Cuando el general se llama Guerrero y el veterinario se apellida Toro - 28 de Mayo de 2014 - El Tiempo - Noticias - VLEX 512724122

Cuando el general se llama Guerrero y el veterinario se apellida Toro

Juan Gossaín Especial para EL TIEMPO El destino es tan impredecible que debería tener nombre de mujer. Solo al destino se le ocurre que en la plaza de mercado de Tunja haya una vendedora que se llama Lucila Plazas de Mercado. Ni que estuviera predestinada. Mi perplejidad no termina nunca: hace pocos días los alumnos de un colegio de Arjona, cerca de Cartagena, impidieron la entrada de su rector porque promete, pero no cumple. Una de las muchachas que lidera la indignada protesta se llama Eneida Pájaro Bravo. Mientras tanto, en el Hospital Central de Caracas trabaja el pediatra Luis Alberto Niño, nacido en Cali. En aquellos tiempos de la prehistoria, cuando yo era pequeño, y andaba correteando sudoroso por las calles polvorientas de San Bernardo del Viento, sin camisa y sin zapatos, llegaban al pueblo unas revistas de historietas que en el Caribe llamábamos paquitos y en el diccionario se llaman tebeos, una de las palabras más feas que se le hayan podido ocurrir a la mente humana. Aparecían en ellos unos personajes muy graciosos: un gordito calvo y malgeniado, que andaba todo el día con una gorra de cazador y una escopeta de dos cañones para matar al conejo Bugs. Era tan agrio su carácter que se llamaba, obviamente, Élmer Gruñón. Recuerdo también a un inventor chiflado, de ojos torcidos y sombrero puntiagudo de paja, que se pasaba la vida encerrado en su laboratorio. A veces se llamaba Ciro Peraloca y a veces Giro Sintornillo. Misterios de la vida real Desde entonces comenzó mi afición por descubrir nombres de personas que terminaron por parecerse al oficio que hacen, pero ya no en las inocentes viñetas cómicas sino en los peladeros implacables de la vida real. Se me ha ido media vida buscando casos verídicos dondequiera que se escondan. Hay algo de griego en eso. Sófocles decía que nadie escapa a su destino y los hechos parecen demostrar que tenía la razón. Un enigma cósmico aletea sobre esas historias. No son simples coincidencias sino misterios insondables de la naturaleza o profundos designios divinos. ¿Qué es lo que hace posible que un bebé de Santa Marta, al que bautizaron con el nombre de Luis Carlos Paredes, aparezca a los 44 años, después de haber sido taxista y carpintero, convertido en albañil? ¿Estaba predestinado a serlo, aunque diera todas las vueltas de este mundo? Hay ocasiones en que no se trata solamente de una asombrosa relación del apellido con el oficio, sino, incluso, con el lugar de nacimiento. Francisco Vélez...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR