Introducción
Autor | María Eugenia Hernández Carvajal |
Páginas | xiii-xxi |
xiii
Introducción
Emprender un viaje a un territorio desconocido generalmente trae consigo mucha
incertidumbre, así como grandes expectativas. Al llegar al lugar se quieren retener
todas las imágenes en la mente para intentar repetir cada paso cuando hacemos la
narración de nuestra aventura. Esta, aparentemente, fue la misma sensación expe-
rimentada por los cronistas que llegaron a la tierra rme del Nuevo Mundo en los
primeros años de la conquista. Al leer los escritos de quienes vinieron a evangelizar
y a conquistar estas tierras hacemos un viaje al pasado, recreando lo que vivieron los
autores con las imágenes que se van formando con sus descripciones. En esa medida,
enfrentarse a un texto histórico lleva consigo formularse varios tipos de preguntas.
En primer lugar, cómo se asume su lectura dependiendo del interés del investigador.
En segundo lugar, considerando que los textos escritos son fuentes de información,
qué tipo de fuente son. Y nalmente, es necesario tener en cuenta la disciplina desde
la que se analiza el texto.
El interés de este trabajo está centrado en una crónica de los primeros años de
la conquista del Nuevo Reino de Granada. El texto escrito por fray Pedro Aguado y
fray Antonio de Medrano será tomado como “crónica”, de acuerdo con la discusión
que se ha generado en torno a la clasicación de los textos que se escribieron durante
la época de la conquista y la colonia española, entre los siglos y . Por
ejemplo, se puede citar el trabajo de José Carlos González Boixo, quien desde la
literatura ha hecho un intento por clasicarlos. El autor rma que el hecho de que
por parte de la Corona española se haya creado el título de “cronista de Indias” ya
implicaba que quienes se dedicaron a esta tarea estuvieran produciendo crónicas.
Sin embargo, es necesario profundizar un poco más en esta denición. En este
trabajo se plantea que los términos “crónica” y “cronista”, al ser de origen medie-
val, pierden su signicado a partir del siglo . Su pervivencia hay que explicarla
por el carácter ocial que la Corona da al cargo de “cronista” hasta el siglo
(González Boixo 1999, 227-237; Mignolo, 352-402).
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