Impacto de las microfinanzas en la educación formal de niños en hogares de Bolivia - Núm. 56, Julio 2005 - Revista Desarrollo y Sociedad - Libros y Revistas - VLEX 831522669

Impacto de las microfinanzas en la educación formal de niños en hogares de Bolivia

AutorMaldonado Jorge Higinio, González Vega Claudio
Páginas23-66
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Impacto de las microfinanzas en la educación
formal de niños en hogares de Bolivia*
The influence of microfinance on the children
schooling of Bolivian households
Jorge Higinio Maldonado **
Claudio González Vega***
Resumen
Los programas de microfinanzas, a la vez que estrategia para reducir la
pobreza, pueden tener efecto en el desempeño escolar de los hijos de sus
clientes. Este trabajo utiliza datos de tres encuestas realizadas a hogares
clientes de organizaciones microfinancieras en Bolivia, para examinar
diferentes canales mediante los cuales éstas pueden generar impacto en
la escolaridad. Se identifican cinco canales o efectos: ingreso, manejo de
riesgo, demanda por trabajo infantil, género e información.
* Este estudio surge de un capítulo de la disertación de doctorado de Jorge Maldonado en el
Departamento de Economía Agrícola, Ambiental y del Desarrollo en Ohio State University,
trabajo asesorado por Claudio González. Queremos agradecer a Vivianne Romero, quien
desde Bolivia marcó el camino para este estudio. También, agradecer a las personas en
Bolivia que ayudaron a recopilar y procesar la información y, obviamente, a las clientes de
CRECER y Pro Mujer, que con su trabajo constante nos muestran que el ideal de las micro-
finanzas es posible.
** Profesor asistente de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes, correo
electrónico: jmaldona@uniandes.edu.co.
***Profesor y director del Programa de Finanzas Rurales de Ohio State University, correo
electrónico: gonzalez.4@osu.edu.
Este artículo fue recibido el 28 de septiembre de 2005, y aceptado el 29 de noviembre de
2005.
ISSN 1900-7760
(Edición Electrónica)
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niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
Los resultados desafían los supuestos usuales acerca de los progra-
mas de microfinanzas. En particular, para algunos hogares, el acceso
a crédito tiene efectos conflictivos con la permanencia de los niños en
el sistema educativo, ya que, aunque incrementa la demanda por edu-
cación como resultado de los efectos ingreso, manejo de riesgo, géne-
ro e información, hogares que ganan acceso a microfinanzas descubren
nuevas demandas por trabajo infantil. De estos resultados paradójicos
se derivan significativas consecuencias de política.
Palabras clave: microcrédito, desarrollo, educación, vinculación es-
colar, reducción de pobreza, Bolivia.
Clasificación JEL: C25, D13, G20, I21, J22, J24, O12, O16, O18, O54.
Abstract
Microfinance programs while strategic for poverty alleviation, may have
an effect on the education performance of their client’s children. This
paper uses data from three different surveys of households of clients of
microfinance organizations (MFOs) in Bolivia to examine several channels
through which microfinance may exert an influence on education perfor-
mance. Five channels are identified, designated as income, risk-
management, child-labor demand, gender, and information effects.
The results challenge usual assumptions in microfinance programs.
In particular, for some ranges of household income and some types of
borrowers, access to loans has conflicting effects on school enrollment.
On the one hand, loans increase the demand for education as a result
of income, risk-management, gender, and information effects. On the
other hand, credit-constrained households that cultivate land or operate
labor-intensive micro enterprises discover new demands for child la-
bor, either for farming, working in the micro enterprise, or taking care
of siblings while the mothers operate the new or expanded business.
Significant program and policy consequences are derived from these
paradoxical results.
Key words: microcredit, development, education, school enrollment,
poverty alleviation, Bolivia.
JEL Classification: C25, D13, G20, I21, J22, J24, O12, O16, O18, O54.
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Introducción
Reducir la pobreza es uno de los principales desafíos para los países
en desarrollo en el presente siglo. La formación de capital humano ha
sido reconocida como una herramienta efectiva para reducir la pobre-
za en el largo plazo (Schultz, 1961; Bils y Klenow, 2000; Krueger y
Lindahl, 2000). Paradójicamente, en las áreas rurales de los países en
desarrollo el acceso a la educación es limitado (Barro y Jong-Wha,
2000). Algunos observadores preocupados por el tema han enfatizado
en las restricciones de la oferta, por la escasez de infraestructura y
recursos (como caminos, escuelas, profesores y materiales). Sin em-
bargo, los bajos alcances en materia de escolarización, pueden refle-
jar también consecuencias en la demanda por educación, debido a
fuertes restricciones presupuestarias, y en la competencia por el tiem-
po de los niños como fuente de mano de obra familiar.
Este estudio se concentra en el problema de la formación de capital
humano por el lado de la demanda por educación. En particular, la
demanda por educación, depende tanto de las preferencias del hogar
como de las restricciones presupuestarias, las cuales son influenciadas
por los niveles de ingreso. Si se asigna un valor marginal suficiente-
mente alto a la educación de los miembros de la familia, los aumentos
en el ingreso resultarán en mayores gastos en educación (es decir, se
espera una elasticidad positiva de ingreso de la demanda por educa-
ción). Para algunos rangos de ingresos, dicha elasticidad puede ser
incluso mayor a uno, con un incremento más rápido de la tasa de
gastos en educación que la del mismo ingreso.
A su vez, dado el potencial de oferta laboral de los niños, un bajo
nivel de ingreso en el hogar implica un alto costo de oportunidad de
mantenerlos en la escuela. En particular, la utilidad marginal de una
unidad adicional de ingreso puede ser mayor para un hogar pobre, en
cuyo caso este costo de oportunidad es más alto para un hogar pobre
respecto a un hogar rico. Por tanto, se espera que los niveles de ingre-
so afecten en forma positiva las decisiones de escolarización en los
hogares pobres, mientras que choques adversos que reducen el ingre-
so, deberían afectar negativamente estas decisiones. Al mismo tiem-
po, gracias a que en el mercado laboral puede premiarse con mayores
ingresos la alta productividad de los miembros de los hogares mejor
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educados, las expectativas sobre las oportunidades productivas y de
empleo futuro influirán en estas decisiones (Duryea y Pagés, 2002).
La demanda por trabajo infantil se puede dar si es para satisfacer los
requerimientos básicos de generación de ingresos del hogar o para el
cuidado de miembros del hogar más jóvenes y así facilitar los esfuer-
zos de trabajo de los miembros más productivos del hogar. Además,
resultados diferenciales en la escolaridad pueden reflejar factores cul-
turales, como la división tradicional de trabajo y las expectativas acerca
de los papeles que corresponden a cada género, además de diferen-
cias en las preferencias entre hombres y mujeres.
Las microfinanzas pueden influir en la demanda por educación y en la
demanda por mano de obra infantil, por medio de diferentes canales.
Los servicios financieros (préstamos, instrumentos de pago y facilida-
des de depósito) permiten a los hogares tomar mayor ventaja de sus
oportunidades productivas, facilitan la suavización del consumo en pre-
sencia de flujos de ingreso inestables y estacionales y ofrecen herra-
mientas para el manejo del riesgo cuando se presentan eventos adversos,
reduciendo así la vulnerabilidad asociada con la pobreza (Sharma y
Zeller, 1999). Así, flujos de ingresos mayores y particularmente más
estables, afectarán en forma positiva la demanda por educación.
Sin embargo, típicamente, problemas de información, de incentivos y
de mecanismos para garantizar el cumplimiento de los contratos res-
tringen severamente el acceso de los hogares pobres a los mercados
financieros formales (González-Vega, 2003). Además, como el capital
humano no puede ser embargado ni transferido al prestamista en caso
de no pago, no se puede usar como garantía para un préstamo (colate-
ral). En consecuencia, los pobres deben financiar sus decisiones educa-
tivas a partir de su riqueza acumulada, ingresos retenidos o abstención
de consumo o trabajo productivo presente. Ya que son pobres, el costo
marginal de hacerlo puede ser prohibitivamente alto (Ray, 1998).
Estos problemas típicos de los mercados de crédito acentúan la doble
causalidad entre ingreso y capital humano. Junto con retornos cre-
cientes a la inversión en educación, estas fallas generan lo que se
conoce como trampas de pobreza (Bardhan y Udry, 1999). Hogares
relativamente ricos, son capaces de invertir en capital humano, en
generar mayores ingresos y en mantener su riqueza; en contraste, los
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hogares pobres son incapaces de invertir en capital humano, conti-
núan obteniendo bajos ingresos y se mantienen pobres.
Mediante innovaciones en tecnologías de crédito costo-efectivas, las
organizaciones microfinancieras (OMF) han ofrecido, principalmen-
te, préstamos y, en algunos casos, facilidades de depósito a segmen-
tos pobres de las poblaciones rural y urbana, que de otra forma no
tendrían acceso a las finanzas formales (Rodríguez-Meza y González-
Vega, 2003; Quirós, Rodríguez-Meza y González-Vega, 2003; Nava-
jas y González-Vega, 2002). Estas innovaciones han permitido a los
hogares que no tienen garantías tradicionales, comprometer su repu-
tación en la comunidad y el valor presente de su relación con las OMF
–basados en su habilidad futura para generar ingresos por medio de
sus microempresas o formación de capital humano–, como garantía
para sus préstamos. Algunos observadores esperan que éste pueda ser
un mecanismo importante para influenciar directa o indirectamente
los resultados acerca de la educación de los niños y niñas.
La literatura disponible ha identificado diferentes canales mediante
los cuales las microfinanzas pueden afectar la formación de capital
humano. En este estudio, estos efectos y algunos nuevos son agrupa-
dos en cinco categorías:
Primera. Es ampliamente reconocido que los niveles de ingreso afec-
tan los niveles de educación (Behrman y Knowles, 1999). Cambios en
el ingreso modifican la capacidad de los hogares para asumir los costos
de oportunidad de la educación. Dado que las microfinanzas pueden
influenciar en el crecimiento del ingreso de los hogares pobres, a la vez
pueden afectar la demanda por educación (efecto ingreso).
