En Europa trabajan ‘como chinos’ en la industria textil - 30 de Junio de 2014 - El Tiempo - Noticias - VLEX 517210898

En Europa trabajan ‘como chinos’ en la industria textil

Europa

Idafe Martín Pérez Para EL TIEMPO Bruselas. Los sindicatos europeos llevan años protestando contra la política económica de ajustes impuesta a media Europa desde Berlín y Bruselas. Entre sus alegatos, siempre dijeron que la idea de los dirigentes era provocar una devaluación interna que rebajara salarios para hacer más competitivas a esas economías, pero sin tener en cuenta los efectos sociales. Su queja era algo así: “Pretenden que compitamos con los chinos; es pura explotación”. Lo que se vio siempre como una metáfora que un día podía afectar a griegos, portugueses, españoles o italianos es ya una realidad en muchos países de Europa oriental, varios de ellos miembros de la Unión Europea. Según un informe de la ONG Clean Clothes Campaign, dedicada a defender los derechos de los trabajadores del textil, las condiciones de trabajo en el sector son ya mejores en China o en Indonesia que en al menos 10 países europeos. Empresas como los gigantes Hyamp;M, Zara, Hugo Boss, Adidas y Benetton, reconocidas marcas de Europa occidental, pagan en sus fábricas de Europa del este y Turquía solo el salario mínimo legal (y algunas veces por debajo), un sueldo de miseria que produce unos ingresos por debajo del nivel de pobreza. El informe considera que lo que se paga en este sector en países como Bulgaria, Ucrania y Macedonia supone solo el 14 por ciento de un salario digno para el nivel de vida de esos países. El reporte asegura que en Moldavia y Ucrania hay trabajadores que ganan 71 y 80 euros al mes, respectivamente, y que Croacia tiene el salario más alto del sector en la región, con solo 308 euros. El salario mínimo del textil en China es de 175 euros mensuales y en Malasia, otro gran productor textil, es de 196 euros. A los bajos salarios se unen varios tipos de explotación y de violación de las más fundamentales normas laborales. El estudio recoge varios testimonios, como el del búlgaro que dice que ha llegado a trabajar 400 horas mensuales. Este trabajador declaró a la ONG: “Soy economista de formación, pero, como no encuentro empleo, tengo que coser. En el taller la gente trabaja como robots; no tienen ningún derecho a descanso; hay problemas de nervios y tienen los ojos dañados”. El texto también denuncia que el salario mínimo es, al final, el máximo que ganan esos trabajadores, porque no se les...

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