La frontera con Perú - Episodios sobre la fijación de las fronteras nacionales - Libros y Revistas - VLEX 697620681

La frontera con Perú

AutorJulio Londoño Paredes
Páginas81-128
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Capítulo 4
La frontera con Perú
Como se ha dicho, el establecimiento de las fronteras amazónicas,
especialmente con Perú, fue una de las más complejas tareas de
la política exterior colombiana, ya que los territorios ubicados
al sur del río Caquetá, donde tenía sus intereses caucheros la
Casa Arana, eran reclamados, además de Colombia y Perú, por
Ecuador y Brasil.
La compañía, registrada en Londres como Peruvian Ama-
zon Company, era de propiedad del influyente senador peruano
por la provincia de Loreto Julio Cesar Arana y tenía como base
adelantada la localidad de La Chorrera en el río Igaraparaná en
la amazonia colombiana y adelantaba sus actividades entre el
río Caquetá y el Putumayo. Sir Roger Cassement, el cónsul bri-
tánico en Río de Janeiro, al haber tenido conocimiento de que
entre los operarios de la Casa Arana estaban afectados algunos
negros de Barbados que en ese entonces eran súbditos británicos,
fue comisionado por su gobierno en 1910 para que viajara a la
zona e investigara las atrocidades que se rumoraba la empresa
cauchera peruana cometía contra los indígenas.
Los informes de Cassement fueron publicados en El Libro
Azul del Putumayo, editado en Londres en 1912. Una comisión
de la Cámara de los Comunes abrió una investigación sobre
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los hechos denunciados. El senador Arana debió rendir ante la
comisión una declaración en abril de 1913.
Dos años después Sir Roger pasó de diplomático a pró-
fugo, acusado de alta traición, sabotaje y espionaje contra la
Corona británica por haber solicitado la ayuda de Alemania, en
plena guerra mundial, para lograr la independencia de Irlanda:
fue ahorcado en Londres el 3 de agosto de 1916.
Los hechos de La Pedrera
Los hechos que se presentaron en La Pedrera en 1911 a raíz de
la instalación por parte de Colombia de un puesto militar en la
margen derecha del río Caquetá, aunque fueron de los más gra-
ves que se nos han presentado internacionalmente y causaron
en su momento honda conmoción nacional, se borraron de la
mente de los colombianos.
Los territorios amazónicos que Colombia consideraba que le
correspondían a principios del siglo xx se encontraban en com-
pleto abandono. Por su parte, la Casa Arana, que tenía su sede
principal en Iquitos, además de sembrar el terror en la región,
forzaba a los colonos colombianos a vender las pequeñas cau-
cheras que explotaban entre los ríos Igaraparaná y Caraparaná,
afluentes del Putumayo por la izquierda.
Entre 1900 y 1904, aprovechando la Guerra de los Mil
Días que azoló a nuestro país, Perú había avanzado en el área
comprendida entre los ríos Putumayo y Caquetá al tiempo que
negociaba con Ecuador para establecer su frontera común, ex-
cluyendo a Colombia de los territorios al sur de este.
Además, los intentos fallidos de concertar un arbitraje con
Perú y con Ecuador, así como la sorpresiva firma en 1904 de
un tratado entre Brasil y Ecuador repartiéndose los territorios
comprendidos entre los ríos Caquetá y Putumayo, hicieron
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temer al gobierno colombiano que nuestro país pudiera perder
gran parte de su región amazónica.
Por lo tanto, concertó una serie de acuerdos provisionales
con Perú en los que se estipularon unas zonas en las que ambos
países debían retirar sus autoridades para evitar incidentes que
complicaran la difícil situación existente. Los acuerdos se de-
nominaron modus vivendi.
En el primero de ellos, el acuerdo Tanco-Velarde en mayo
de 1904, se acordó establecer una zona “neutral” comprendida
entre los ríos Napo y Putumayo en la que los dos países retira-
ban sus autoridades. En septiembre de 1905 se firmó el acuer-
do Calderón-Tanco-Velarde que modificó ligeramente la zona
establecida y se acordó investigar los hechos que cometían las
autoridades peruanas contra colonos colombianos, estableciendo
la posibilidad de un arbitraje.
Los modus-vivendi, aunque no fueron finalmente aproba-
dos, debilitaron la posición de Colombia que, dando estricto
cumplimiento a los acuer dos, había facilitado que la influencia
peruana se ex tendiera hasta el río Caquetá, sin que ninguna
acción efectiva se hubiera realizado para detenerla. Entre 1907
y 1910 los abusos de las autoridades peruanas se multiplicaron.
En 1910 dos generales veteranos de la Guerra de los Mil
Días, Isaías Gamboa y José Diago, ante el abandono completo
de las autoridades colombianas y el control peruano en la región,
solicitaron a una asamblea legislativa, que estaba reunida en ese
entonces, que se adelantara la colonización del sur de Colombia
mediante la fundación de colonias militares y la apertura de vías
de comunicación. Los dos oficiales se ofrecieron para realizar
esa tarea, si se les suministraba el armamento, equipos y demás
medios indispensables.
Durante la breve administración del general Ramón Gonzáles
Valencia, llamada con la significativa denominación de “el año

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