Jorge Carrión, buscador de historias y de formas - 29 de Junio de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 576063122

Jorge Carrión, buscador de historias y de formas

María Paulina Ortiz Redacción EL TIEMPO Jorge Carrión salió de Barcelona rumbo a Buenos Aires a estudiar alemán en el Instituto Goethe de la capital argentina. Suena raro: elegir ese destino cuando se tiene más cerca, por ejemplo, a Alemania. Pero así son los viajeros auténticos: les importa más el viaje, el movimiento, que el motivo. Comenzaba este siglo. Carrión tenía menos de 30 años y la decisión de ser escritor. Quería conocer la ciudad de Borges y de librerías, de cafés y tango. Llegó sin dinero y se hospedó en una casa de huéspedes de La Boca, el barrio bonaerense que es tan famoso como tan poco conocido. Carrión se integró a la vida de sus habitantes. Creó su propia rutina, que incluía caminar el barrio, estudiar alemán (por supuesto), sumarse al ritmo de la ciudad, escribir. Observaba, preguntaba, tomaba notas, pensaba. Todavía no imaginaba, sin embargo, que lo que estaba viviendo se volvería una crónica y más adelante sería un libro: La piel de La Boca. “(…) Durante mi última semana en La Boca invité a los chicos a Il Matterello. Aquellas pastas tan caras no nos supieron mejor que las de la parrillita que hay a cincuenta metros del Galpón. Cuando salimos del restaurante pensé ‘pobre tipo’ al ver al policía que vigila los coches de los argentinos ricos y de los turistas, para quienes La Boca son quinientos metros cuadrados (Caminito, La Bombonera y, quizá, ese restaurante al que nunca llegan a pie”. Fueron años de aprendizaje. Jorge Carrión es hoy un escritor con una obra sólida y una crítica que lo define como “uno de los autores que anuncian el turno del relevo”; “un escritor cuyos logros están a la altura de su ambición”, según lo describió Juan Goytisolo, reciente ganador del Premio Cervantes. “Las crónicas de esos años fueron mi laboratorio, mi gimnasio –dice Carrión–. Con ellas experimenté técnicas y estilos”. Llegó a Buenos Aires tras las huellas que había leído de la ciudad en Borges y Cortázar. Y allá encontró dos libros que marcaron su camino de cronista: Larga distancia, de Martín Caparrós, y Vudú urbano, de Edgardo Cozarinsky. Autores argentinos que le mostraron las posibilidades de la narrativa de no ficción. Desde niño había sido un lector sin pausa y un visitante de librerías y bibliotecas. De lunes a viernes, al terminar las horas de colegio en Mataró, Tarragona (donde nació en 1976), Jorge iba a la Biblioteca de La Caixa Laietana. Allá leyó los cómics de Astérix y Obélix y de Tintín y sacaba en préstamo las novelas...

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