Informe de ponencia para segundo debate al proyecto de ley 037 de 2006 senado - 1 de Junio de 2007 - Gaceta del Congreso - Legislación - VLEX 451456418

Informe de ponencia para segundo debate al proyecto de ley 037 de 2006 senado

INFORME DE PONENCIA PARA SEGUNDO DEBATE AL PROYECTO DE LEY 037 DE 2006 SENADO. por la cual se dictan normas prohibitivas en material ambiental, referentes a los residuos o desechos peligrosos y se dictan otras disposiciones

Atendiendo la designación hecha por la Presidencia de la Comisión Quinta del Senado de la República, exponemos las siguientes consideraciones:

Este proyecto de ley tiene origen en tres proyectos presentados por Congresistas de distintos movimientos políticos. Ellos eran el de la Senadora Alexandra Moreno Piraquive, el Senador Manuel Virgüez y la Representante Gloria Stella Ramírez, del MIRA; el del Senador Luis Carlos Torres Rueda, de Cambio Radical; y el de la Senadora Claudia Rodríguez de Castellanos y el Representante Luis Felipe Barrios, también de Cambio Radical. Al acumularlos en primer debate, como lo establece la Ley 5ª de 1992, y en el proceso de darle ponencia positiva al proyecto de ley debatido en la Comisión Quinta, se tuvo por principio rector prohibir el ingreso de todos los residuos peligrosos al territorio nacional.

Para el segundo debate de este proyecto, con el cual es prohibida la introducción e importación de residuos y desechos peligrosos en cualquier forma al territorio nacional y son dictados principios y lineamientos para la gestión integral de los mismos, los ponentes creemos necesario hacer una explicación de algunos asuntos de tipo técnico, económico y político que el país debe aplicar el principio de precaución y prohibir el ingreso a su territorio de cualquier tipo de desecho peligroso.

Los residuos peligrosos son de distinto tipo: los hay infecciosos, y suelen tener origen en residuos de procedimientos médicos, sanitarios, hospitalarios. Los hay combustibles, inflamables, explosivos, corrosivos y volátiles y los hay reactivos, tóxicos y nucleares. Se trata entonces de una gama bien amplia de residuos, sobrantes de procesos industriales y otros de diferentes órdenes.

La Constitución Política de Colombia, en su artículo 81, prohíbe de manera absoluta importar al país dos tipos de residuos o desechos peligrosos: los tóxicos y los nucleares, pero quedan todos los demás mencionados arriba. La importación a Colombia de residuos peligrosos estuvo prohibida durante cuatro años por la Resolución 189 del 15 de julio de 1994. Después se aprobó la Ley 253 de 1996, mediante la cual se ratificó el Convenio de Basilea, que, así permita importar residuos peligrosos, deja prohibirla a discrecionalidad de cada país signatario. Más tarde, al exigir la aplicación de una licencia ambiental, la Ley 430 de 1998 permite la importación regulada de desechos peligrosos.

El año pasado, 2006, hubo cierto escándalo porque la doctora Sandra Suárez, entonces Ministra de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, derogó la Resolución 189 de 1994. Fue a partir de ese ruido como aparecen los proyectos de ley que se acumularon en el proyecto al que se le está rindiendo ponencia, en el que, como ya se anotó, se prohíbe la importación de todos los residuos peligrosos al país, no solo de los tóxicos, sino de todos.

Los defensores de la importación regulada aseguran que dicha norma es necesaria para que la industria nacional, en casos especiales, se abastezca de materias primas baratas que rebajen los costos de producción y las hagan más competitivas en el contexto de la globalización. También argumentan que en algunos casos, como lo es el de las baterías importadas por la empresa Baterías MAC S.A., los nacionales tienen la tecnología para dar trato adecuado a los desechos peligrosos contenidos en los materiales importados. Pero, por otro lado, no son poco los episodios en que ciudadanos de países desarrollados o los Estados mismos han hecho del comercio internacional de desechos peligrosos un negocio, que además de lucrativo, causa gran daño a los países que los reciben. Y si en algo se caracteriza el comercio internacional de este tipo de materiales es en que los países que más los reciben no cuentan con una legislación seria en la materia ni con ningún tipo de tecnología que garantice su tratamiento.

Una pregunta inicial: ¿Dónde se producen principalmente los residuos peligrosos? Como es obvio, se producen en los países del mundo donde hay más consumo y donde hay más desarrollos científicos y tecnológicos. Los mayores productores de residuos peligrosos del mundo son los 23 países de la OCDE, y dentro de ellos, Estados Unidos, en razón de ser la principal potencia económica de la Tierra. Y son cada vez más los residuos peligrosos que se producen en el mundo, porque la humanidad toma más de la naturaleza y transforma más las cosas que ella brinda, sean de origen animal, vegetal o mineral. Luego los residuos son tanto más peligrosos cuanto más complejos los sistemas de producción agraria e industrial. Una hoja de papel se suele biodegradar por sí misma hasta desaparecer. Una bolsa plástica ya es un problema mucho mayor, pues dura muchos años contaminando el ambiente. Lo mismo un computador electrónico, una especie de bomba de residuos peligrosos, porque cuando termina su vida útil, quedan sobrando una gran cantidad de elementos muy peligrosos para la salud pública. Las pilas de los celulares, que parecen tan inofensivas, se han vuelto también un lío complicadísimo. En resumen, los bienes de mayor complejidad son los más difíciles de transformar para que no perjudiquen ni a los seres humanos ni al medio ambiente.

