Farc - 19 de Junio de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 574924374

Farc

Marcha fúnebre

Ricardo Silva Romero

Según el diccionario es un verdugo. Tiene razón quien le reclama la sevicia, la crueldad. Pero este miembro de las Farc –uno cualquiera– no se ve a sí mismo en su espejo como un bárbaro o como un esbirro, sino como un transformador social corajudo e incansable que nunca jamás se ha dejado aplastar por los poquísimos dueños de las cosas: sí, él es, según él, el heredero camuflado de los indígenas que encararon a los invasores, de los esclavos que enfrentaron a sus amos, de los comuneros que denunciaron a los zánganos del virreinato, de los desarrapados que pelearon contra los españoles en el ejército libertador, de los líderes sindicales que alguna vez arrinconaron a sus patronos, de los gaitanistas enruanados que descubrieron la trampa de la oligarquía, de los campesinos comunistas que denunciaron los despotismos del irreparable pero inevitable Frente Nacional. Sigue exigiendo lealtad absoluta como cualquier fiel de cualquier secta. Sigue persiguiendo el igualitarismo pequeñoburgués. Sigue sintiéndose “honesto, abnegado en la lucha, modesto” frente a una élite que no ha querido darle al pueblo su apellido. Sigue odiando a aquel que coquetee con el reformismo. Sigue castigando, fusilando, entrando sin orden judicial, como un agente de la derecha. Sigue esperando a la Historia, año tras año, como a su mesías. Sigue siendo el mismo de 1964 para mal y para mal. Todavía se aferra a su pensamiento marxista de segunda mano, en algún rincón del país que no sale en las cifras ni en las propagandas de los políticos, pero hoy es incapaz de “la autocrítica”. Ya no es el agente de un Estado que remplaza al Estado en otra Colombia dentro de Colombia, sino un invasor más, un tirano más resignado a acabar con lo propio como si fuera lo ajeno: con el aire, con el agua, con la selva. Ya no libera al pueblo, sino que lo somete, lo desplaza, lo reduce a daño colateral. Aún es un desempleado despreciado por “el sistema”, pero también es, aunque sepa negarlo, un victimario que tiene despejado el camino hacia su víctima. Es su peor enemigo: fanático, paranoico e impopular. Desde 1967 está a punto de ser vencido por la vía militar por el...

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