‘He asistido al espectáculo de la evolución de la mesa’ - 15 de Mayo de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 569789842

‘He asistido al espectáculo de la evolución de la mesa’

Liliana Martínez Polo Cultura y Entretenimiento Nonagenario ya, Lácydes Moreno (30 de agosto de 1920-14 de mayo de 2015) era un viejo elegante, galante, lleno de flores para sus interlocutores y, sobre todo, para las damas de todas las edades. En un mismo minuto era capaz de convertirse en un espadachín de la palabra para defender el término ‘empanada de huevo’, acudiendo a la historia, a la costumbre, a la etimología, a lo que fuera necesario y, a la vez, llenar de correcciones cariñosas a quien hubiera cometido la osadía de llamarla ‘arepa e huevo’. Lo hacía porque pasó su vida estudiando los platos, los sabores, la forma como se fueron formando las cocinas, sobre todo la cartagenera que lo acunó y lo maravilló siempre, incluso después de haber recorrido mesas del mundo entero para compararla, juzgarla y declararla victoriosa. Insistía en que no se dijera que fue diplomático: “Pasé unos años en el servicio exterior –corregía–, no en la diplomacia, que es un término muy pomposo”. Pero ese servicio fue abono a las inquietudes culturales que lo llevaron, pese a su sencillez, a ser reconocido como autoridad gastronómica. “Al llegar a esta cumbre de la vida, pienso que el hombre es el resultado de su mundo histórico –le dijo a esta redactora en el 2010– .Vivimos tan rápidamente, tan vertiginosamente, que hoy los cambios son bruscos. Vengo de lo que antiguamente era la comida familiar, donde se forma el hogar. Y a través de estos estudios en los que me he pasado la vida, creo que no sé nada de cocinar, pero he asistido al espectáculo de cómo el concepto de la mesa ha ido evolucionando”. Nacido en Burdeos (Francia), Lácydes Moreno creció en Cartagena; su padre fue el periodista y fundador de El Mercurio, Benjamín Moreno Torralbo, que también fue jefe de redacción y editorialista de El Siglo. “Antes, en las casas no había televisor –contaba–, pero en mi casa familiar, en Cartagena, lo que había era libros. Y desde temprano tuve interés por la cocina, gracias a las negras que había en mi casa. Recuerdo a Cesaria; sus hijos eran mis compañeros de juegos, con ellos me metía al mar e hice la primera comunión... Entonces, ese matrimonio entre libros y cocina me llevó a ver a esta última desde la perspectiva que más me ha interesado: la cocina como un reflejo de culturas”. Creció saboreando la que años después afirmó que era una de las cocinas más variadas del mundo –algo de lo que empezó a ser consciente cuando ya trabajaba en el servicio exterior–...

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