimo que le corresponde. Ello explica, en parte, la utilización de
la violencia como herramienta de lucha política. El experimento más audaz
para superar esta situación fue el Frente Nacional (1958-1974). Con todo, el
sistema de la alternación en la Presidencia de la República que complementó
el sistema de paridad acordado en el plebiscito del 1 de noviembre de 1957
privó a esta experiencia de lo que habría podido ser uno de sus mejores vesti-
gios. Esa fue, precisamente, la lucha de Alfonso López Michelsen, quien no
solamente proporcionó elementos conceptuales a la oposición a manera de
pedagogía política, sino que además la ejerció él mismo como opositor desde
los primeros años del Frente Nacional —respetándola luego como primer
Presidente de la Republica una vez culminado la etapa del Frente Nacional—.
En este escrito, se presentan los principales elementos que hacen posible el
ejercicio civilizado de la oposición democrática: el Estatuto de la Oposición.
1. Debate y evolución de la oposición en Colombia
La democracia se encuentra fundamentada en el consenso, cuyo primer ele-
mento es el disenso, esto es, el acuerdo para estar en desacuerdo —el agreement
* Profesor de Ciencia Política de la Universidad de los Andes desde 1963. Ha sido Ministro de
Gobierno y Ministro de Comunicaciones; Embajador de Colombia en Francia, Reino Unido, Canadá,
Naciones Unidas, y la Organización de los Estados Americanos. Ha publicado libros y ensayos sobre
desarrollo político, relaciones internacionales, derecho y política. Ha escrito ampliamente sobre el tema
de la oposición en Colombia. Buena parte de estos ensayos se encuentran en la revista Estrategia Econó-
mica y Financiera de la cual fue colaborador y, luego, Director.
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Retos y tendencias del derecho electoral
to disagree—. De manera que el consenso democrático es precisamente ese
acuerdo para estar en desacuerdo, el acuerdo sobre las cosas fundamentales —el
agreement on fundamentals—. Entre esas cosas fundamentales en el consenso
democrático se encuentran el disenso y el consenso.
Varela Ortega, excelente pensador español, sostiene en uno de sus más
recientes ensayos:
[...] a los productores de bienes [recuerda a Adam Smith] no les gusta
el mercado, la concurrencia de, y la competencia con, otros actores.
Tienden al monopolio. De igual modo, se diría que a los políticos
profesionales, productores de poder, tampoco les gusta la oposición:
tienden al poder absoluto, a la hegemonía, cuando no a la omni-
potencia. Y, desde luego, su ocio consiste en maximizar el poder.1
Más adelante, Varela rearma este planteamiento cuando señala que:
De igual modo que en el mundo de la economía —nos cuenta Adam
Smith— los productores conspiran sobre los precios y tienden al
monopolio, en el universo de la política los productores del poder
rechazan la concurrencia y buscan la hegemonía y, si logran la om-
nipotencia eliminan a la oposición. Puede que esa omnipotencia sea
una expresión natural, pero, sin duda es también una manifestación
abusiva de la libertad: “liberty” —sentenciaba Hobbes— “is the ab-
sence of opposition”.2
Así las cosas, se entiende que la oposición haya sido concebida histórica-
mente como un ejercicio de actividad política tan exótico. En el siglo  se
confundió el ejercicio de la oposición con la insurgencia armada o rebelión. En
el siglo  hubo una época de paz que mostró las bondades de una oposición
democrática, civilizada, no obstante, existieron algunas señales de radicalis-
mo como la abstención electoral que buscaba deslegitimar el gobierno que
resultara elegido, así como la práctica de llevar la oposición en su expresión
1 Varela Ortega, José, Los señores del poder y la democracia en España: Entre la exclusión y la integración,
Círculo de Lectores, Madrid, 2013, p. 29.
2 Ibíd., p. 31.
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El Estatuto de la Oposición: Lo que existe y lo que debería agregarse
retórica hasta extremos inconcebibles. A partir de 1946 prevaleció nueva-
mente la intolerancia: se retornó al no reconocimiento del otro, al intento
de monopolizar el poder, no obstante, gestos de unidad nacional condujeron
al desastre y de nuevo a la violencia como herramienta de lucha política o
como simple mecanismo de supervivencia. En este contexto, una vez más, el
adversario era un enemigo, el disenso resultaba intolerable y la confrontación
democrática, inaceptable.
Fue necesario llegar a la fórmula del Frente Nacional (1958-1974), esto
es, al compartir el poder por mitades —la paridad— y a la alternancia parita-
ria en la Presidencia de la República para que el sectarismo partidista, que se
basaba en la exclusión y en el monopolio del poder, desapareciera del paisaje
político colombiano.
Es así como, a partir de 1958, solo existe un paréntesis de cuatro años
durante el cual el Presidente Virgilio Barco puso en marcha el esquema
gobierno-oposición, como consecuencia de la decisión de las directivas legíti-
mas del partido conservador de renunciar al derecho que la Constitución les
otorgaba para participar en el gobierno del partido mayoritario, en este caso,
del Partido Liberal. Era una fórmula política exótica. El partido que seguía
en votos al que ganaba la Presidencia era el que decidía cuál sería el tipo de
régimen político que debía establecerse: el gobierno de coalición o el esquema
gobierno-oposición. En nombre de esa disposición constitucional que sucedió
al Frente Nacional el presidente Barco designó el 7 de agosto de 1983 tres
ministros conservadores para las carteras de Desarrollo, Salud y Comunica-
ciones. Sin embargo, el Partido Conservador consideró que esa no era una
participación “adecuada y equitativa” y prerió dejar en libertad al Presidente
liberal para gobernar conforme a su programa.
Es preciso reconocer que el Presidente Barco ya había anunciado en una
declaración del 17 de noviembre de 1985 su interés en presidir un gobierno
que contara con la crítica de la oposición:
Yo no deseo presidir un gobierno sin oposición. Más que a los críticos,
por severos e injustos que sean, le temo a la ausencia de scalización.
He dicho que quiero presidir un gobierno liberal, con programas li-
berales para todos los colombianos. Pero no concibo a un partido de
gobierno que no tenga al frente, rodeado de todas las garantías y sin
temores a la mezquindad de una retaliación burocrática, a una vigo-

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