‘Lo que más me duele es no verme la sonrisa de antes’ - 22 de Mayo de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 570716834

‘Lo que más me duele es no verme la sonrisa de antes’

Crónica

Su sueño de ser médica o periodista está truncado por el accidente

Maira Giraldo Guevara Para EL TIEMPO A escasos días de entrar a una de las mejores universidades del país como beneficiaria de las becas que otorga el Gobierno Nacional a los mejores estudiantes del país, Paula Muñoz sufrió un accidente de tránsito que le truncó la ilusión de ser médica o periodista. Estuvo ocho meses en el hospital y hace tan solo siete regresó a su casa; su cárcel. En menos de un año la subcampeona de ajedrez de 17 años perdió los dientes, el hueso inferior del maxilar, la audición de un oído, el brazo y el seno derecho. La vida, la sonrisa, le cambiaron en un abrir y cerrar de ojos. “Puede parecer bobo, pero lo que más me duele de todo esto es haber perdido mis dientes y que mi rostro haya quedado con las cicatrices que me dejaron los vidrios que se rompieron en el momento del golpe. Era lo que yo más amaba”, dijo ella, quien ahora se cubre la mitad de su rostro con un tapabocas. Paula fue una de los 37 sobrevivientes del siniestro que ocurrió el 19 de noviembre del 2014, en el kilómetro 79 de la vía Bogotá-Fusagasugá, cuando un bus lleno de estudiantes del colegio Santa Bárbara de Ciudad Bolívar se volcó. Eran 38 los jóvenes que iban a bordo. Uno de ellos,Leidy Tatiana Linares, falleció antes de llegar al paseo que tenía como fin premiar a los más aplicados de todo el bachillerato por sus buenas notas, con un día de piscina y sol en Melgar. “No deseaba ir porque el viaje era un día antes de mi grado y no quería quemarme con el sol, pero mi mamá me dijo que fuera ya que era el último encuentro con mis compañeros de colegio”, relató. La tragedia le dio un giro de 180 grados a su vida; no pudo volver a participar en los torneos de ajedrez ni de natación, sus deportes favoritos. Hoy sus días transcurren entre agujas, medicamentos, exámenes, enfermeras y máquinas. Aparte de perder extremidades de su cuerpo y durar 17 días en coma, sus riñones dejaron de funcionar. Cada seis horas le tienen que realizar diálisis para evitar infecciones en su sangre. Para ella la Navidad del 2014 iba a ser la más emocionante; sus esfuerzos estaban dando frutos y era casi un hecho que estudiaría en la universidad del Rosario. Sin duda el mejor momento de su vida, pero cuando despertó del sueño inducido solo recuerda la fatalidad: su rostro lleno de sangre, con pedazos de tierra y pasto del lugar de la tragedia. Otra cosa la impactó: su brazo fue amputado, no podría...

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