En el lanzamiento del libro ‘Canoa’, del expresidente Betancur - 31 de Diciembre de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 696226317

En el lanzamiento del libro ‘Canoa’, del expresidente Betancur

¡Qué merecido homenaje al expresidente Belisario Betancur! Tengo el privilegio enorme de haber cimentado una amistad con el expresidente Betancur en los últimos treinta y más años. Una amistad que me ennoblece, que me ha hecho un mejor ser humano. Con Diego Pizano Salazar tuvimos la oportunidad y la fortuna en los últimos dos años de entrevistarlo y de repasar con él los momentos decisorios de su vida. Pensamos ahora que es trascendental que los colombianos conozcan ese recorrido vital y, muy especialmente, las nuevas generaciones. *** La vida de Belisario Betancur demuestra lo que la inteligencia, la audacia, la educación y la entrega al conocimiento logran en un individuo. Belisario Betancur es el reflejo vivo de que en Colombia ‘sí se puede’. El lema de su campaña presidencial de 1982 se aplica cabalmente a él mismo. Que ‘se pueda’, sin embargo, requiere atrevimiento, esfuerzo y propósito. Cuando al expresidente Betancur se le pregunta por qué decidió, recién graduado de abogado en Medellín –ya siendo escritor y conociendo algo de las artes de la política–, venirse para Bogotá, su respuesta lo dice todo: “Para buscar destino”. Betancur buscó destino y lo encontró. Los beneficiarios de ese destino hemos sido todos los colombianos y, como bien lo ilustra el libro que gracias a la Universidad Sergio Arboleda se divulga hoy, los muchos millones de personas que hablamos la lengua española. Belisario Betancur aprendió a leer a los cuatro años en “el sigilo verde de la cordillera de los Andes”, en donde, como él mismo lo pronunció al recibir el Premio Meléndez Pelayo hace diez años: “Entré en la lectura, a los cuatro años de edad, guiado por maestros semianalfabetos que entretenían al niño en posadas de arriería a la luz de un candil, mientras mi padre ataba a su hijo a la retranca de la enjalma para trepar por los caminos sinuosos, y cuidaba la mulada y las muchachas de las fondas”. Al hacerlo, continúa Betancur, “esos versados muleros, faltos de toda ignorancia, como dicen ellos de sí mismos, entretenían al infante, imitando, sin saberlo, la manera como don Quijote le ofrecía al enamorado Cardenio ‘más de 300 libros, que son el regalo de mi alma y el entretenimiento de mi vida’”. En ese ambiente y con esos profesores –además de misiá Rosario Rivera, en la escuela, aun antes de que le permitieran matricularse por no haber llegado a los siete años–, Betancur comenzó a jugar con las palabras, a sentirlas, a masajearlas, a interesarse por su...

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