Segunda. La vulnerabilidad de los hogares pobres a eventos exógenos
adversos y la volatilidad de sus ingresos no sólo afectan su estabili-
dad para asumir los costos de oportunidad de la educación, sino tam-
bién los obliga a involucrarse en estrategias para manejar el riesgo
que pueden requerir sacar a los niños de la escuela y afectar el enrola-
miento sostenido en el tiempo. Este resultado puede ser transitorio, a
menos que existan trampas de pobreza, tanto porque los gastos esco-
lares no pueden ser asumidos o porque los niños son necesarios para
generar ingresos extra indefinidamente. La ausencia de los instrumen-
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tos usuales para enfrentar el riesgo, como préstamos de emergencia,
oportunidades de ahorro y mercados de seguros, generan la adopción
de estrategias costosas para suavizar el ingreso (Deaton, 1997). Para
poder manejar el riesgo, los hogares pobres usualmente adoptan pla-
nes de producción diversificados y estrategias de empleo y migración
que reducen la exposición al riesgo, aun si estas acciones implican
menores niveles de ingreso promedio (Morduch, 1995). Adicional-
mente, los hogares estabilizan el consumo por medio del ahorro, la
venta de activos, sacando los niños de la escuela y desarrollando sis-
temas informales de crédito y seguros (Kanbur y Squire, 2001). El
acceso a préstamos ofrecidos por las OMF, en particular cuando se
ofrecen préstamos de emergencia –como aquéllos basados en las cuen-
tas internas de los bancos comunales en los programas de village
banking–, reducen la probabilidad de que los niños sean retirados de
la escuela cuando se presentan estos eventos adversos.
Jacoby y Skoufias (1997), entre otros, muestran cómo hogares pobres
afectados por pérdidas súbitas de ingresos retiran a sus niños del cole-
gio: en una muestra de seis comunidades en India, un 10% de dismi-
nución en el ingreso agrícola, debido a la estacionalidad en la
producción, generó una caída en la presencia semanal de los niños en
el colegio de cinco días. El acceso a las microfinanzas puede mejorar
la capacidad de los hogares para anticipar y manejar las caídas en los
ingresos y, por tanto, influenciar en forma positiva la demanda por
educación (efecto manejo de riesgo).
Tercera. Varios estudios han sostenido la hipótesis de que, en compa-
ración con los hombres, las mujeres muestran una mayor preferencia
por la educación de sus hijos (Thomas, 1990; Behrman y Rosenzweig,
2002; Sallee, 2001). Si las preferencias relacionadas con la educación
están vinculadas con el género y si las microfinanzas mejoran el acce-
so de las mujeres a los préstamos y, por tanto, alteran su capacidad
para influenciar las decisiones de educación en el hogar, la tasa de
formación de capital humano puede mejorar por el acceso a estos ser-
vicios (efecto género). Este enfoque sustituye el modelo unitario tra-
dicional de optimización de un único conjunto de preferencias dentro
del hogar por un proceso de negociación interno (Haddad, Hoddinott
y Alderman, 1997). El resultado de este proceso de negociación refle-
ja las diferencias tanto en las funciones de preferencia entre géneros
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como en el poder relativo de cada miembro para influenciar las deci-
siones del hogar (Phipps y Burton, 1995; McElroy, 1997; Nanda, 1999).
Cuarta. Dada la incertidumbre acerca del futuro, la información imper-
fecta respecto a las oportunidades y a las altas tasas de descuento priva-
das –usualmente a causa de la pobreza–, las decisiones de los hogares
relacionadas con la educación pueden ser miopes intertemporalmente.
Estas decisiones pueden ser revisadas con la adquisición de nuevo co-
nocimiento que modifique las preferencias intertemporales o cambie
las percepciones acerca del valor de la educación. Si el acceso a las
microfinanzas cambia la percepción relacionada con las oportunidades
o permite aprender acerca de los retornos potenciales, se puede generar
un impacto positivo (efecto información). En efecto, se ha encontrado
que mayores niveles de educación de los padres afectan en forma posi-
tiva las decisiones de educación de los hijos (Lillard y Willis, 1994).
En particular, las preferencias acerca de la educación pueden ser
influenciadas por programas de capacitación para adultos, que desta-
quen la educación como una herramienta para la generación de ingre-
sos o como un determinante de la calidad de vida tanto de la familia
actual como de las de los hijos. Algunas OMF, como es el caso de
CRECER y Pro Mujer en Bolivia, mantienen reuniones con sus clien-
tes regularmente y aprovechan estas reuniones para difundir informa-
ción acerca de reproducción saludable, salud, nutrición y educación
de niños, entre otros temas. La influencia de estos programas conjun-
tos, de crédito y educación en mejorar la calidad de vida, ha sido tema
de gran debate (MkNelly y Dunford, 1999; Littlefield, Morduch y
Hashemi, 2003).
Un importante debate adicional cuestiona la optimalidad, desde una
perspectiva organizacional, de proveer conjuntamente crédito y otros
servicios no financieros. Por una parte, pueden existir economías de
escala (o economías de alcance) en la provisión conjunta de estos
servicios. Por otro, la oferta de servicios no financieros puede amena-
zar la búsqueda de la sostenibilidad financiera de la OMF, a través de
deseconomías por la sobrecarga de las capacidades gerenciales de la
organización o por la generación de señales que debiliten la discipli-
na del cliente y, por tanto, su disponibilidad a pagar (González-Vega,
1998; Rhyne y Otero, 1992). Aunque este tema ha sido ampliamente
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analizado por González-Vega, no se tiene en cuenta en este trabajo.
En este sentido, este análisis es parcial o incompleto, porque sólo
evalúa el valor marginal de la oferta de servicios de crédito con edu-
cación, pero no mide el costo marginal de proveer estos servicios.
Estas organizaciones pueden en realidad enfrentar un trade-off entre
ofrecer de manera exitosa un servicio no financiero y un paquete de
servicios financieros simples (rudimentario pero valioso), contra ofre-
cer un menú más amplio y diversificado de servicios exclusivamente
financieros, como lo hacen algunas otras OMF (Quirós, Rodríguez-
Meza y González-Vega, 2003). Además, la evaluación de costo bene-
ficio de estos enfoques, debe considerar las condiciones iniciales del
segmento objetivo de la población y la infraestructura gubernamental
existente para la prestación de estos servicios.
Quinta. Existe un creciente número de estudios sobre la influencia de
la demanda por trabajo infantil en el desempeño escolar de los niños
(Psacharopoulos, 1997; Jensen y Nielsen, 1997; Patrinos y
Psacharopoulos, 1997; Grootaert y Patrinos, 1999; Trigueros, 2002).
Las actividades productivas adicionales que se hacen posibles gracias
al acceso a microfinanzas, pueden cambiar la demanda de los hogares
por mano de obra infantil, directamente en microempresas en expan-
sión o recientemente creadas, o indirectamente, en el cuidado de los
niños, en actividades de la finca o en otras actividades domésticas
(efecto demanda por trabajo infantil).
El propósito de este trabajo es evaluar la influencia de las microfinan-
zas en la formación de capital humano, examinando si los niños y
niñas de hogares con acceso a programas conjuntos de crédito y edu-
cación muestran una mayor permanencia en la escuela, comparados
con los niños y niñas de hogares sin acceso a dichos programas.
I. Metodología
La valoración del impacto, que implica atribuir efectos específicos a
intervenciones específicas, encuentra problemas metodológicos enor-
mes (Ravallion, 2001). Meyer (2002) afirma que la medida y atribu-
ción del impacto de las microfinanzas en sus clientes es el aspecto
más difícil y controversial en la evaluación del desempeño de las OMF.
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Para ilustrar estos problemas y siguiendo a Ravallion (2001), se de-
nota Pi como la participación del hogar en el programa (por ejemplo,
el padre del i-ésimo niño gana acceso a los servicios de microfinan-
zas), donde Pi = 1, si el padre del niño participa y Pi = 0, si él/ella no lo
hace. Si el hogar no participa, el resultado de educación del niño es
S0i. Si el hogar participa, el resultado de educación para el niño es S1i.
La ganancia en el logro de educación, Gi, gracias a la participación en
el programa del microfinanzas para un hogar que participa, es:
Gi = S1i – S0i | Pi = 1 (1)
Una estimación insesgada de la ganancia real media en el logro de
educación sería:
G = E(S1i – S0i | Pi = 1) (2)
Esta ganancia es el aumento promedio en educación para aquellos
hogares que participan en el programa de microfinanzas comparado
con aquéllos que no lo hacen. Sin embargo, a partir de la información
disponible, típicamente no es posible calcular G. En cambio, la infor-
mación que está disponible es el resultado para los niños de las fami-
lias participantes y para los niños de las familias no participantes.
Para obtener una estimación de la ganancia, D, se puede establecer:
D = E(S1i | Pi = 1) – E(S0i | Pi = 0) (3)
Donde la relación entre G y D está dada por:
D = G + B (4)
donde B se refiere al sesgo en la estimación. Este sesgo está dado por
B = E(S0i | Pi = 1) – E(S0i | Pi = 0) (5)
El sesgo es la diferencia esperada en el resultado (educación) sin el
tratamiento (participación en el programa de microfinanzas) entre
hogares que realmente participaron y aquellos que no lo hicieron. El
sesgo podría corregirse si se conociera E(S0i | Pi = 1), pero no hay
manera de tener un estimado muestral de esta variable: no se puede
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observar qué desempeño habrían tenido los niños cuyas familias real-
mente participaron en el programa, si no hubiesen participado. El ses-
go surge si hay una diferencia en el resultado medio entre los grupos
tratados y no tratados en ausencia del programa; es decir, si hubiese
habido una diferencia entre el desempeño de niños de familias que
accedieron a préstamos y el de familias que no lo hicieron, en ausen-
cia de servicios microfinancieros, debido quizá a algunas otras cir-
cunstancias no observadas, tales como la motivación y las habilidades
de los padres u otras razones.
Por consiguiente, una dimensión importante de estas dificultades, re-
levantes para este estudio, es la posibilidad de sesgo de selección.
Tanto la selección de clientes como la localización del programa son
fuentes de preocupación. La primera inquietud surge porque, proba-
blemente, los clientes de las OMF no se seleccionaron al azar; en
lugar de esto, ellos cuentan con características que los hacen
sistemáticamente diferentes de las observadas en una muestra selec-
cionada al azar y, por tanto, también de las de no participantes.
