Grandes discursos - Séptima parte - Abogados de esto y de aquello de la abogacía, la literatura y el derecho - Libros y Revistas - VLEX 940463861

Grandes discursos

Páginas395-430
1
¬¬¬¬¬
¬¬¬" 395¬¬
CICERÓN
CONTRA QUINTO CECILIO EN EL
ANTEJUICIOSOBRE LOS ASUNTOSDE S ICILIA97
Si a alguno de vosotros, jueces, o de los que estáis presentes
causara extrañeza que, ejercitando yo durante tantos años en
causas y juicios públicos, siempre para defender y nunca para
perjudicar, de pronto mude de intento y descienda a ser acusador,
cuando conozca la razón o motivo de mi determinación, no sólo
aprobará lo que hago sino que estimará que como actor en esta
causa nadie debe serme preferido. Cuando después de haber
sido cuestor en Sicilia abandoné aquella provincia, tan grata y
perdurable memoria dejé de mi nombre y cargo en todos los
sicilianos, que a pesar de tener muchos y antiguos patronos,
creyeron encon trar también en mí un defensor de sus inter eses.
Ahora que se ven arruinados y vejados vienen con frecuencia a
mí todos ellos por virtud de acuerdos públicos, para que tome a
mi cargo la causa y defensa de sus intereses, recordándome que
muchas veces les había manifestado y ofrecido que, si llegara
día en que pudiera necesitarme, tomaría por empeño la defensa
de sus derechos. Añadían que ese tiempo había llegado, puesto
que ni dioses a quien implorar tenían en sus poblaciones, por
haber arrebatado Cayo Verres las sagradas imágenes de los más
venerados santuarios. Aseguraban que cuanto la lujuria podía
inventar de infamias, la crueldad de castigos, la avaricia de robos,
97 CICERÓN. “Enciclopedia Jackson” T.19 Grandes discursos, Jackson Editora, 1950,
p. 104, año 72, a de J.C. Esta pieza no puede calificarse como la mejor, o una
de las sobresalientes del verbo enardecido de Cicerón, aunque todo en él fue
extraordinario y sublime pero, es de las oraciones menos divulgadas y cono
cidas y, además, como él mismo lo anota, abandona su habitual papel de
defensor, para acusar. Batalla por conseguir un honor de excepción entre los
romanos: acusar a quien ha ofendido a la República, a las leyes. Obtener esta
distinción era conseguir atributo singular. Estos son suficientes motivos para
que figure en esta publicación.
1
¬¬¬¬¬
¬¬¬" 396¬¬
la soberbia de ultrajes, lo habían padecido durante los tres años
de gobierno de este pretor, y me pedían y rogaban no
desatendiera las súplicas de aquellos que, mientras yo viviese,
no suplicarían a ningún otro.
Decíales que ya tenían actor o acusador de Quinto Cecilio,
que había sido cuestor en la misma provincia después de mi
cuestura; pero esta excusa con que yo esperaba librarme de tan
pesada carga, volvióse en mi daño, porque más fácilmente
hubieran desistido de su empeño si no conocieran a Cecilio o si
éste no hubiera sido cuestor en su país. Impulsado, pues, jueces,
por los deberes de mi cargo, por el honor, por la compasión, por
el ejemplo de muchos buenos ciudadanos, por las antiguas
costumbres y por lo que nuestros mayores instituyeron, ha
determinado echar sobre mí el peso de este trabajo, no atendiendo
a mi provecho sino al de mis amigos. Hay, sin embargo, en este
asunto, jueces, algo que me consuela, y es que, pareciendo
acusación, más bien puede considerarse defensa. Defiendo, sí, a
muchos hombres, a muchas ciudades, a la provincia entera de
Sicilia. Así, pues, acusando a uno, par éceme que no me aparto de
mi propósito de def ender y amparar a los desgra ciados.
En medio del desenfreno de los hombres más perversos;
en medio de las continuadas quejas del pueblo romano; ante el
descrédito de los tribunales y la mala reputación de todo el orden
de senadores, persua dido de que el único remedio a tan tos males
consiste en que hombres idóneos e íntegros tomen la defensa
de la República y de las l eyes, he acudido por el bien de todos a
la defensa de la República en aquella parte donde mayor peli gro
la amenaza.
Ahora, pues, que os he manifestado los motivos de haber
aceptado esta causa, necesario es deciros cuál es nuestra
competencia para ser acusador, a fin de que determinéis quién
ha de serlo.
Creo, jueces, que cuando se acusa a alguno del delito de
cohecho, si hay varios que pretenden mantener la acusación,
convendrá, para decidir, tener en cuenta estas dos circunstancias:
primera, a quien prefieren por acusador los ofendidos, y segunda,
1
¬¬¬¬¬
¬¬¬" 397¬¬
quien es el que menos quiere el delincuente que lo sea. En esta
causa, jueces, ambas cosas resultan muy claras; sin embargo,
hablaré de ellas, empezando por la que debe valer más para
vosotros cual es la voluntad de aquellos que han sufrido los daños,
y a cuya instancia se sigue este proceso. Acusan a Verres de haber
asolado durante tres años la provincia de Sicilia, devastado sus
ciudades, saqueado las casas, robado los templos; a mí me
quieren por narrador de sus desdichas, por vengador de sus
injurias, por mantenedor de sus derechos, por el defensor de la
causa del pueblo romano. ¿Te atreverás a decir, Quinto Cecilio,
que no acepto esta causa a ruego de los sicilianos, o que no se
debe tener en cuenta la voluntad de tan buenos y fieles aliados?
Si te atrevieses a asegurar, como desea hacerlo creer Verres, de
quien te finges enemigo, que los sicilianos no han solicitado mi
defensa, librarías la causa de tu enemigo, no de la presunción,
sino del pleno convencimiento que existe de su conducta desde
que se divulgó que los sicilianos buscaban acusador para
procesarle por las ofen sas que les había causado. Si tú, enemigo
suyo, niegas hechos que él mismo, a quien más perjudican, no
se atreve a negar, cuida no parezca que eres demasiado amigo
de tu enemigo. Tengo además por tes tigos, esclarecidos varones
de esta ciudad. Cónstale a Marcelo, que está en el tribunal;
cónstale a Marcelino, que aquí veo, en cuya lealtad y prote cción
confían grandemente los sicilianos, pues la provincia entera es
adicta a todo el que llev a el nombre de Marcelo. Ellos saben q ue
se me pidió que me encargase de esta causa, y las veces y las
instancias con que se me pidió: de modo que, o había de
aceptarla, o faltar a lo s deberes de la amistad. Pero, ¿a qué valerme
de testigos como si el hecho fuera oscuro o dudoso? Presentes
están los hombr es más preclaros de toda la provincia rogándoos
y súplicandoos, jueces, que en la designación de acusador no
discrepe vuestro jui cio del suyo. Pero ¿por qué me han prefe rido
en la petición de este servicio? Lo diría si se dudara de que me lo
han pedido. No soy tan presuntuoso, jueces, que afirme ni
pretenda hacer creer a nadie que los sicilianos me han preferido
a todos sus protectores. No es así en verdad, y queda demostrado
que los sicilianos me pidieron su defensa, y por averiguar el valor

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR