Otros Nº SIN NUMERO de Registraduría distrital del estado civil , 02-08-2023
| Fecha de publicación | 03 Agosto 2023 |
| Fecha de emisión | 02 Agosto 2023 |
| Emisor | Registraduría distrital del estado civil |
| Número de Gaceta | 7776 |
Introducción
Por ser Bogotá la capital de la República de Colombia, estar localizada en el centro del país y en las muy fértiles
tierras de la sabana que la rodea, y dada la inteligencia y la gran capacidad de trabajo de sus habitantes, esta
urbe de 8 millones de habitantes debería estar en condiciones semejantes a las de las ciudades más
desarrolladas del mundo.
Pero, lamentablemente, no lo está. O, mejor, apenas lo está muy parcialmente. Porque Bogotá, en realidad,
son dos ciudades muy diferentes, como lo demuestran las cifras y los análisis de los especialistas.
Una es la Bogotá que hay que cuidar, proteger y seguir desarrollando, la cual, en medio de los problemas que
también tiene, se parece a las principales ciudades del orbe en cuanto al acceso a las oportunidades, al ingreso
y al empleo formal de sus habitantes y a sus características urbanas y ambientales. Pero otra es la realidad de
la mayor parte de la ciudad y en la que viven más habitantes, con muy lamentables condiciones de vida,
empleo e ingreso y muy precarias condiciones de desarrollo urbano y ambiental, tanto, que hunden el
promedio de las cifras de toda la ciudad.
Hay cifras de Bogotá que nos avergüenzan ante el mundo de civilizado.
El 32 por ciento de los bogotanos (2,5 millones) padece por hambre porque hace menos de tres comidas al día,
cifra que proviene de otras también muy malas: 4,8 millones de habitantes de Bogotá padecen por indigencia
(345 mil), pobreza (tres millones) y son vulnerables (1,41 millones). Y si se detallan más, son peores las condiciones
de las mujeres y los jóvenes.
Lo anterior derivado de que se encuentran en el desempleo 479 mil bogotanas y bogotanos –el 10,8 por
ciento–, cifra que aumentó en 84 mil en los últimos ocho meses y que si no es peor, es porque los informales
–con empleos precarios–, suman 1,3 millones, para un gran total con carencias de empleo de 1,8 millones.
Los dramas del desempleo y la pobreza de Bogotá tienen origen en que la riqueza que se crea por habitante
al año en la ciudad es de apenas 12.000 dólares, mientras que la de San Francisco es de 130.000, la de Múnich
de 81.000 y la de París de 71.000. Cifras que son el resultado de los promedios de los países, en los que Colombia
produce apenas 6.600 dólares por habitante, Estados Unidos, 70.400, Alemania, 41.000, y Francia, 48.400.
Muy importante precisar que estas cifras, que podemos caracterizar como una tragedia nacional, de Bogotá y
de cada población de Colombia, no tienen como causa principal las malas administraciones locales –así haya
errores particulares que resaltar, como los graves cometidos con la construcción del metro que tanta falta nos
hace a los bogotanos–, sino a las pésimas decisiones de los gobiernos nacionales, que le han impedido
desarrollarse al país y a las regiones. Y estas pésimas orientaciones, hay que decirlo con franqueza y debatirlo
con tranquilidad y actitud democrática, tienen origen en que desde 1945, hace 78 años, todos los gobiernos de
Colombia han acatado las orientaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), políticas que han anquilosado
el desarrollo industrial y agropecuario y científico del país –de los empresarios y los demás productores– y el
pleno empleo formal.
Señalado lo anterior, se deja sentado que la realidad legal de las políticas económicas nacionales no puede ser
modificada por los alcaldes de las ciudades ni por los gobernadores de los departamentos, porque las leyes y
las políticas nacionales e internacionales de Colombia son del resorte del Congreso y de los presidentes de la
república y de sus gobiernos, verdad que no les impide a los mandatarios locales opinar y hacer propuestas
sobre ellas.
01 Introducción
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