La autoselección dentro del programa puede ocurrir a causa de dife-
rencias sistemáticas en las preferencias entre aquellos que eligen par-
ticipar y aquellos que no lo hacen. Además, si la entidad crediticia
utiliza un criterio sistemático para la elección de los clientes y la asig-
nación de préstamos, los beneficiarios del crédito deben diferir de los
no beneficiarios. Por consiguiente, los no participantes no son un gru-
po de comparación equivalente que pueda ser usado como control
para hacer las comparaciones. Ignorar esta fuente de endogeneidad
potencial puede llevar a sesgos, por la omisión de variables importan-
tes no observadas como la iniciativa, la diligencia, la responsabilidad
y la honestidad, entre otros (Moffitt, 1991).
La segunda preocupación surge porque las OMF eligen iniciar opera-
ciones en áreas con atributos específicos, como comunicación y me-
dios de transporte o conglomerados de clientes objetivo (Pitt y
Khandker, 1998). Los programas también pueden ser desarrollados
en localidades que sean más dinámicas que otras o en donde la inci-
dencia de pobreza sea mayor. Estos factores locales, así como algu-
nos atributos de los hogares que no se pueden medir fácilmente, pueden
afectar simultáneamente la demanda por participación en el progra-
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ma, el empoderamiento de las mujeres y la demanda por educación.
Esta posibilidad de sesgo de selección implica una dificultad para de-
terminar si las diferencias entre los grupos se deben a la oferta de servi-
cios de microfinanzas o a los clientes o localidades no representativos.
Para enfrentar el problema de selección de sesgo, es necesario identi-
ficar lo que habría pasado sin participación; es decir, se necesita usar
un grupo de comparación apropiado. Este grupo se diseña de manera
que sea representativo del grupo tratamiento de participantes, siendo
la única diferencia que el grupo de la comparación no participó en el
programa. Para lograr esto, existen diferentes enfoques, como
aleatorización, emparejamiento (matching), comparaciones reflexi-
vas, doble diferencia y variables instrumentales, entre otros (Ravallion,
2001). La viabilidad de algunos de estos métodos puede estar limita-
da por diferentes circunstancias; por ejemplo: éstos pueden ser dema-
siado costosos u obtener la información deseada puede ser una labor
difícil o imposible de cumplir.
Este estudio intenta minimizar el problema de selección y puede que
algunos problemas de selección aún estén presentes. La estrategia
usada es un enfoque de cohorte en el proceso de muestreo, lo que
genera resultados similares a aquellos de comparaciones reflexivas.
Los participantes fueron controlados según su antigüedad; es decir,
su tiempo de permanencia como clientes de las OMF. Desde esta pers-
pectiva, ellos son separados en clientes antiguos, con más de un año
en el programa, para quienes se espera que los beneficios (como los
impactos de educación) ya se han materializado, y en clientes nuevos,
con menos de un año de participación, quienes han superado el meca-
nismo de selección para acceder al crédito pero para quienes los be-
neficios aún no se han materializado. Por consiguiente, el supuesto
clave es que, aquellos que han sido miembros del programa por un
corto período (es decir, menos de un año), no han tenido tiempo sufi-
ciente para aumentar sus ingresos o cambiar su actitud frente a la
educación y, por tanto, los resultados esperados no pueden ser obser-
vados todavía. Ellos son un grupo control para la comparación de
hogares con miembros que han recibido crédito y capacitación no for-
mal durante mayores períodos. No obstante, la autoselección puede
continuar presente, si los participantes antiguos poseen característi-
cas no observables que los hagan diferir de aquellos participantes más
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recientes. Éste, por ejemplo, podría ser el caso si el mecanismo de
selección de la OMF ha cambiado de alguna forma, que afecte las
variables no observadas.
Al dividir la muestra en clientes antiguos (más de un año de permanen-
cia) y clientes nuevos, se controla por aquellas variables que son no
observables pero que inducen a los participantes a convertirse en clien-
tes, con la ventaja de que los nuevos clientes no se han expuesto toda-
vía a los beneficios del programa de microfinanzas, mientras los clientes
antiguos sí. De esta manera, la consecuencia de las diferencias en la
educación entre los niños de clientes antiguos y nuevos –después de
controlar por variables demográficas y ambientales–, es efecto del pro-
grama, es razonable, como lo es la expectativa de que estos estimados
sean insesgados. Sin embargo, estos resultados no pueden comparar-
se con el desempeño de los no participantes, ya que no hay informa-
ción de ellos en las bases de datos disponibles.
II. Modelo
Basándose en Schultz (1993), Lardé de Palomo y Argüello de Morera
(2000) reconocen que en países en desarrollo, la incorporación tardía
de niños al sistema educativo y su deserción temprana se deben, prin-
cipalmente, a factores asociados a la demanda. Cuando los padres
deciden acerca de la educación de sus hijos, eligen asignar una frac-
ción del ingreso del hogar a educación, de acuerdo con la rentabilidad
que ellos perciben de esa educación. Esta percepción depende, a su
vez, del propio nivel de educación de los padres y de las características
socioeconómicas del entorno. Los programas de crédito con educación
pueden influir en estas percepciones. Behrman, Pollack y Taubman
(1986) argumentan que los recursos para la educación son divididos de
acuerdo con el número de niños, su género y su edad, dada la composi-
ción del hogar y la severidad de la restricción presupuestaria.
Además, en las áreas rurales de los países en desarrollo, la demanda
por escolarización está influenciada por determinantes de otras for-
mas de capital humano, que pueden sustituir o complementar la edu-
cación y que son afectadas por los programas conjuntos de educación
y crédito (como salud y nutrición), por las ganancias de productivi-
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dad y la diversificación de las fuentes de ingreso laboral (también
influidas por el acceso a microfinanzas), por los flujos de ingreso no
laborales (como subsidios y remesas) y por la propiedad de activos
que pueden ser utilizados como garantías (colateral) para los présta-
mos. Khandker (1998) encontró que, en Bangladesh, los microprésta-
mos han tenido un impacto significativo en la escolarización de los
niños, especialmente en los varones. Este hallazgo implicaría que el
género del niño puede ser importante. De hecho, para los países con
bajo ingreso, Ray (1998) encontró que, en 1995, había por lo menos
casi dos veces más mujeres que hombres analfabetos.
Para el análisis de este trabajo, se asume que los padres toman la
decisión de enviar a sus niños a la escuela con la perspectiva de que
ésta es una inversión de largo plazo. Varios autores han modelado la
educación como una decisión de inversión que genera un flujo de
beneficios y costos a través del tiempo (Becker, 1993; Glick y Sahn,
2000). Dada una tasa de descuento intertemporal del hogar y otras
características particulares, cada hogar percibe un valor presente neto
esperado de la decisión de educar a sus niños.
El modelo parte de suponer un hogar cuyos miembros pueden dividirse
en tres grupos: adultos que trabajan, niños que pueden trabajar o asistir
al colegio, y niños más jóvenes que no pueden trabajar. Para el caso
más simple, se asume que los adultos no tienen ningún nivel de alfabe-
tización. Este supuesto podría relajarse en una extensión del modelo,
pero se mantiene aquí por simplicidad, sin pérdida de generalidad.
En el primer período (t = 0) de un modelo simple de dos períodos, el
hogar invierte en la educación de sus niños. En el segundo período
(t = 1), los niños crecen y el hogar cosecha los beneficios. Además
de los gastos en educación para cada niño (E), el hogar consume
bienes y servicios durante ambos períodos (C0 y C1).
Las fuentes de ingreso del hogar son las ganancias generadas por el
trabajo de los miembros del hogar (L), proporcionadas por adultos
(quienes no se han educado) y niños capaces de trabajar. El trabajo se
remunera a un salario w si los trabajadores son no capacitados (no
educados). Un supuesto adicional consiste en que el salario de trabajo
no calificado es el mismo para los adultos y los niños capaces de
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trabajar (adolescentes). Este supuesto puede ser revaluado para algu-
nas actividades y es de importancia, cuando el costo de oportunidad
de educarlos sea menor si el salario del adolescente es más bajo. Este
supuesto también podría relajarse como una extensión del modelo.
Si el hogar decide educar algunos de los niños potencialmente traba-
jadores, una proporción de la fuerza laboral, α, no estará disponible
para generar ingreso en el período t = 0. Sin embargo, en el período
t = 1 esta porción educada de la fuerza laboral ganará un salario ma-
yor . Por consiguiente, en el período t = 0, el ingreso será
igual a [(1-α)wL]; en el período t = 1, el ingreso será [(1-α)wL + αL].
Asumiendo un bien compuesto C, con un precio p = 1, los gastos en el
período t = 0 serán (C0 + αE) y en el período t = 1 serán (C1). El
consumo es el resultado de la suma de consumos de los tres grupos: los
adultos, niños con capacidad laboral (los adolescentes) y los niños más
jóvenes. El modelo podría extenderse para especificar las fracciones de
consumo de cada de grupo y con el consumo per cápita. De esta mane-
ra, se podría incluir el análisis de dependencia en el modelo.
Durante el período t = 0, si el ingreso es bajo o si los gastos en educa-
ción son altos, una proporción pequeña de niños irá a la escuela. Sin
embargo, al mismo tiempo, un ingreso bajo a causa de un salario bajo,
reduce el costo de oportunidad de enviar los niños a la escuela, lo que
incrementa la probabilidad de educarlos.
Adicionalmente, se asume que el hogar gana acceso a un préstamo B de
una organización microfinanciera, el cual debe ser repagado en el se-
gundo período, dada una tasa de interés y con algunos costos de tran-
sacción para el beneficiario. Se define r como la suma de la tasa de
interés y los costos de la transacción. Además, se asume que el présta-
mo no tiene impacto productivo y que su utilidad viene de su capacidad
para facilitar la asignación intertemporal de recursos del hogar.
Así, la restricción del flujo de efectivo para el período t = 0 será [(1-
α
) wL + B], y los gastos para el período t = 1 serán [C1 + (1 + r)B].
