Sobre guerras y estrategias
Sun Tzu, hace más de dos milenios, sentó las bases de la estrategia militar cuyo propósito es vencer sin necesidad de batallar. La esencia de la estrategia consiste en determinar qué actividades se deben emprender para alcanzar los objetivos establecidos.
Su texto es un clásico de reflexión en academias militares y escuelas de administración de empresas. La estrategia es indispensable tanto en empresas privadas (con o sin ánimo de lucro) como en entidades públicas, porque las organizaciones se crean para cumplir propósitos y alcanzar objetivos.
Una sociedad democrática pretende el bienestar de la población. Para lograrlo debe emprender actividades a fin de producir más bienes y servicios (educación, salud, bienes de consumo) y para eliminar o reducir los fenómenos negativos (delincuencia, por ejemplo).
En ese contexto, las fallidas guerras contra las drogas o la corrupción sugieren que no entendemos a cabalidad la naturaleza de esos problemas, y/o que los estamos enfrentando de forma equivocada.
A pesar de las cuantiosas inversiones militares, policivas y políticas represivas, el comercio de drogas ilícitas sigue creciendo a nivel global. Una explicación es que el delito es dinámico y los delincuentes innovan en sus actividades y comportamientos, mientras que las autoridades siguen respondiendo con las mismas políticas de antaño. Varios estudiosos han resaltado la necesidad de replantear la estrategia con un nuevo enfoque, el cual es más preventivo y educativo que represivo.
Los resultados de la guerra contra la corrupción también son precarios, pese a los cuantiosos recursos invertidos. El Consejo Privado de Competitividad y el anterior Auditor General de la Nación han estimado la corrupción en un monto cercano a $ 9 billones anuales. La percepción de organismos internacionales tampoco es alentadora. En el Índice de Transparencia caímos del puesto 55 en el 2005 (muestra de 158 países) al 94 en el 2012 (muestra de 174). La encuesta del Foro Económico Mundial 2011-2012 y el informe elaborado por la Ocde (enero 2013) también resaltan que la corrupción es uno de los principales obstáculos para hacer negocios y mejorar el bienestar en nuestro país.
Resulta desalentador que, pese a la expedición del Estatuto Anticorrupción (Ley 1474) y a que la sociedad gasta cerca de $ 2,5 billones anuales en organismos de control (contralorías, procuraduría y personerías, oficinas de control interno, entre otros), el problema sigue creciendo.
Lo anterior...
Para continuar leyendo
Solicita tu prueba