La hora de la buena adaptación - 6 de Febrero de 2016 - El Tiempo - Noticias - VLEX 593490950

La hora de la buena adaptación

El panorama actual del Magdalena nos hace preguntarnos sobre cómo un país con una de las mayores disponibilidades per cápita de agua dulce del planeta pase por tantas dificultades para hacer frente a los extremos del clima. Desde hace varios meses, en muchos municipios de la cuenca, el abastecimiento de agua para las personas, y la producción de alimentos y energía, se encuentra gravemente limitado por una intensa sequía. Los mismos sectores que hace cinco años se vieron afectados por una ola invernal. Históricamente hemos respondido a los extremos climáticos de manera aislada, como si fueran problemas independientes; por ejemplo, durante épocas de invierno es común que desarrollemos o ampliemos obras de infraestructura como diques, canales y embalses para proteger zonas urbanas y actividades productivas localizadas en antiguos humedales, zonas de recarga de acuíferos y planicies de los ríos. Sin embargo, durante las épocas de estiaje, estos sistemas naturales transformados, que ahora son incapaces de recibir y almacenar aguas, conllevan a sequías más largas e intensas. Para enfrentarlas, vemos cómo se proponen y construyen nuevos embalses, desviaciones y trasvases para garantizar la provisión de agua, fragmentando a su vez los ríos y otros ecosistemas de agua dulce, y limitando su capacidad de proveer servicios como la depuración de las aguas y la pesca, de las cuales depende el abastecimiento de las personas y la seguridad alimentaria. Estos pocos ejemplos ilustran un ciclo donde la llamada “adaptación al cambio climático” desconoce las múltiples relaciones de causa y efecto de la intervención de los sistemas naturales y los servicios que dichos sistemas proveen a la sociedad. En la práctica, esto se llama ‘mala-adaptación’. Le propongo que imaginemos un escenario opuesto, que llamaremos de ‘buena-adaptación’. Junto a mis colegas de TNC realizamos un rápido ejercicio de modelación matemática, en el cual tomamos hipotéticamente una cuenca de ladera andina de alta montaña de 1.000 kilómetros cuadrados (por cierto, menos del 0,5 por ciento de la superficie total de la cuenca del Magdalena), para comparar la capacidad de retención y...

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