La lucha de 20 docentes para dar clases en La Guajira - 6 de Julio de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 730874285

La lucha de 20 docentes para dar clases en La Guajira

MIGUEL ÁNGEL ESPINOSA BORRERO - REDACTOR DE EL TIEMPO @Leugim40

Al mediodía, Darío Ruz Yepes ya completa cinco horas dando clase a niños de básica primaria. El sudor corre por su rostro, y en su camiseta mojada se reflejan los 34 grados de temperatura que a esa hora golpean en zona rural de Uribia, La Guajira. Ese pequeño salón en el que unos 30 niños tratan de recibir clase es uno de los 17 que los mismos docentes tuvieron que levantar en compañía de la comunidad wayú de Guarerapu 3, a dos kilómetros y medio del casco urbano de Uribia. El proyecto empezó 10 años atrás. Ruz Yepes –delgado, de cabello corto y piel oscurecida por el intenso sol de La Guajira– y otros docentes decidieron comenzar a levantar las pequeñas aulas con zinc y yotojoro (madera que se extrae del corazón del cactus cuando este se seca), ya que desde la gobernación del departamento no recibían los recursos para adecuar la estructura de enseñanza para los niños. Las aulas son pequeños espacios no mayores que las salas de un apartamento. No todos cuentan con pupitres, por lo que un gran tronco acostado hace las veces de asiento. En otras ocasiones, los niños deben sentarse en el suelo y la fuerte brisa llena de arena los cuadernos de los pequeños. Ese lugar, rodeado de tierra, cactus y rancherías, se ha convertido en el proyecto más grande de los 20 docentes que se niegan a dejar que caiga la única escuela que llega hasta secundaria en la zona donde 509 niños reciben clases. “Nosotros las hemos construido –cuenta el profesor Ruz–; los dos salones más bonitos fueron gracias a una fundación que nos ayudó, pero de resto lo levantamos nosotros con ayuda de padres y gente de la comunidad. El año pasado nos propusimos trabajar sin sueldo porque no podíamos dejar que los niños dejaran de asistir a clases”. Los dos salones que menciona Ruz están hechos de cemento, son más cómodos que el resto de los salones que han levantado. No obstante, estos espacios no cuentan con ventiladores, y el calor logra arrebatarle la atención a las clases. El niño que más debe caminar de regreso a casa está a unos seis kilómetros. Una camioneta les ayuda a transportar a los que viven más lejos, pero no alcanza para todos, por lo que la jornada no termina a la 1 de la tarde para los docentes, pues muchos prefieren acompañarlos hasta sus rancherías por temor a que les pase algo en el camino. Uribia es tristemente célebre por ser el municipio más seco del país. Esta zona desértica de La Guajira ha...

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