La utilidad se deriva únicamente del consumo (C0, C1). El problema
para el hogar es elegir el nivel de consumo para cada período Ct, la
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SEGUNDO SEMESTRE DE 2005
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tasa de educación de los niños α, y el tamaño del préstamo óptimo B,
a fin de:
(6)
Aquí, ρ es el factor de descuento intertemporal, dado por [1 / (1 + δ)],
y δ es la tasa de descuento en el tiempo para el hogar. Resolviendo C0
y C1 en las restricciones del presupuesto y sustituyendo en la función
de utilidad, el problema se reescribe como:
(7)
Las condiciones de primer orden para el óptimo están dadas por:
(8)
(9)
La primera condición indica que la utilidad marginal del consumo en
el primer período, ponderada por la suma de gastos en educación por
niño o niña en la escuela y el ingreso sacrificado de la última unidad
de trabajo no usada (lado izquierdo de la ecuación) –que puede
interpretarse como el costo marginal de dedicar una proporción α de
la fuerza laboral del hogar a una inversión en educación–, debe igua-
lar la utilidad marginal descontada del consumo futuro, ponderada
por la diferencia entre los salarios de los trabajadores calificados y no
calificados (lado derecho de la ecuación) –que puede interpretarse
como el beneficio marginal descontado de educar una proporción α
de la fuerza de trabajo del hogar–.
Por otra parte, calculando la tasa marginal intertemporal de substitución,
(10)
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Impacto de las microfinanzas en la educación formal de
niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
Se observa que el hogar estaría dispuesto a sacrificar consumo en el
primer período a cambio de consumo futuro si aumenta la brecha de
salario entre los trabajadores calificados y no calificados (es decir, la
tasa marginal de retorno de la educación), si disminuye el costo de
oportunidad de enviar a una persona a la escuela (esto es, el salario de
los trabajadores no calificados) y si disminuye el gasto necesario para
atender la escuela. La propensión de enviar los niños a la escuela (α)
será creciente en el diferencial salarial ( ) y decreciente en los
salarios no calificados (w) y los costos de asistencia por alumno (E).
La segunda condición implica que la utilidad marginal del poder adqui-
sitivo adicional proveniente del préstamo en el período inicial (lado
izquierdo de la ecuación), debe igualar la desutilidad marginal descon-
tada del correspondiente repago del préstamo, dados los costos de tran-
sacción del beneficiario y la tasa de interés (lado derecho de la ecuación).
El modelo considera los efectos esperados del acceso a las microfi-
nanzas en las decisiones de escolarización. El trabajo suministrado
por el hogar (1 - α)L y los niveles salariales para los trabajadores
calificados y no calificados (w y ), determinan los niveles de ingre-
so así como los retornos marginales de la educación, mientras que α
considera la demanda por trabajo infantil. Nótese que el tamaño del
hogar puede tener un papel importante en este contexto. Con una pro-
porción mayor de adultos generadores de ingreso del trabajo, los ni-
ños tendrán más probabilidad de ser educados. De la misma manera,
cuanto mayor sea el número de niños con capacidad de trabajar, será
más probable que algunos de ellos sean educados y una proporción
mayor de ellos serán enviados a la escuela.
La presencia de B en la restricción presupuestaria toma en cuenta el
efecto de reasignación de consumo (en la medida que el préstamo
facilite una reasignación intertemporal de recursos) para la inversión
en la formación de capital humano y, eventualmente, un efecto mane-
jo de riesgo al permitir estabilizar el ingreso y el consumo. Una limi-
tación de este modelo es que no incluye el racionamiento del crédito,
una restricción típica para los hogares pobres. Estos problemas po-
drán solucionarse en estudios posteriores. Maldonado (2004) propo-
ne ciertas especificaciones funcionales de la utilidad para capturar los
efectos género e información. Otro efecto que no considera este mo-
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DESARROLLO Y SOCIEDAD
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delo sencillo, es el impacto de las microfinanzas sobre el potencial
productivo del hogar.
Usando el teorema de función implícita, las condiciones de primer
orden implican que las funciones de demanda óptima por educación y
crédito existen:
(11)
(12)
El resultado de este proceso de toma de decisiones, determina la pro-
porción óptima de fuerza laboral potencial del hogar que no trabaja y
se dedica a la educación y el tamaño óptimo de préstamo que es de-
mandado, como funciones del costo de oportunidad de la educación
(actividades remuneradas), el ingreso futuro esperado, los gastos de
educación y el costo del crédito, así como parámetros dados sobre el
tamaño del hogar y la tasa de descuento intertemporal (eventualmen-
te, la importancia de mujeres en el ejercicio de toma de decisiones).
III. Especificación econométrica
A partir del análisis conceptual recién descrito, se identifican algunas
variables importantes consideradas por los hogares cuando deben de-
cidir acerca de enviar a sus niños o niñas a la escuela. Con esta estruc-
tura –y teniendo en cuenta los problemas de identificación y atribución
que pueden surgir– es necesario definir una especificación economé-
trica para probar empíricamente la evaluación del impacto sobre edu-
cación del acceso a los servicios microfinancieros.
De la demanda derivada por educación, se observa que el hogar de-
cide la cantidad (o el nivel) de educación de los niños y niñas te-
niendo en cuenta los costos marginales presentes y los beneficios
marginales futuros (esperados) de la educación. Sin embargo, la
decisión del hogar será tomada individualmente. El hogar decidirá
educar a un niño o niña en particular –capaz de trabajar–, si el valor
presente de los beneficios netos (esperados) es positivo. De lo con-
trario, él/ella trabajará.
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Impacto de las microfinanzas en la educación formal de
niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
La utilidad neta esperada de la educación puede expresarse como una
función de un vector de características del hogar y del niño (z), obser-
vada por el investigador, y de un componente estocástico de preferen-
cias, conocido para el hogar pero no observado por el investigador
(ε). Así, el valor del presente neto esperado de la educación de un
niño determinado en el hogar (indicado por i) puede escribirse como:
VPNEi = f(zi, εi) (13)
Este resultado es latente y, por tanto, no se puede medir. En su lugar,
se deben usar aproximaciones (proxies) para los potenciales determi-
nantes del VPNE de la educación. Adicionalmente, dada la incerti-
dumbre acerca de la forma funcional y respecto a los parámetros
desconocidos, se debe reinterpretar el modelo en función de probabi-
lidades: la probabilidad de que un niño/a sea enviado a la escuela, es
la probabilidad de que sus padres piensen que el hogar estará mejor si
él/ella se encuentra estudiando:
Pr (educacióni) = Pr [f(zi, εi) > 0] (14)
Con el modelo de utilidad aleatoria (RUM, por sus siglas en inglés,
random utility model) y asumiendo que la función f es aditivamente
separable en sus componentes determinísticos y estocásticos (Haab y
McConnell, 2002), el valor presente neto esperado de la educación
puede escribirse como:
f(zi, εi) = h(zi) + εi(15)
De esta manera, la probabilidad de asistir a la escuela para el i-ésimo
niño se puede escribir como:
Pr (educacióni) = Pr [h(zi) > εi] (16)
De acuerdo con el RUM, se puede hacer una regresión de la variable
dependiente binaria (yi = 1 si el niño/a está estudiando, yi = 0 si el
niño/a no estudia) contra el vector zi de las variables observables y
determinísticas. Sin embargo, esta especificación tiene una desventa-
ja. Omite la posibilidad de que si el niño/a está asistiendo a la escuela
este año, no significa que él/ella haya podido asistir continuamente
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SEGUNDO SEMESTRE DE 2005
DESARROLLO Y SOCIEDAD
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durante los años anteriores. Es decir, es necesaria una estructura diná-
mica para capturar el desempeño acumulado de cada niño/a.
La variable dependiente que captura este efecto y que es utilizada
para la estimación empírica del modelo es la brecha educativa, medi-
da como el número de años de diferencia entre el nivel más alto de
educación realmente completada por el niño/a y el nivel esperado de
escolaridad, según la edad del niño/a. El nivel esperado de educación
es calculado como:
(17)
La brecha de educación es definida como:
Brecha educativa = máx. {0, educación esperada – educación actual}(18)
Por ejemplo, si un niño/a se mantiene con éxito en el colegio hasta
finalizar la educación secundaria, la brecha es cero. Si él/ella encuen-
tra problemas (como la entrada tardía, la pérdida de cursos o la deser-
ción), la brecha es un número positivo. Si él/ella nunca asistió al colegio,
la brecha es el nivel de educación esperado de acuerdo con su edad.
Como la asistencia a la escuela primaria es bastante difundida, sólo
niños entre 13 y 18 años de edad se consideran en el análisis, que es la
edad donde el costo de oportunidad de la educación es más alto.
Puesto que la variable dependiente es un número entero positivo, la
estimación es especificada como un modelo de conteo (count model),
en lugar del modelo común de mínimos cuadrados, ya que éste último
puede generar estimaciones ineficientes. El modelo de regresión de
Poisson se ha usado ampliamente para estudiar este tipo de datos
(Wooldridge, 1997; Cameron y Trivedi, 1998; Greene, 2000). Una
fuente de crítica para estos modelos es el supuesto implícito de que la
varianza de la variable dependiente es igual a su media. Varias exten-
siones del modelo de Poisson que relajan este supuesto han sido pro-
puestas por Hausman, Hall y Griliches (1984) y Cameron y Trivedi
(1986), entre otros. El método estándar para probar y corregir la
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Impacto de las microfinanzas en la educación formal de
niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
sobredispersión es el uso de un modelo de la regresión binomial ne-
gativo, que es una regresión de máxima verosimilitud de Poisson con
un modelo de sobredispersión.
IV. Datos
Los datos para el análisis empírico se obtuvieron en Bolivia, uno de
los países más pobres en América Latina. Las profundas desigualda-
des y la pobre calidad caracterizan su desempeño en materia de edu-
cación. Por ejemplo, el número promedio de años completos de
asistencia declinó de 4,2% en 1960 a 4,0% en 1980 y, posteriormente,
aumentó a 5,5% en el 2000 (Barro y Jong-Wha, 2000). La productivi-
dad y los salarios son muy bajos para un gran porcentaje de la pobla-
ción laboralmente activa. Más del 45% de los hombres urbanos gana
menos de un dólar por día (Duryea y Pagés, 2002).
