El institucionalismo, el cuarto chispazo de la ciencia política - Núm. 62, Septiembre 2021 - Revista Estudios Políticos - Libros y Revistas - VLEX 878319031

El institucionalismo, el cuarto chispazo de la ciencia política

AutorGermán Darío Valencia Agudelo
Páginas9-25
Editorial
El institucionalismo, el cuarto chispazo
en la ciencia política*
En 1996, cuando la Universidad de Oxford publicó A New Handbook
of Polítical Science (Goodin y Klingemann, 2001), el institucionalismo como
corriente de pensamiento en la ciencia política apenas estaba iniciando. Tan
solo siete años antes James March y Johan Olsen (1997) publicaron su obra
seminal El redescubrimiento de las instituciones. La base organizativa de la
política. Tras esta embrionaria aparición, uno de los mayores historiadores
de la disciplina, Gabriel Almond (2001), no nombró al institucionalismo en
el segundo capítulo del manual, sino que advirtió sobre tres chispazos o
momentos estelares en la «curva del progreso científico en el estudio de la
política» en el siglo xx (p. 83): la Escuela de Chicago, entre 1920 y 1940; el
conductismo, después de la Segunda Guerra Mundial; y «la entrada de los
métodos deductivos y matemáticos y los modelo económicos del enfoque
de la “elección racional-individualismo metodológico”» (p. 84) desde la
década de 1970.
En ninguna parte de su clásico capítulo, Ciencia política: la historia de
la disciplina, Almond (2001) alcanza a dimensionar lo que estaba pasando
en esos momentos con el institucionalismo, ni a vislumbrar que muy
pronto este enfoque se convertiría en otro giro revolucionario en la ciencia
política, a pesar de afirmar en su obra previa, Una disciplina segmentada
(Almond, 1999), que la ciencia política estaba abierta a las múltiples teorías,
enfoques y metodologías que hacen más comprensible el mundo de la
política. En aquel texto presenta un panorama histórico completo sobre los
estudios políticos: inicia su recorrido con los griegos —desde Heródoto,
Platón y Aristóteles—, luego pasa revista por los contractualistas clásicos
—Hobbes, Locke y Rousseau— y los liberalistas y federalistas, hasta llegar,
* Texto derivado de los planteamientos realizados por el autor en la tesis doctoral en Estudios Políticos,
Universidad Externado de Colombia, 2017, Organizarse para negociar la paz. Un análisis político
transaccional de las estructuras de gobernanza de la paz negociada en Colombia, 1981-2016.
finalmente, a la profesionalización de la ciencia política en el siglo xx, al
referirse a la Escuela de Chicago, la revolución conductista de posguerra y
la elección racional; incluso le queda tiempo para nombrar a las visiones
posconductistas y antipluralistas, pero en ningún momento se detiene a
analizar lo que se estaba cuajándose: el florecimiento de lo que se puede
denominar actualmente por el mismo autor el cuarto chispazo en ciencia
política.
Este texto presenta brevemente la evolución de lo que es el
institucionalismo en la ciencia política, partiendo desde su inició hace
tres décadas, para luego hacer una caracterización general del enfoque, su
evolución y su estado actual. Con esto se intenta entregar algunos elementos
que ayuden a actualizar la historia disciplinar de la ciencia política narrada
por Almond (2001) hace un cuarto de siglo, la cual ha visto pasar por debajo
mucha agua, logrando configurar al institucionalismo entre los principales
enfoques de nuestra disciplina. Enfoques a los que, hasta hace una década,
se les anteponía la denominación de los nuevos institucionalismos, pero
dada su consolidación actual se omiten el plural y el mote de novedad, y se
les reconoce como un aporte de similar magnitud al del conductismo o al de
la teoría de la elección racional. Este enfoque ha permitido poner en diálogo
a distintas disciplinas de las ciencias sociales, evidenciando el compromiso
«con las reglas de la evidencia y la inferencia» de la política como ciencia»
(p. 137).
El contexto en el que surge el cuarto chispazo: el retorno
a las instituciones
La ciencia política es, tal vez, la más joven entre las ciencias sociales y
humanas (Eslava, Orozco y Valencia, 2011). Su autonomía científica se logra
construir tan solo a mediados del siglo xx. En aquel momento el dominio en
los análisis politológicos lo detentaba el institucionalismo (Selznick, 1949;
1957), hoy denominado institucionalismo clásico. Este enfoque se esforzaba
por estudiar las leyes formales, las reglas y las estructuras administrativas; sin
embargo, para la naciente ciencia política este enfoque poco lograba explicar
el comportamiento político real o sus resultados, de allí que la revolución
conductista en la ciencia política —de la década de 1950 y principios de
la de 1960— aparezca como una reacción a este viejo institucionalismo
(Shepsle, 1999).

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