Júbiz Hazbum, el inocente que se negó a salir de la cárcel - 6 de Marzo de 2014 - El Tiempo - Noticias - VLEX 496080826

Júbiz Hazbum, el inocente que se negó a salir de la cárcel

Juan Gossaín Especial para EL TIEMPO Lo recuerdo como si fuera hoy: estaba comenzando un largo puente festivo. La noche en que mataron a Luis Carlos Galán, el mejor hombre de mi generación, yo llegué a pasar el fin de semana en Santa Marta con un grupo de periodistas amigos que habíamos estado en Barranquilla para el cubrimiento noticioso de un partido de fútbol, en el que Colombia se jugaba su clasificación al campeonato mundial. Eran casi las tres de la mañana cuando tuvimos que regresar a Bogotá, de carrera, en el mismo avión que iba por todo el país transportando los paquetes de periódicos. Nunca olvidaré los gritos de un muchacho negro, que desfilaba en medio del sepelio, la cara bañada en lágrimas, y exclamaba con el puño en alto: “Justicia, justicia”. La muchedumbre lo coreaba. Cuatro días después, el 22 de agosto de 1989, cuando abrí el diario, estuve a punto de desplomarme. En primera página aparecía la foto de un hombre al que acusaban de ser el asesino. Lo reconocí de inmediato por la cabeza calva, los ojos profundos y los tres bigotes que tenía en la cara, uno encima del labio y otros dos a manera de cejas. Nunca en mi vida había visto, ni he vuelto a ver, un par de cejas más grandes, más tupidas y más revueltas que las suyas. Era Alberto Júbiz Hazbum. Israelí, palestino,

egipcio, terrorista Nos hicimos amigos en Barranquilla, donde yo había vivido pocos años antes, porque él, que era químico de profesión, trabajaba en la empresa de las Supertiendas y Droguerías Olímpica y yo era periodista de una emisora que pertenecía a los mismos propietarios. Los fines de semana solíamos coincidir jugando dominó y, sobre todo, en fiestas y parrandas. Nos reuníamos en las venerables instalaciones de La Cueva, que había sido refugio de escritores y artistas. Júbiz era tan alegre y expresivo, tan excéntrico y original, que sus amigos lo llamaban cariñosamente el ‘Loco’ Júbiz. Uno de los seres más buenos e inofensivos que uno pudiera tropezarse en la vida. En ese momento tenía 53 años. En aquella fotografía de la primera página, más ceñudo que nunca, llevaba bajo el brazo un periódico impreso en árabe. Las autoridades informaban que era un terrorista palestino, que había llegado del Medio Oriente especialmente para cometer el crimen, pero luego dijeron que ya no era palestino sino egipcio. A los tres días lo habían transformado en un agente secreto israelí. El episodio hubiera resultado cómico si no fuera tan trágico. El estadio, Soacha,

los...

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