A la vez, durante los últimos quince años, Bolivia ha experimentado
un fuerte desarrollo de las microfinanzas (González-Vega y Rodrí-
guez-Meza, 2002; González-Vega y Villafani-Ibarnegaray, 2004). Las
organizaciones microfinancieras (OMF), originalmente desarrolladas
como herramientas generadoras de empleo en sectores excluidos de
la sociedad, han crecido dentro de un segmento sostenible y competi-
tivo del sistema financiero boliviano. Sin embargo, la cobertura en las
áreas rurales es aún limitada en comparación con los centros urbanos.
Los datos disponibles son el resultado de tres encuestas independien-
tes realizadas a hogares bolivianos. Una encuesta se dirigió a hogares
de clientes de microfinanzas de CRECER y SARTAWI, en la munici-
palidad de Batallas (de ahora en adelante, llamada la base de datos de
Batallas). Estos datos incluyen 130 hogares de la municipalidad, prin-
cipalmente rurales, encuestados en abril de 2001 (Romero, 2002). La
segunda base de datos es el resultado de una encuesta efectuada a
hogares clientes de CRECER, en cinco departamentos (Chuquisaca,
Cochabamba, La Paz, Oruro y Potosí), en noviembre de 2000 (en ade-
lante, denominada la base de datos de CRECER). Estos datos inclu-
yen 427 hogares y cerca de la mitad de la muestra corresponde a áreas
rurales. El tercer grupo de datos incluye los resultados de una encues-
ta de hogares de clientes de Pro Mujer en cuatro departamentos
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SEGUNDO SEMESTRE DE 2005
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(Chuquisaca, Cochabamba, La Paz y Tarija). Esta encuesta se realizó
en abril de 2001, e incluyó 400 hogares, principalmente de la zona
urbana. Estos datos se denominarán la base de datos de Pro Mujer.
Aunque las tres encuestas se diseñaron para propósitos diferentes,
comparten la misma estructura. En los tres casos hay un gran número
de preguntas comunes.
Para el análisis de logros en educación, los niños en edad escolar (7 a
18 años de edad) se dividieron en dos grupos: los niños de nivel de
educación primaria (7 a 12 años de edad) y los niños de nivel de edu-
cación secundaria (13 a 18 años de edad). Las pruebas con la
submuestra de niños entre 7 y 12 años de edad, un grupo bastante
homogéneo, no revelaron ninguna diferencia significativamente cla-
ve. Por tanto, el estudio se enfocó en la submuestra de niños entre los
13 y los 18 años de edad.
Los resultados para la variable dependiente, brecha de educación, se
muestran en el cuadro 1. En promedio, 64% de todos los niños en
escuela secundaria muestran alguna brecha escolar. La mayoría de
los casos (de brecha) corresponden a uno o dos años de retraso (37%),
con unos pocos casos de completo abandono de estudios. Comparan-
do entre bases de datos, la muestra de CRECER cuenta con el menor
porcentaje de niños sin brecha. Esto puede reflejar los déficit del lado
de la oferta, dado que la mitad de la muestra de CRECER proviene de
zonas rurales donde hay menos disponibilidad de colegios. Aunque la
población de Batallas es principalmente rural, la red vial y los medios
escolares son allí más frecuentes, por su cercanía con La Paz.
Cuadro 1. Brecha escolar para la muestra de niños entre 13 y 18 años de
edad (porcentajes en paréntesis).
Brecha Encuesta
educativa (años) Batallas CRECER Pro Mujer Total
062 (46) 103 (29) 144 (40) 309 (36)
128 (21) 103 (29) 84 (23) 215 (25)
213 (10) 49 (14) 42 (12) 104 (12)
37 (5) 29 (8) 28 (8) 64 (8)
44 (3) 15 (4) 19 (5) 38 (4)
56 (4) 10 (3) 9 (2) 25 (3)
6 y más 15 (11) 46 (13) 37 (10) 98 (11)
Fuente: Encuestas a hogares de los beneficiarios.
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Impacto de las microfinanzas en la educación formal de
niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
Respecto a las variables independientes –el vector z–, se incluyen las
variables requeridas por el modelo y algunas variables de control.
Dichas variables pueden ser agrupadas en tres categorías:
1. Variables individuales. Éstas se refieren a características especia-
les de cada niño. Son variables control que se espera influyan en los
logros educativos:
Edad. Años cumplidos del niño/a en años. El signo esperado es
positivo; a mayor edad del niño, será más probable que él/ella
muestre una brecha de educación.
Género. Variable categórica (dummy) que toma el valor de cero si
la observación corresponde a un niño y uno si es una niña. El
signo esperado es positivo, bajo la hipótesis que, dentro de la cul-
tura, el retorno de la educación de las niñas es menor al retorno de
la educación de los niños; las niñas deben mostrar una mayor bre-
cha de educación.
Posición. Esta variable asigna el valor de uno al niño de mayor
edad en el hogar, dos al siguiente, y así sucesivamente. Cuando
hay nietas o nietos en la casa, el valor de uno se asigna nuevamen-
te al niño de mayor edad, dos al segundo y así sucesivamente. Se
espera una relación positiva entre esta variable y la brecha, desde
el supuesto de que los hogares dan preferencia a la educación de
los hijos mayores.
2. Variables del hogar. Éstas son características compartidas por to-
dos los niños en un hogar. Algunas de ellas son necesarias para con-
trol y otras reflejan efectos específicos a evaluar. Las variables
utilizadas como control son: la distancia a la escuela, el capital hu-
mano de los trabajadores del hogar y el índice de satisfacción de
necesidades básicas. Las dos últimas variables, también se utilizan
para probar indirectamente la presencia de trampas de pobreza en el
proceso de educación. Se espera que el nivel de escolaridad de los
miembros laboralmente activos, una proxy del stock de riqueza hu-
mana, mejore el desempeño educativo de los niños. Esta variable puede
utilizarse para reflejar la capacidad generadora de ingreso en el ho-
gar, así como las percepciones sobre los retornos a la educación. El
índice de satisfacción de necesidades básica es una proxy para el ac-
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SEGUNDO SEMESTRE DE 2005
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ceso a servicios de salud y otros servicios públicos, como agua pota-
ble (es decir, la riqueza social). Una descripción más detallada de
estas variables es:
Distancia a la escuela. Esta variable es medida como el número
de minutos necesarios para ir de la casa a la escuela más cercana.
Se espera que tenga una relación positiva con la brecha de educa-
ción, ya que a mayor distancia del colegio a la casa, es menos
probable que el niño asista al centro educativo.
Capital humano. Esta variable se mide como el número de años
de escolaridad acumulado por los trabajadores del hogar dividi-
dos por el número de trabajadores. El signo esperado es negativo
bajo la hipótesis de que si los trabajadores (quienes normalmente
toman las decisiones sobre la educación de los niños) tienen nive-
les más altos de educación, tendrán una preferencia más fuerte por
la educación y la brecha será más pequeña. También, el nivel del
capital humano de los trabajadores es un indicador de su capaci-
dad de generación de ingresos y, por consiguiente, de su habilidad
para asumir los gastos de educación. Esta variable incorpora, en
parte, efecto ingreso y, en parte, efecto información. Se debe acla-
rar (como nos hizo notar un revisor anónimo) que el capital huma-
no es una variable compleja que involucra otras dimensiones de la
capacidad del hogar para tomar mejores decisiones, como la ex-
periencia, la salud, la educación, etc. En este documento, el capi-
tal humano se instrumentaliza a través de los años de educación,
pero, por supuesto, ésta es sólo una aproximación.
Índice de pobreza. Esta variable se basa en el índice de pobreza
utilizado por Navajas et al. (2000), adaptado del Mapa de pobreza
para Bolivia, 1992. Para cada hogar se utiliza el índice de satis-
facción mínima de necesidades básicas (salud, acceso a servicios
públicos como agua y electricidad, materiales de construcción de
la vivienda, hacinamiento, alfabetización y educación) con un ajus-
te especial; el componente de educación del índice original se eli-
minó para evitar problemas de endogeneidad en la estimación. El
signo esperado es negativo, ya que un índice más alto de satisfac-
ción de necesidades básicas implicaría que los hogares son menos
pobres y será más pequeña la brecha de educación esperada. El
supuesto subyacente es que mayor pobreza incrementa el costo de
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Impacto de las microfinanzas en la educación formal de
niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
oportunidad de mantener los niños en el colegio, de manera que
reduce también los posibles retornos esperados de la educación.
Las variables empleadas para probar otros canales de impacto com-
prenden (i) la antigüedad del cliente como beneficiario de la OMF,
(ii) el uso de la cuenta interna, (iii) el empoderamiento de las mujeres
dentro del hogar, (iv) la tenencia de tierra de la familia, y (v) la pre-
sencia de niños pequeños en la casa. Se piensa que la antigüedad mide
un efecto general del acceso a microfinanzas y en particular, el efecto
ingreso derivado de la membresía. La cuenta interna mide el efecto
manejo de riesgo. El empoderamiento de las mujeres mide el efecto
género (la importancia de las mujeres en el proceso de toma de deci-
siones acerca de la educación del i-ésimo niño/a). La tenencia de la
tierra y la presencia de niños pequeños miden el efecto demanda de
trabajo infantil. La tenencia de la tierra es un proxy para la riqueza
física y también refleja la demanda potencial por trabajo en la finca
dentro del hogar. Una descripción y discusión de estas variables se
presenta a continuación:
Antigüedad. Con objeto de comparar los nuevos clientes (con
menos de un año de membresía) con los clientes antiguos (con
más de dos años), se creó esta variable categórica (dummy) que
asigna el valor de uno a los clientes antiguos y de cero a los clien-
tes nuevos. Esta variable permite dividir las muestras en grupos
de control (clientes nuevos) y tratamiento (clientes antiguos) y
evaluar la hipótesis de que el acceso a microfinanzas mejora el
desempeño académico de los niños de los hogares clientes.
Cuenta interna. Esta variable es una dummy que toma el valor de
uno cuando el cliente declara haber utilizado la cuenta interna du-
rante el año anterior a la encuesta. La cuenta interna es una carac-
terística de los bancos comunales, que consiste en un ahorro
programado por los socios del banco que permite dar un préstamo
a alguno de los socios, bajo condiciones especiales, para enfrentar
una necesidad usualmente inesperada. Es, por tanto, una herra-
mienta de manejo de riesgo que ha mostrado ser útil para muchos
clientes de bancos comunales. El signo esperado es negativo, asu-
miendo que existe el efecto manejo de riesgo, de forma que el uso
de la cuenta interna evita que los hogares deban sacar a los niños
de la escuela en el caso de un evento exógeno.