En los países desarrollados existe una creciente sensibilidad con respecto al problema de los residuos peligrosos. Hasta hace unos años, quienes generaban residuos peligrosos los botaban por ahí en cualquier basurero sin ningún tratamiento. Hoy, los ciudadanos de países desarrollados vigilan con mayor ahínco que no queden tirados en cualquier parte.

Consecuente con esta preocupación, las legislaciones de los países desarrollados, los mayores productores de residuos, exigen procesos cada vez más cuidadosos y, al mismo tiempo, demandan que el proceso mismo de tratamiento tampoco contamine, tal cual venía sucediendo, haciendo a veces peor el remedio que la enfermedad. Se decidía muchas veces quemarlos, lo que resultaba en nuevas amenazas. No era menos riesgoso botarlos a los ríos o enterrarlos. Digamos, en conclusión, que resolver el problema acarrea crecientes costos. Estamos hablando de millones de toneladas de residuos, frente a unas sociedades más atentas y unas legislaciones más rigurosas.

La manipulación de los residuos peligrosos está llena de complejidades. Unos residuos de desechos hospitalarios generan un problema dentro del hospital, pero también, e incluso mayor, al moverlos de un sitio a otro. También hay riesgo al almacenarlos o si por cualquier razón quedan abandonados. En Colombia se padeció el caso de unos residuos de agroquímicos que terminaron abandonados en la Costa Atlántica, porque los dueños se hicieron los de la vista gorda, como coloquialmente se dice.

Sobre el asunto existen básicamente dos posiciones a escala planetaria. Los sectores democráticos de los países pobres han venido impulsando la idea de que no debe haber comercio internacional de residuos peligrosos. Exigen que los residuos peligrosos transforme quien los produce, para cortar de tajo el peligro que supone el solo traslado. La posición de Estados Unidos y los demás países desarrollados es la contraria. Ellos aducen: ¿Nosotros estaríamos dispuestos a transformar unos cuantos, pero debe haber libre exportación o, por lo menos, exportación regulada¿. De ahí que en las normas de la Organización Mundial del Comercio, OMC, los residuos peligrosos aparecen casi como cualquier otro tipo de bien y pueden comercializarse tomando unas cuantas precauciones.

Hay varias razones que explican la posición de los países ricos. Como resulta muy costoso salir de ellos de una manera técnica, respetuosa del medio ambiente, se ha convertido en un negocio descomunal desembarazarse de los residuos peligrosos pasándole a otro el problema mediante algún tipo de subterfugio o de fraude o de trampa. Hay numerosos episodios de barcos cargados de desechos horribles que terminaron tirados en una playa de Haití o Costa de Marfil, o de barcos errando por el mundo y bregando a desembarcar cargas inmensas que nadie quiere recibir, o de barcos repletos que acaban siendo hundidos en alta mar por los mismos capitanes. Son los piratas modernos de la contaminación global, metidos a una actividad francamente criminal.

El mundo recuerda la historia del barco Khian Sea, que en 1986 partió de Filadelfia con 14 mil toneladas de desechos peligrosos con el objeto de ser vertidos en algún país subdesarrollado. Arribó a Las Bahamas, República Dominicana, Honduras, Bermuda, Guinea Bissau y las Antillas Holandesas y, por último, a Haití, donde el presidente ¿Baby Doc¿ Duvalier extendió un permiso para que 4 mil toneladas fueran descargadas en la playa de Gonaïves, basura que más tarde, como resultado de las protestas locales, fue retirada a un costo estimado de 300 mil dólares y con daños ambientales de los que aún se sufren las secuelas. Detrás de la operación se escondían prestigiosos y poco escrupulosos empresarios norteamericanos.

Suele también manipularse la composición del residuo. Ha ido haciendo carrera un fraude consistente en hacer pasar el residuo como algo utilizable en nuevos procesos. Aunque en general resulta factible coger un residuo dañino y transformarlo en una mercancía positiva mediante procesos tecnológicos, el hecho se ha vuelto algo así como la cabeza de playa de todo este horror del que estamos hablando, en perjuicio de los países subdesarrollados, a cuyos gobiernos se les mete el cuento de que se están ganando un nuevo proceso industrial, o un nuevo sector económico. Es la lógica de la contaminación como negocio. Colombia, junto con todos los países subdesarrollados, corre el riesgo inminente de terminar convertida en...

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