La familia que sobrevivió 37 días al ‘infierno verde’ de la selva del Amazonas - 2 de Febrero de 2020 - El Tiempo - Noticias - VLEX 839816490

La familia que sobrevivió 37 días al ‘infierno verde’ de la selva del Amazonas

CRISTIAN ÁVILA JIMÉNEZ - REDACTOR DE NACIÓN DE EL TIEMPO @cristian_avila4"Esclavo, no te quejes de las fatigas; preso, no te duelas de tu prisión; ignoráis la tortura de vagar sueltos en una cárcel como selva, cuyas bóvedas verdes tienen por muros ríos inmensos" (La vorágine). La noche cayó, y ya no había huellas para seguir. La campesina María Oliva Pérez abrazó a sus tres hijos -de 14, 12 y 10 años-, y entre palmas se refugiaron de un tormentoso aguacero. No durmió, y su único fervor era que la socorrieran de coraje para lidiar contra el eco de las dantas pariendo que se escuchaba en los contornos. También clavó las manos en la tierra para orar por que las serpientes no merodearan cerca de los cuerpos de sus fatigados niños. Ella, sin saberlo, se internó por infortunio y desgracia en el ‘infierno verde’ que describió José Eustasio Rivera en La vorágine: la mismísima selva del Amazonas, siempre interminable y agresiva, en la cual muchos se pierden. Sus anaqueles están llenos de historias de valientes que se fueron pero jamás volvieron. A ciencia cierta, no se sabe cuántos hombres y mujeres se han perdido en la Amazonia, son pocos los relatos de sobrevivientes y se sabe que en un parpadeo cualquiera queda como en una cárcel entre sus inmensos árboles, a merced de la fauna salvaje y con el suplicio de los mosquitos. María Oliva y sus niños eran los nuevos presos del ‘infierno verde’, pero su destino por fortuna fue diferente al del coronel inglés Percival Harrison Fawcett, quien emprendió un viaje por la selva amazónica del Brasil en 1925 y fue devorado por la jungla, pues de su expedición nunca se tuvo noticia alguna. Era el atardecer del 19 de diciembre del 2019 cuando María Oliva se sacudió sus botas de caucho y tomó rumbo hacia el monte con sus hijos. Ese día, los cuatro visitaron a Andrés Parra, papá de los niños, y cuando decidieron volver a casa vieron pasar a Abdón Castillo, la actual pareja de la mujer y quien los guiaría en el camino de regreso a casa desde la vereda Bellavista, en zona rural de Puerto Leguízamo, Putumayo. El trayecto, en plena frontera entre Colombia y Perú, tardaría una hora a pie. Abdón caminó raudo entre la selva, pero María Oliva y sus hijos no lograban seguirle el paso mientras esquivaban las ramas y la maleza del monte. Cuando se hizo de noche no vieron más las huellas del hombre que los guiaba. La familia quedó en tinieblas, solo con solo sus ropas y botas. Esa noche se detuvieron, se abrazaron y con unas...

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