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Empoderamiento de las mujeres. Esta variable representa la pro-
porción de capital humano acumulado –medido por el número de
años de educación– de las mujeres que trabajan en el hogar. El
signo esperado es negativo, para incorporar la hipótesis que el
empoderamiento reduce la brecha de educación. Hubo algunas
dudas acerca de la posible correlación de esta variable con la va-
riable de capital humano del hogar, pero la relación era débil y
ambas pueden usarse sin esperar efectos de colinealidad.
Tenencia de tierra o tierras propias cultivables. Esta variable muestra
el tamaño de las parcelas de tierra con que cuenta el hogar y que se
utiliza para cultivar o para otras actividades productivas, medido en
hectáreas. El signo esperado de esta variable es ambiguo. Por una
parte, será positivo si un hogar propietario de tierra tiene mayor
probabilidad de demandar tiempo de trabajo al niño para las activi-
dades de la finca, en competencia con el tiempo escolar. Sin embar-
go, el signo puede ser negativo si la tenencia influencia la educación
a través del nivel de la riqueza del hogar y su disponibilidad como
una herramienta de estabilización del consumo.
Presencia de niños pequeños. Ésta es una variable dummy que toma
el valor de uno, si el hogar del niño tiene por lo menos un miembro
de seis años o menos. El signo esperado es positivo, bajo la hipóte-
sis de que la presencia de niños pequeños requiere que algunos ni-
ños no asistan a la escuela para poder cuidar a los menores, sobre
todo si los padres están comprometidos en actividades generadoras
de ingreso, posiblemente asumidas para cubrir el préstamo.
3. Variables regionales. Estas variables capturan si el hogar se loca-
liza en una municipalidad urbana o rural. En el caso de la base de
datos de CRECER, la localización urbana puede diferenciarse entre
capitales y otras municipalidades urbanas. Estas variables son proxies
tanto para la calidad de educación como para las oportunidades del
trabajo, las cuales incrementan la tasa marginal de retorno de la edu-
cación. Se construyen como se explica a continuación:
Ruralidad de los hogares. Esta variable considera la diferencia
entre un hogar localizado en áreas rurales, áreas urbanas y capita-
les de municipalidades. Se construye con variables categóricas.
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Impacto de las microfinanzas en la educación formal de
niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
Las capitales son la variable de referencia en el análisis economé-
trico para la base de datos de CRECER. Se espera que la dummy
rural sea positiva comparada con el control (capitales), si se cum-
ple la hipótesis de que en las áreas rurales es menos probable tener
colegios con buena calidad de educación y oportunidades del tra-
bajo atractivas para personas educadas.
Las principales estadísticas para las variables independientes en la
submuestra de niños en edad de escuela secundaria (13 a 18 años de
edad) se presentan en el cuadro 2.
Cuadro 2. Principales estadísticas para las submuestras de niños en etapa
escolar secundaria (13 a 18 años de edad).
Variable Batallas CRECER Pro Mujer Total
Observaciones (número) 135 355 363 853
Brecha educativa (años) 1,8 2,2 1,8 1,9
Edad (años) 15,3 15,4 15,4 15,4
Tamaño del hogar (miembros) 6,8 6,7 7,1 6,9
Estudiantes en el hogar (número) 3,6 3,4 3,7 3,6
Niños en el hogar (número) 4,1 3,9 4,1 4,0
Presencia de niños pequeños (porcentaje) 47 40 53 47
Distancia a la escuela (minutos) 30 17 11 17
Proporción viviendo en áreas urbanas (porcentaje) 0 49 100 65
Proporción viviendo en áreas rurales (porcentaje) 100 51 0 35
Capital humano de los trabajadores del hogar
(años de educación) 28 20 35 28
Tenencia de tierra (hectáreas) 1,4 1,8 2,1 1,9
Índice de satisfacción de necesidades básicas 0,62 0,75 0,79 0,75
ISNB ajustado 0,76 0,85 0,89 0,85
Capital humano de las mujeres trabajadoras como
fracción del total (porcentaje) 43 46 48 47
Capital humano promedio de las mujeres
trabajadoras (años) 6 13 8 10
Capital humano de mujeres como una fracción del
hogar (porcentaje) 42 51 47 48
Proporción de ingreso generado por mujeres (%) 53 56 53 54
Participación de mujeres en decisiones de
educación (porcentaje) 85 N/A N/A N/A
Afiliación a la OMF (años) 4,8 2,0 2,8 2,8
Proporción de clientes antiguos (porcentaje) 31 35 68 49
Conocimiento de la cuenta interna (porcentaje) N/A 94 58 76
Uso de la cuenta interna (porcentaje) N/A 55 16 37
N/A: Medias no disponibles.
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A partir de esta información, se corren los modelos econométricos
especificados anteriormente. A continuación se presentan los princi-
pales resultados y se revisan las diferencias entre los dos grupos ana-
lizados para las principales variables de estudio.
V. Resultados
Puesto que el análisis evalúa la dependencia de la brecha educativa
con las variables explicativas, la hipótesis principal para evaluar es el
acceso al crédito que genera una diferencia marginal significativa en
el tamaño de esta brecha. Antes del análisis econométrico se hace un
análisis de las principales variables explicativas, para cada base de
datos utilizada, comparando su comportamiento entre clientes anti-
guos y nuevos. Los promedios para las principales variables se pre-
sentan en el cuadro 3.
Cuadro 3. Comparación entre grupos de clientes de microfinanzas para
las principales estadísticas para las submuestras de niños en
etapa escolar secundaria (13 a 18 años de edad).
Variable Batallas CRECER Pro Mujer
Tipo de cliente Nuevo Antiguo Nuevo Antiguo Nuevo Antiguo
Observaciones (número) 93 42 223 132 141 222
Brecha educativa (años) 2,0 1,2 2,2 2,0 1,9 1,7
Tamaño del hogar (miembros) 6,6 7,0 6,5 6,9 7,2 7,0
Estudiantes en el hogar (número) 3,5 3,9 3,3 3,6 3,6 3,9
Niños en el hogar (número) 4,0 4,3 3,9 3,9 4,1 4,0
Presencia de niños pequeños (porcentaje) 47 45 46 30 51 54
Distancia a la escuela (minutos) 23 45 18 17 12 11
Tenencia de tierra (hectáreas) 1,2 1,6 2,2 1,3 1,7 2,4
Índice de satisfacción de necesidades básicas 0,75 0,72 0,77 0,79 0,75 0,82
Capital humano de las mujeres trabajadoras
como fracción del total (porcentaje) 42 48 47 45 46 53
Capital humano promedio de las mujeres
trabajadoras (años) 6,5 5,8 12,8 14,3 7,1 8,6
Capital humano de mujeres como una
fracción del hogar (porcentaje) 42 41 52 50 47 47
Proporción de ingreso generado por
mujeres (porcentaje) 52 56 56 54 51 54
Participación de mujeres en decisiones de
educación (porcentaje) 86 83 N/A N/A N/A N/A
N/A: Medias no disponibles.
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Impacto de las microfinanzas en la educación formal de
niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
A. Resultados econométricos
Las regresiones se calculan para las tres muestras por separado y los
resultados se muestran en el cuadro 4.
Cuadro 4. Resultados de las regresiones sobre brecha académica de los
niños de 13 a 18 años de edad.
Variable Batallas CRECER Pro Mujer
Antigüedad -0,74*** -0,21* 0,11
Edad del niño/a 0,19** 0,12*** 0,14***
Género del niño/a 0,04 -0,08
Posición del niño/a 0,17***
Niño trabajando -0,46**
Capital humano del hogar -0,13** -0,09*** -0,26***
Índice de pobreza -0,92* 0,22 -0,76**
Tenencia de tierra 0,10* 0,01 -0,00
Cuenta interna -0,20* 0,35*
Empoderamiento -0,07* -0,03*** -0,77**
Dummy rural 0,03
Constante -0,60 -0,55 1,27*
Sobre dispersión 1,16*** 0,65*** 0,60***
Número de observaciones 134 343 296
LR chi2(k) 28,97 77,92 109,78
Prob. > chi20,00 0,00 0,00
Seudo R20,06 0,06 0,10
(*)10% de significancia. (**)5% de significancia. (***)1% de significancia.
En todos los casos, la variable independiente para la antigüedad en el
acceso a crédito es la dummy que toma el valor de uno para antiguos
clientes y cero para los nuevos clientes.
En los casos de Batallas y CRECER, el coeficiente para la variable
antigüedad como cliente del programa de microfinanzas es negativo
y estadísticamente significativo. Así, la hipótesis nula puede
rechazarse. Parece que, ceteris paribus, los niños de hogares con una
historia más larga de afiliación a los programas de microfinanzas,
tienen una oportunidad mayor de mantenerse por más tiempo en la
escuela, en contraste con los niños de hogares que entran apenas en el
programa. Esto es un resultado central e importante.
Para el caso de Pro Mujer, sin embargo, la variable antigüedad no es
significativa. Este resultado puede explicarse por el hecho de que los
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hogares de la encuesta de Pro Mujer son principalmente urbanos y
están comprometidos con la actividad microempresarial. Por consi-
guiente, el costo de oportunidad de educación es más alto, ya que la
creación de estas microempresas puede demandar trabajo infantil, tanto
para trabajar en la nueva actividad o para cumplir los deberes que
ahora los padres son incapaces de completar a causa de su compromi-
so con las microempresas. Este hallazgo hace pensar en un dilema
para las microfinanzas urbanas.
Como se espera, el coeficiente para la variable edad es significativo y
positivo. Es decir, a mayor edad del niño, es mayor la probabilidad
que él/ella muestre una brecha de educación.
El coeficiente para la variable género no es significativo. Éste es un
resultado importante. La falta de significancia estadística muestra que
no hay ninguna diferencia entre los logros educativos de las mucha-
chas y los muchachos. Los resultados no pueden mostrar si esta neu-
tralidad de género se debe a la influencia de las OMF, pero abundan
referencias anecdóticas a este respecto. El género no se incluye en la
regresión de CRECER, por la presencia de colinealidad con las varia-
bles de empoderamiento. Es decir, hogares con alto empoderamiento
de las mujeres están altamente correlacionados con la asistencia de
las niñas al colegio.
