Libros prohibidos - 30 de Septiembre de 2021 - El Tiempo - Noticias - VLEX 876332413

Libros prohibidos

La historia de las novelas prohibidas en América Latina se remonta a los tiempos de la Inquisición, que anotaba en sus listas negras "libros de romance de historias vanas o de profanidad, como son de Amadís y otros de esta calidad, porque este es mal ejercicio para los indios, y cosa es que no es bien que se ocupen ni lean". Pero los libros vedados burlaban la vigilancia escondidos en barriles de vino, y circulaban también copiados a mano. Y no solo las novelas, sino los libros subversivos escritos por los pensadores de la Ilustración, a medida que se iban encendiendo los fuegos libertarios en América. Ya el Quijote no importaba tanto como La nueva Eloísa, de Rousseau. Para las tiranías que empezaron a sucederse bajo el remedo de gobiernos republicanos, su enemigo más jurado pasaron a ser las imprentas. Cerrar los países a las ideas era una pretensión de congelar el tiempo. Pero llegado el siglo XX, no todas las dictaduras tropicales fueron tan celosas de los libros. Al viejo Somoza le importaban más los periódicos que los libros, siempre de tiradas exiguas y publicados por cuenta de sus autores. Pero enviaba a sus militantes fanáticos, sus "camisas azules", que le rendían pleitesía como a un Mussolini tropical, a descalabrar a garrotazos las platinas de las imprentas de los diarios enemigos. Su hijo Anastasio no le iba a la zaga. Mandó a bombardear el diario La Prensa, pero su lista de libros prohibidos se reducía a aquellos que propagaran el marxismo; sus agentes aduaneros no eran, sin embargo, muy avisados, pues dejaban pasar sin siquiera examinar sus páginas La sagrada familia, de Marx y Engels, que creían de contenido religioso. Cuando en 1970 se publicó en Costa Rica Sandino, de Neil Macaulay, un embarque de 5.000 ejemplares fue retenido en la aduana en Managua. El libro clásico de Gregorio Selser, Sandino, general de hombres libres, circulaba clandestino en el país, en copias mimeografiadas. El libro de Macaulay fue llevado por el director de aduanas a Somoza para que tomara la decisión final. Lo vio apenas por encima, y se lo devolvió. "Esto no es conmigo -le dijo-, es con mi papa". Los 5.000 ejemplares se vendieron en...

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