Los libros, las mujeres y los licores - 5 de Octubre de 2022 - El Tiempo - Noticias - VLEX 912007472

Los libros, las mujeres y los licores

Si hubiera sabido de la plenitud y dulzura que implica una vejez sana y holgada hubiera acelerado el proceso, oí que me dijo, mientras apurábamos una botella de ron Zacapa, mi admirado arquitecto Simón Vélez, quien ha erigido palacios de guadua. Nunca pensé que el esqueleto y sus resortes me dieran para vivir ni la mitad de lo que he cobrado, pero llegué a la cuarentena y sin marcar calavera me he seguido escurriendo por el túnel del tiempo pegado de la pluma de ganso de la poesía que me permitió convertir en realidades mis fantasías, del periodismo que me toleró relatarlo y de la publicidad que me pensionó. Llegué a padecer en mi edad mediada de alopecia y de gota, pero logré vencerlas merced a las peripecias del milagroso dermatólogo René Rodríguez y con una pastillita del Seguro pude volver tranquilo a las carnes y al vino rojo. Hoy ostento el copete quinceañero imitación de mi venerado actor Tony Curtis, y mi fantástica Salomé, con su parejo gringo italiano, me hizo abuelo reciente de Emilia Curtis Arbeláez, barcelonesa. De todo había aprendido en los conservatorios de la penuria, menos desde luego a cantar victoria. Aferrado a la tabla de la derrota y con mis bluejeans desteñidos arranqué con mi existencialismo criollo durmiendo en colchones adquiridos en el mercado de las pulgas, comiendo y bebiendo de cuenta de admiradores de paso, haciendo el amor a trancazos, leyendo todo lo que podía sin levantar los ojos de un libro ni para pasar una calle, apoltronado de apache en tabernas de mala muerte. Era la buena onda de entonces, cuando la guerra a las corbatas y a las convenciones sociales, profesorales y clericales. Pero, una vez que la poesía me concedió el primer premio, cuando la dama con quien vivía mandó al concurso de la editorial Oveja Negra de García Márquez las cuartillas que había dejado cuando me tiró las maletas por la ventana, me gané a la vez una novia highligh que me enseñó a viajar sin rubor en primera clase. Desde que me pensioné comenzando el siglo, sin bajar la guardia por el reclamo contra las iniquidades del mundo, me dedico a viajar, a leer y escribir, beber y fornicar como Dios manda y el demonio me celestina. Uno de los primeros libros que leí y me...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR