Un horizonte crepuscular
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U
Cuando se comienza a dibujar el espacio cerrado de la cárcel,
expediente enorme que requiere de una penetrante lectura para llegar
a entender cómo se construye la visión (no apocalíptica) hacia el plano
(y el contraplano) de las ideas y políticas penitenciarias.
Incluso da pie a otras cosas. Institucionalizar conceptos y categorías
que sirven para ejecutar –en determ inados casos– acciones punitivas
por parte del Estado. La tarea exige, sin embargo, la inclusión de otros
niveles discursivos.
Es un hecho histórico que las imágenes de la cárcel, por represivas
libertad, el tiempo de condena impuesto por el juez, y la ubicación y el
régimen al que esté sometido el penado, por una parte. Asimismo, la
de la reacción social ante la conducta desviada; y, consecuencialmente,
estrados judiciales, por la otra, son algunas áreas de interés en el
análisis de la cárcel. Pero antes de estas, hay cuestiones cruciales que
los políticos han convertido en un debate demagógico: la inseguridad,
la delincuencia, la prevención del delito.
Nos equivocaríamos si apuntáramos los proyectores solo sobre los
patios de la cárcel. Más allá y más acá de los muros de la prisión, hay
demarcaciones teórico-conceptuales y prácticas que claman por una
documentación y registro de lo ocurrido en las dos sociedades: la de
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