Hombres sin miedo - 26 de Septiembre de 2022 - El Tiempo - Noticias - VLEX 911209711

Hombres sin miedo

Durante casi veinte años, los dos hombres fueron rivales. Se enfrentaron cuarenta veces. Se pelearon los títulos más codiciados del mundo. Estudiaron las flaquezas de su adversario, la potencia, el gesto, el movimiento. Casi dos décadas obsesionados con vencerse el uno al otro, con superarle, arrancarle la ovación del público al final de la partida. Todo esto para que al final, Roger Federer decida cerrar su carrera de oro jugando del mismo lado de la malla con su mayor adversario: Rafael Nadal. No sé si hemos podido digerir la dimensión de la lección que nos deja la imagen de este par derramando lágrimas con las manos entrelazadas. Y quizá no hemos podido, porque en un mundo donde los hombres han sido educados para reprimir sus demostraciones de afecto hacia otros hombres, ver a los más grandes tenistas del mundo llorar con ternura el adiós del contrario entre quienes más han dado de sí en la competencia resulta imprevisible, por no decir extraño. "Se gana mucho más cuando reconoces en la derrota que el otro fue mejor. Se gana más, infinitamente más, cuando se aprende a perder", escribió en su columna de opinión Manuel Jabois para el diario El País. Cabe preguntarse si los cuarenta grand slam ganados entre ambos jugadores habrían sido posibles sin el respeto, la admiración y el reconocimiento de la grandeza mutua entre estos dos rivales. Me atrevo a sugerir que no. Y es que en este mundo dominado por machos que día a día nos dan demostraciones de masculinidad y poder desde el ejercicio de una competencia destructiva, parecería imposible ver cómo los más grandes tenistas no solo no se odian a muerte ni celebran con fuegos artificiales el retiro de su rival, sino que al contrario manifiestan públicamente el reconocimiento, gratitud y afecto hacia su adversario. Aprender que la práctica hace al maestro, que se puede ganar en fuerza y destreza al encontrar un contrincante que nos impulse a llegar al límite de nuestras capacidades y que, por lo mismo, esta persona merece todo nuestro respeto, es de una grandeza poco usual en...

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