Macondo en Ravello - 16 de Junio de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 573857158

Macondo en Ravello

Sin ruta y sin prisa

Fernando Quiroz

Diría que fue a comienzos del otoño, que el frío apenas se insinuaba, que contemplábamos el mar desde ese mirador privilegiado que es Ravello. Que acabábamos de sorprendernos con el encuentro inesperado de una casa blanca con jardines repletos de olivos y un aviso que revelaba su nombre: Macondo. Allí, a tantos miles de kilómetros de los pueblos polvorientos que inspiraron a Gabo. Que le dimos la espalda al mar para buscar de dónde salían las notas de ese fagot. Y salían del atrio de una pequeña iglesia en donde acababan de terminar las honras fúnebres de un hombre que habitaba aquella montaña. Se llamaba Massimo. El cortejo inició su recorrido hacia el cementerio al ritmo de las notas de aquel fagot, que se silenciaba cada quince o veinte pasos para darle la voz a un deudo que pronunciaba un elogio o a una mujer que improvisaba un lamento. A veces me pregunto si las cosas fueron así como las recuerdo. Aunque no sé para qué me lo pregunto: sé que no fueron del todo así. Sé que la memoria es caprichosa. Que es capaz de mover las nubes para que caigan sobre el escenario de aquel recuerdo los rayos del sol. Que puede sembrar a su antojo olivos cargados de frutos en aquel jardín que probablemente exhibía limoneros en flor. Que el frío del otoño a lo mejor aún no había comenzado. Y sé que tal vez no era un fagot. Que las mujeres...

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