Las iglesias al poder - 23 de Septiembre de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 876159964

Las iglesias al poder

Parece ser que todavía hay gente en Colombia que se indigna de que los políticos hagan acuerdos políticos (increíble) para llegar al poder, que es la esencia misma de la política. No es la única, claro que no, porque también está la dimensión ideal y noble de la política: lo que ahora llaman la ‘visión de futuro’, lo que ahora llaman ‘la agenda de país’. Esto hay que decirlo moviendo las manos hacia adelante, como quien pone un plato sobre la mesa. Se trata de un viejísimo dilema, o más que un dilema son las dos caras de una misma moneda: la política es a la vez grandeza y pequeñez, noble ideal y sucia mecánica, ideas trascendentales e intrigas de café. Compaginar ambas cosas suele ser el sello de los mejores políticos, que para serlo necesitan una altísima dosis de cinismo y de abyección. Suena horrible, sin duda, y puede llegar a ser aún peor: eso es la política, quien lo probó lo sabe. Y no es que preocuparse por ‘lo fundamental’ esté mal, todo lo contrario. Solo que en el terreno de lo práctico es imposible hacer que buena parte de eso que se considera ‘lo fundamental’ se logre sin el poder en las manos. Y para llegar al poder hay que transitar ese camino sinuoso de transacciones y componendas, arreglos y traiciones, defecciones y contradicciones, engaños y amarguras: lo contrario, por desgracia, casi no existe. Lo que pasa es que a los políticos, salvo que sean muy cínicos o muy hábiles, y los hay, no les gusta que les digan que lo son. Prefieren en cambio que los llamen ‘estadistas’ y que sus seguidores sientan que militan en una cauda iluminada y pura que es distinta -ah, esta sí- a todas las demás. Como si la suya fuera una empresa moral y heroica, una especie de martirio abnegado por el bien de la patria. Entonces se cita esa famosa frase que siempre se le atribuye al pobre Churchill: "El político piensa en la próxima elección, el estadista piensa en la próxima generación...". Por lo general esa frase la suelta el estadista para no ser considerado un vulgar...

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