Inírida, mi destino favorito en toda Colombia - 5 de Abril de 2019 - El Tiempo - Noticias - VLEX 775335189

Inírida, mi destino favorito en toda Colombia

ESPECIAL PARA EL TIEMPOcrónica Salud Hernández-Mora"Para inaugurar el cementerio hubo que traer un muerto de Villavicencio", presumía el alcalde Augusto Bernal, allá por los ochenta. En aquel entonces, la capital del Guanía aún se llamaba Puerto Inírida y era tan apacible como hoy en día. Calles arborizadas, tranquilas, con pocos vehículos, escasa bulla y un abanico de etnias indígenas que conviven pacíficamente con los colonos llegados del interior hace décadas. Si le quitaron la palabra ‘puerto’ fue para indicar que el vasto municipio de planicies selváticas y ríos maravillosos es más que un embarcadero. Para mí, sin asomo de duda, el lugar más mágico de Colombia, si existiera un listado entre los destinos accesibles de la Orinoquia y la Amazonia. Quizás el corazón del Chiribiquete, en Guaviare, esconda tesoros tan fascinantes, pero hoy es difícil llegar hasta ellos. Camilo Fuentes, que conoce como pocos la región, considera que dos muros de contención han detenido hasta ahora la devastación de la jungla tan común en otros lugares: las inundaciones anuales, que impiden grandes extensiones de cultivos agrícolas, y el poder de los discípulos de Sofía Muller. La misionera protestante que, procedente de Nueva York, arribó a mediados del siglo pasado para evangelizar a los indígenas empoderó las comunidades de curripacos, puinaves, piapocos, entre otras, y nadie puede atravesar sus territorios sin su permiso. No es fácil obtenerlo. Uno de los que lograron acuerdos con ellos para fomentar el turismo, por fortuna aún en estado embrionario, es Mauricio Bernal, propietario del Hotel Toninas, en plena calle principal. Logró establecer una alianza con la comunidad puinave de El Venado, frente a los cerros de Mavicure, un capricho de la naturaleza que es igual de bello e imponente con sol, lluvia, nubes, luna, oscuridad, amanecer o estrellas. Levantaron por dos veces unas sencillas cabañas -las primeras las arrasaron las inundaciones del año pasado- justo frente a los cerros, para albergar a turistas que no buscan comodidades sino paraísos lejanos, solitarios. El dinero lo aportó Mauricio. Y los nativos, que son los propietarios, la mano de obra. La comunidad recibe aportes por cada visitante. Cuando llegué por primera vez, hace unos años, a El Venado, la extracción de oro desde las balsas sobre el río Inírida representaba una fuente de ingreso para la comunidad. Eran pocas y con el tiempo, los lugareños se dieron cuenta de que suponían una amenaza...

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