La finca en la que trabajan juntos ‘exparas’ y exguerrilleros - 31 de Diciembre de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 583232438

La finca en la que trabajan juntos ‘exparas’ y exguerrilleros

“No íbamos a sentarnos a esperar a que nos dieran algo, teníamos que proponer algo”.

“No íbamos a sentarnos a esperar a que nos dieran algo, teníamos que proponer alguna cosa”.

Shirley

Shirley

LÍDER DEL GRUPO DE DESMOVILIZADOS

lÍder del grupo de desmovilizados

La finca en la que trabajan juntos ‘exparas’ y exguerrilleros

Un proyecto ejemplar, apoyado por la Gobernación de Casanare, donde los otrora enemigos hoy labran la tierra hombro a hombro.

Jorge Enrique Meléndez P. Enviado Especial de EL TIEMPO Hato Corozal (Casanare). Bajo un sol que hace arder la piel y que reverbera en la sabana, Déiger y Humberto recorren de manera paciente un cultivo de piña, en busca de los frutos maduros para recogerlos. Charlan sobre el futuro, sobre ampliar la producción, sobre iniciar una siembra de caña, sobre comprar ganado. Nunca se refieren a su pasado y muchos menos a las veces que pudieron enfrentarse, el primero como miembro de las Farc y el segundo como integrante de las autodefensas. A su lado hay más desmovilizados de la guerrilla y de los ‘paras’; todos, trabajando juntos. Ellos tampoco hablan de la guerra que los dividió, solo quieren referirse a su nueva batalla, que nada más se limita a darle golpes a la tierra, pero para labrarla, para ponerla a producir. En total son 100, 50 de la guerrilla (Farc y Eln) y 50 de los ‘paras’ (del bloque Centauros y de ‘Martín Llanos’), que camellan juntos en la finca La Fortuna, ubicada en las sabanas de Hato Corozal (Casanare). Ellos hacen parte de un proyecto particular, la Sociedad Agropecuaria Villa de la Esperanza, que, si bien tiene el respaldo de la Gobernación de Casanare, es fruto de un acuerdo de los desmovilizados en el que no tuvo injerencia ninguna institución. “Nos dimos cuenta de que en el país son muchas las víctimas y los desmovilizados que solo esperan que el Gobierno les ayude. Nosotros decidimos que no íbamos a sentarnos a esperar a que nos dieran algo, sino que íbamos a proponer algo”, contó Shirley, una desmovilizada del bloque Centauros y que hoy está al frente del proyecto. Fue así como, entre los 100, se constituyeron como sociedad, consiguieron un crédito por 830 millones de pesos con el Instituto de Fomento del Casanare y con esa plata compraron el predio, de 257 hectáreas. Cada desmovilizado tiene un pagaré por más de 8 millones de pesos para tener una responsabilidad y una pertenencia sobre el predio adquirido. Por su parte, la Gobernación, de los 609 millones de pesos que costaba el proyecto productivo, les cofinanció 548 millones. Esa partida incluía la siembra de las 10 hectáreas de piña. Los recursos se los giran a la asociación mediante desembolsos parciales y de acuerdo con el plan de acción. La sociedad Claro que la historia de esta sociedad no ha sido fácil. Comenzó en el 2008, luego de la desmovilización de las autodefensas de Casanare. Un grupo, liderado por Shirley, decidió que deberían convertirse en personas productivas, en particular por la discriminación de la que eran víctimas. Y con esa propuesta fueron a la Asamblea, a vender su idea de que se debería apoyar a los desmovilizados con financiación para proyectos productivos. De acuerdo con Shirley, entendieron que, así como ellos eran objeto de la discriminación, no podrían discriminar a los demás, así que buscaron personas que se habían salido de la guerrilla para que hiciera parte del proyecto. También buscaron gente que hubiera estado con ‘Martín Llanos’, sector paramilitar oriundo de Casanare que enfrentó a los Centauros, de Miguel Arroyave. “Duramos dos años; estuvimos tratando de convencer a la gente de que un proyecto de esta naturaleza sería bueno. De que debíamos era asociarnos porque individualmente no podíamos”, contó Shirley. Las primeras reuniones fueron muy difíciles porque no se tenían confianza. Es más, cada grupo se hacía a un lado del salón y era muy complicado que se integraran. Pero poco a poco quienes habían tenido un cierto rango en las estructuras militares de los grupos armados comenzaron a tomar el liderazgo y lograron generar espacios de confianza. “Al principio les daba miedo, pues creían que esto era para reseñarlos las autoridades”, contó Shirley. Para avanzar en el proceso, la misma gobernación les puso al servicio algunos psicólogos, y eso también ayudó. Además, la decisión de la Asamblea...

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