Para considerar las características del hogar, se evaluó el efecto de la
presencia de niños pequeños en la familia. Este atributo causa un efecto
directo (signo positivo) en los retrasos educativos de los niños. Sin
embargo, este efecto no es significativo y la variable no fue incluida
en las regresiones finales. Con la base de datos de CRECER, se cons-
truyó una variable que muestra la posición del niño comparada con la
de sus hermanos. Los resultados de la regresión muestran un efecto
positivo y estadísticamente significativo en la brecha educativa, que
apoya la hipótesis que la posición del niño/a importa y que los hijos
mayores tendrán una probabilidad mayor que los hermanos más jóve-
nes de ser enviados a la escuela.
La distancia a la escuela no es significativa en ningún caso. Esto
puede mostrar que retrasos en el desempeño educativo pueden ser
atribuidos más a los factores de demanda que a factores de oferta,
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Impacto de las microfinanzas en la educación formal de
niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
como la existencia de colegios. Esta variable se eliminó en las regre-
siones finales.
El capital humano del hogar (el nivel promedio de educación de los
miembros laboralmente activos) reduce significativamente la brecha
educativa. Hogares con mayor nivel educativo, tienen mayor propen-
sión a promover la educación de sus niños. Esto puede facilitarse por
los mayores ingresos que logran los trabajadores de hogares con más
educación. Por consiguiente, puede existir una trampa de pobreza re-
lacionada con la formación de capital humano.
El coeficiente de tenencia de terrenos agrícolas es positivo en los ca-
sos de Batallas y CRECER, pero significativo sólo en el caso de los
datos de Batallas. Este hallazgo puede explicarse por el hecho de que
Batallas es una región agrícola y que su base de datos muestra la pro-
porción más alta de hogares rurales. Para ellos, las actividades agrí-
colas desempeñan un papel importante en sus decisiones de generación
de ingresos. En este caso, las labores agrícolas parecen ser sustitutos
o competencia directa de la educación. Esto presenta un resultado
paradójico para la toma de decisiones políticas: incrementar las opor-
tunidades agrícolas pueden implicar la salida de los niños del colegio.
Dependiendo del grado hasta el cual los hogares cultivadores tiendan
a ser los más pobres, esto puede crear una trampa de pobreza para
estos hogares. Para el caso de Pro Mujer, este efecto es negativo aun-
que no significativo. Esto confirma la hipótesis de que el acceso a la
tierra genera un costo de la oportunidad de educación para los hoga-
res agropecuarios. Este hallazgo contrasta con lo propuesto por
Trigueros (2002), quien encontró que la propiedad de la tierra en El
Salvador explica la vinculación continua en la escuela en presencia
de eventos adversos.
La falta de significancia de la variable explicativa de antigüedad en la
base de datos de Pro Mujer, conduce a la duda de si el costo de opor-
tunidad de la educación en las zonas urbanas es más alto que en las
rurales. Para confirmar esta presunción, una nueva variable fue in-
cluida en la regresión de Pro Mujer; una variable dummy con valor de
uno si el niño trabaja en actividades productivas familiares o en un
empleo fuera del hogar. Esta variable fue significativa y mostró el
signo negativo esperado: dado un amplio espectro de oportunidades
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laborales en las zonas urbanas (en comparación con las rurales), los
niños se comprometen más frecuentemente en oportunidades
generadoras de ingreso, con el efecto correspondiente en el retraso o
el retiro de la escuela. No fue posible establecer con exactitud si éste
es un efecto del acceso a las microfinanzas, que refuerza las oportuni-
dades productivas en el hogar, o del diferencial en las características
del mercado laboral entre los escenarios rural y urbano.
El coeficiente para el índice de pobreza es significativo y muestra el
signo esperado. Es decir, hogares con menor satisfacción de necesi-
dades básicas tienen niños con mayores brechas de escolarización.
Esto refleja el alto costo de oportunidad de la asistencia del niño al
colegio en hogares con una baja productividad de trabajo y una fuerte
restricción de presupuesto. En ausencia de otros activos productivos
en el hogar, los ingresos esperados de la educación parecen también
bajos. Una trampa de pobreza puede existir también aquí.
La variable de cuenta interna sólo estuvo disponible para los datos de
CRECER y Pro Mujer y mostró resultados ambiguos. En el caso de
los datos de CRECER –donde la cuenta interna es ampliamente utili-
zada–, el coeficiente fue negativo y significativo, confirmando así el
efecto del acceso a microfinanzas como una herramienta útil en la
estabilización del consumo y el manejo del riesgo, y, así mismo, me-
jorando la formación de capital humano de los niños de los clientes.
En el caso de los datos de Pro Mujer –donde el uso de cuenta interna
sólo se reportó en el 16% de los hogares–, el coeficiente fue significa-
tivo pero positivo. Este resultado puede confirmar el hecho de que los
clientes de Pro Mujer utilizan las microfinanzas en general y la cuen-
ta interna en particular para aumentar las oportunidades generadoras
de ingreso, aumentando a la vez la demanda por trabajo infantil, lo
que resulta en brechas educativas más grandes para los niños.
La variable empoderamiento mostró siempre un coeficiente negativo
y estadísticamente significativo. Esto indica que el empoderamiento
de las mujeres reduce la brecha de educación para los niños durante
los estudios secundarios. Éste es un resultado importante, al confir-
mar la relevancia de las mujeres en superar la pobreza en el ámbito de
hogares intergeneracionales (efecto género).
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Impacto de las microfinanzas en la educación formal de
niños en hogares de Bolivia
Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
Las variables dummy utilizadas para controlar el tipo de hogar (rural o
urbano) no resultaron significativas. Sin embargo, son necesarias para
proveer consistencia a la regresión y considerar diferencias entre tipos de
hogar. Por ejemplo, si ellas son eliminadas de la regresión, el coeficiente
relacionado con la tenencia de tierra se hace no significativo, a causa de
que la tenencia de tierra tiene un impacto diferente en los hogares rurales
y urbanos. Para los hogares rurales, la tenencia de tierra es un factor de
producción que genera demanda por el trabajo de los miembros del ho-
gar, mientras que para los hogares urbanos, la propiedad de la tierra refle-
ja principalmente riqueza. La demanda por trabajo infantil puede surgir
en hogares urbanos si se solicita la ayuda de los niños en las actividades
de la microempresa o en el cuidado de otros niños.
La sobredispersión se observó en todas las regresiones, llevando a la
conclusión que el modelo de regresión binomial negativo fue la elec-
ción adecuada. Con este método se evita la sobreaceptación de signi-
ficancia de los coeficientes y el sobrerrechazo de hipótesis nulas.
B. Efectos marginales y elasticidades
Dada la especificación econométrica adoptada, los coeficientes que
resultan de una regresión binomial negativa sólo son útiles por su
signo y significancia, pero no por su magnitud. Esto se debe a que la
forma funcional es exponencial y no lineal, y la derivada de la fun-
ción respecto a cualquier variable independiente no es el coeficiente
sino el producto del coeficiente y la función media, evaluada en valo-
res específicos para cada variable independiente. Por consiguiente,
una valoración adecuada de los efectos de diferentes variables puede
obtenerse solamente mirando los efectos marginales, que miden el
impacto real de cambios en cada variable independiente sobre la va-
riable dependiente, ceteris paribus. (Véase cuadro 5).
Aquí, los efectos marginales están calculados tanto en la media como
en la mediana de las variables independientes. Adicionalmente, para
evaluar la sensibilidad relativa de la variable dependiente y para com-
parar entre las variables independientes, es necesario calcular elasti-
cidades, las cuales consideran no cambios absolutos sino también
relativos en la magnitud de dichas variables. Las elasticidades mues-
tran cómo los incrementos proporcionales en la variable independiente
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afectan (también en términos porcentuales) la variable dependiente.
Estas elasticidades se muestran en el cuadro 6 y también se calculan
en los valores medios y medianos de las variables independientes.
Para el caso de Batallas, la participación en un programa de microfi-
nanzas tiene efectos importantes en la educación, medida ésta por la
antigüedad de la membresía (es decir, por la diferencia entre nuevos y
antiguos clientes). En efecto, los clientes antiguos tienen, en prome-
dio y controlando por otras cosas, niños con casi un año menos de
brecha educativa que los nuevos clientes. El impacto del paquete de
servicios de microfinanzas de estas organizaciones es beneficioso,
significativo y sustancial, tanto para el hogar promedio como para el
mediano. El empoderamiento de las mujeres y la educación de miem-
bros de la familia con edad laboral, también es beneficioso y signifi-
cativo. Sin embargo, un año extra de escolarización de los miembros
del hogar reduce la brecha en apenas un quinto de año. Un efecto más
pequeño pero aun significativo, se atribuye al grado de educación de
las mujeres en la fuerza laboral del hogar, que es la proxy utilizada
para el empoderamiento. Los hogares menos pobres muestran, en pro-
medio, las brechas significativamente más pequeñas. Finalmente, una
hectárea adicional de tierra incrementa la demanda de trabajo infantil
y aumenta la brecha en cerca de un sexto de año.
Cuadro 5. Efectos marginales de la brecha educativa para las variables
consideradas en la regresión, calculados en los valores de la
media y la mediana de las variables.
Variable Batallas CRECER Pro Mujer
Media Mediana Media Mediana Media Mediana
Antigüedad -0,91*** -0,77*** -0,39* -0,35* 0,15 0,12
Edad del niño/a 0,26** 0,28** 0,21*** 0,18*** 0,19*** 0,17***
Género del niño/a 0,06 0,07 -0,04 -0,10
Posición 0,31*** 0,25***
Trabajo infantil -0,71** -0,71**
Capital humano del hogar -0,18** -0,19** -0,17*** -0,14*** -0,35*** -0,31***
Índice de pobreza -1,26* -1,36 0,41 0,34 -1,03** -0,92**
Tenencia de tierra 0,14* 0,15* 0,01 0,01 -0,00 -0,00
Cuenta interna -0,37 -0,34* 0,53 0,50
Empoderamiento -0,09* -0,10* -0,06*** -0,05*** -1,04** -0,93**
Dummy rural 0,05 0,04
(*)10% de significancia. (**)5% de significancia. (***)1% de significancia.
