¿Quién llama tanto a Joël Dicker? - 24 de Octubre de 2020 - El Tiempo - Noticias - VLEX 850914057

¿Quién llama tanto a Joël Dicker?

Alexánder Ortega Marín. - para el tiempo. ParísHoy es lunes y el mundo todavía se despierta poco a poco del confinamiento. Faltan diez minutos para las 10 de la mañana. Del otro lado de la puerta retumba enérgica la voz del escritor sensación de la lengua francesa de los últimos años. El eco de su voz se propaga por los pasillos de la editorial y es inevitable recordar que así también se escuchaba el eco de la voz del hombre inaudito: Bernard de Fallois, su editor. Su tono me recuerda una de las frases de su discurso el día del funeral de Bernard en la iglesia de Passy: "El destino, tan misterioso como burlón, se divierte trastornando nuestra vida de la noche a la mañana, poniendo en nuestro camino a personas inesperadas… Y aquellos que tuvieron la suerte de haberlo vivido alguna vez saben de qué hablo". Mientras espero para hacerle la entrevista, se me ocurre interrogar a Dicker sobre cuál fue la historia más extraordinaria contada por Bernard. El viejo editor describía a personas increíbles de la cultura mundial del siglo pasado a través de narraciones insólitas. Era un excelente contador de historias. Escuchar a Bernard de Fallois desde el otro lado de una mesa en un restaurante en París era sentirse aniquilado por el poder de la memoria de una raza de hombres cuyo sentido común, memoria e inteligencia parecen haberse extinguido. Ahora que Bernard está muerto caigo en cuenta de que sus mejores anécdotas están en el prólogo y el epílogo de su vida, con dos titanes de la literatura que no tienen nada en común: Marcel Proust y Joël Dicker. De Fallois decía que el número de lectores de Marcel Proust, desde la publicación de su primer libro hasta hoy, no equivale ni si quiera a un mes de los libros de Dicker vendidos y leídos en todas las lenguas. Cuando Bernard de Fallois tenía 25 años, en los años cincuenta, encontró en la buhardilla de la casa de la sobrina de Proust unos papeles destinados a perderse. Esos manuscritos son lo que hoy se conoce como el Contra Sainte Beuve y Jean Santeuil, dos libros fundamentales para entender la génesis y las razones estilísticas y temáticas de En busca del tiempo perdido. La historia de Dicker es menos romántica pero igual de espectacular. De Fallois estaba a punto de jubilarse y su casa editora no vendía muchos libros, mejor dicho, estaba quebrada. ¿Cómo pudo sentirse el octogenario editor cuando, de repente, aparece la revelación de Joël Dicker? Jöel lo sabe, por eso no es raro que en su reciente libro...

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