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Jorge Higinio Maldonado y Claudio González Vega
Cuadro 6. Elasticidades de la brecha educativa respecto a las variables uti-
lizadas en la regresión, calculadas en los valores de la media y
la mediana de las variables.
Variable Batallas CRECER Pro Mujer
Media Mediana Media Mediana Media Mediana
Antigüedad -0,23*** N/A -0,12* -0,21* 0,06 0,11
Edad del niño/a 2,89** 2,83** 1,80*** 1,75*** 2,18*** 2,13***
Género del niño/a 0,02 N/A -0,04 -0,04
Posición 0,39*** -0,33***
Trabajo infantil -0,35** -0,46***
Capital humano del hogar -0,76** -0,76** -0,59*** -0,56*** -1,77*** -1,73***
Índice de pobreza -0,70* -0,70* 0,19 0,19 -0,68** -0,69**
Tenencia de tierra 0,13* 0,05* 0,02 0,00 -0,01 N/A
Cuenta interna -0,11 -0,20* 0,06* N/A
Empoderamiento -0,43* -0,41* -0,44*** -0,36*** -0,41** -0,39**
Dummy rural 0,01 0,03
(*)10% de significancia. (**)5% de significancia. (***)1% de significancia.
Sin embargo, continuando con el caso de Batallas, la elasticidad de la
brecha educativa de los niños respecto a la antigüedad es más baja
que las elasticidades correspondientes a variables, como el capital
humano del hogar, el índice de pobreza y el empoderamiento. Es de-
cir, la educación es muy sensible a reducciones en la pobreza y a los
efectos género e información. En particular, una mejora del 10% en el
índice de pobreza induce una reducción del 7% en la brecha académi-
ca. De manera similar, un aumento del 10% en la educación promedio
de los miembros laboralmente activos de los hogares, induce una re-
ducción del 7,6% en la brecha. Respecto a las mujeres trabajadoras en
el hogar, la reducción en la brecha sería 4,3% en respuesta a un au-
mento del 10% en su escolarización, ceteris paribus. La alta elastici-
dad de la brecha en cuanto a edad, muestra que los niños mayores
tienen, probablemente, menos escolarización que la esperada para su
edad y que esto ocurre a una tasa creciente.
Los resultados para la muestra de CRECER son similares, aunque
vale la pena resaltar algunas características particulares. En términos
absolutos, la antigüedad en el programa (clientes nuevos versus anti-
guos) continúa siendo beneficiosa, significativa y sustancial, aunque
no tanto como en el caso de Batallas, en donde CRECER es también
una de las dos organizaciones evaluadas. Éste es un resultado intere-
sante, entre otras cosas, porque Batallas es una de las más antiguas
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áreas de trabajo de CRECER, mientras que la muestra más amplia
incluye otras regiones del país donde el desarrollo del programa ha
sido más reciente. El uso de la cuenta interna (que es un proxy para el
efecto manejo de riesgo) tiene el signo correcto y un efecto marginal
estadísticamente significativo en la reducción de la brecha educativa,
cuando se evalúan las variables en la mediana pero no cuando se mide
para los valores promedio.
La posición del niño/a respecto a sus hermanos es importante; es de-
cir, un niño particular tiene, en promedio, casi un tercio de año más de
brecha educativa comparado con su hermano mayor siguiente, cuan-
do se comparan a la misma edad. El efecto benéfico del capital humano
del hogar sobre la educación de los niños es ligeramente menor que el
de la muestra de Batallas. Lo mismo es cierto para el empoderamiento,
aunque los efectos tienen una mayor significancia estadística.
Al mirar las elasticidades surgen resultados similares a los de los da-
tos de Batallas. La brecha educativa es más elástica al capital humano
del hogar y al empoderamiento de las mujeres, que a otras variables.
La elasticidad de la brecha respecto al empoderamiento de las muje-
res es similar a la observada en Batallas; mientras que las elasticida-
des de la brecha en cuanto a la participación en el programa y al capital
humano de los hogares, son más bajos para la gran muestra de CRE-
CER que para la de Batallas.
Finalmente, los resultados para los datos de Pro Mujer reflejan las con-
secuencias de vivir en la zona urbana. Los efectos marginales de la
antigüedad ahora no son significativos. En cambio, el empoderamiento
de las mujeres, el capital humano del hogar y el índice de pobreza tie-
nen efectos marginales fuertemente significativos. La elasticidad de la
brecha académica es bastante alta respecto a la pobreza. Las mujeres en
las zonas urbanas están a cargo de sus actividades productivas –princi-
palmente comercio– por medio de microempresas. Estas mujeres ga-
nan empoderamiento de sus ganancias y del acceso a las microfinanzas.
El empoderamiento y el capital humano importan mucho en estas áreas,
pero la influencia de la participación en el programa no es capturada en
forma apropiada por la especificación. Es más, las mayores oportunida-
des de trabajo para los niños parecen reducir significativamente la bre-
cha educativa, lo cual sería otro resultado confuso.
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niños en hogares de Bolivia
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Con las bases de datos los resultados son consistentes, principalmen-
te en lo concerniente al impacto del empoderamiento de las mujeres y
el capital humano del hogar en el desempeño educativo de los niños.
Estos hallazgos resaltan los resultados de la estrategia de ofrecer los
servicios financieros a las mujeres.
VI. Conclusiones
La pobreza en Bolivia es dramática; reduce la calidad de vida no sólo
en la actualidad sino también para las generaciones futuras. En el lar-
go plazo, el alivio de la pobreza requerirá mejoras sustanciales en la
educación. Para hacer esto posible, las restricciones tanto del lado de
la oferta como del lado de la demanda por educación deben superarse.
El lado de la demanda por educación parece estar influenciado por las
actitudes, oportunidades y restricciones de los hogares pobres. Los
resultados de este trabajo confirman esta perspectiva. Si un diagnósti-
co claro es una condición previa para la adopción de políticas apro-
piadas, surgen lecciones importantes de este trabajo. Estos resultados
sugieren que programas que mejoran la capacidad de generación de
ingreso de los hogares y su capacidad para manejar eventos adversos
desplazan la demanda por educación. En particular, el papel benéfico
de la cuenta interna –a través de su potencial para manejar el riesgo–
resalta la ventaja comparativa de programas rurales como el village
banking que hacen énfasis en este servicio.
De acuerdo con la amenaza de trampas de pobreza, los niveles más
profundos de pobreza están asociados con demandas más bajas por
educación. En todos los casos, los resultados para el índice de satis-
facción de necesidades básicas confirman una influencia significativa
y desfavorable de la pobreza en la brecha educativa. Los trabajadores
educados de los hogares generan una demanda más fuerte por la edu-
cación de los niños del hogar comparado con miembros no educados.
Niveles mayores de capital humano no sólo están asociados con ma-
yores ingresos del hogar, sino también con percepciones más opti-
mistas sobre los beneficios de la educación. Estos resultados refuerzan
la predicción de una trampa de pobreza: padres menos educados de-
mandan menos educación para sus niños. La capacitación no formal
puede, en parte, compensar estas actitudes.
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Sin embargo, la relación entre la riqueza y la demanda por educación
puede crear algunos dilemas de política. Primero, mayor acceso a la
tierra y, por tanto, a las oportunidades de cultivar, parece incrementar
la demanda del hogar por el trabajo infantil. Por consiguiente, las po-
líticas de tenencia de tierra, a la vez que incrementan las oportunida-
des de ingreso para el hogar, pueden simultáneamente aumentar el
costo de oportunidad de mantener los niños en el colegio. Efectos
similares parecen surgir del estímulo a microempresas familiares.
Mayores niveles de capital o tierra hacen que los hogares busquen
fuentes laborales adicionales, dadas las tecnologías altamente inten-
sivas en mano de obra que utilizan. La primera fuente para satisfacer
esta demanda por trabajo es la familia, creando así un trade-off entre
el bienestar potencial futuro y la satisfacción de necesidades actuales.
Incluso, cuando los miembros del hogar son conscientes de las venta-
jas de educar a sus niños, sus precarias condiciones pueden obligarles
a sacrificar el flujo potencial de beneficios futuros para compensar
los extremamente bajos flujos de ingreso actuales. Si, adicionalmente,
existe la percepción de que las opciones de empleo actuales no pre-
mian suficientemente las inversiones en educación, la mejor alterna-
tiva es mantener a los niños empleados en la granja o en microempresas
desde edades tempranas.
Infortunadamente, a bajos niveles de ingreso del hogar, este impacto
adverso de incentivar el desarrollo de la producción agrícola y de
microempresas sobre la demanda por educación será inevitable. Polí-
ticas de intensificación agrícola, más que de extensificación en el uso
de la tierra, que incrementen sustancialmente la productividad del tra-
bajo doméstico disponible y otros recursos, y mejore los retornos al
capital humano, puede ser la única forma de resolver este dilema.
Otro desafío que presenta este dilema, es la demanda de trabajo juve-
nil para el cuidado de los niños menores. Como las nacientes microe-
mpresas demandan la atención de las mujeres mayores del hogar, se
genera una demanda interna para el cuidado de los niños y esta de-
manda se puede satisfacer sacando a los niños de mayor edad del
colegio. Este efecto será más fuerte en las familias más jóvenes, debi-
do al mayor número de niños pequeños y al menor número de adultos
en la casa. El componente de educación de algunos programas de
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microfinanzas puede tener un impacto en el espaciamiento de emba-
razos y en las tasas de fertilidad de estas mujeres, lo cual puede con-
tribuir a la reducción de esta paradójica amenaza a la formación de
capital humano (Romero, 2002).
La importancia del acceso a crédito y a otros servicios financieros
que permita a los hogares posponer o estabilizar su consumo para
incrementar su inversión en educación, conduce a evidentes recomen-
daciones de política. Las organizaciones microfinancieras en Bolivia
han podido alcanzar segmentos de la población rural y urbana, que de
otra manera no habrían tenido acceso a estos servicios y –bajo el su-
puesto de que estos servicios han sido costo-efectivos– éstos han sido
una valiosa contribución para el desarrollo. Sin embargo, en este tra-
bajo no se evalúa la sostenibilidad y la costo-efectividad de estas OMF.
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