‘Nadie quería invertir para que desconocidos pudieran dormir en casas ajenas’ - 18 de Junio de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 682956961

‘Nadie quería invertir para que desconocidos pudieran dormir en casas ajenas’

Victoria Pérez Zabala La Nación (Argentina) A las 6, como cada mañana, Joe Gebbia practica jiu-jitsu. A esa hora, el cofundador de Airbnb ya se encuentra en estado de alerta. “No hay mejor manera de empezar el día que luchando contra alguien que intenta asfixiarte. Los emprendedores deben buscar sentirse cómodos en lo incómodo”, dice el diseñador estadounidense, de 35 años, nacido en Atlanta. Después de eso, nada en su agenda le resulta estresante al creador de la plataforma online de alquileres temporales que revolucionó la manera en que la gente viaja y se conecta. Sus ojos claros apuntan directo al interlocutor. Como cuando responde que escuchó hablar de la serie Silicon Valley, pero no tuvo tiempo para verla. Quizás así, sin distracciones, se construye un imperio valorado en 30.000 millones de dólares. Sus ganas de hacer algo grande en la vida despertaron de chico. Mientras iba al bachillerato, en los años 90, trabajaba como recogebolas en la NBA. Lo hizo durante tres temporadas. Estaba rodeado por los mejores jugadores de baloncesto del mundo y había algo admirable en la manera en que ellos buscaban la excelencia. Tal grado de dedicación dejó una fuerte impresión en su mente. “Tenemos suerte de que Airbnb juegue en las grandes ligas”, comenta en una de las modernas oficinas que su empresa tiene en Buenos Aires, a donde llegó para participar del encuentro Young Global Leaders. Gebbia figura en el cuarto lugar en la lista de la revista Forbes de los emprendedores menores de 40 más ricos de Estados Unidos; el primer puesto es de Mark Zuckerberg, creador de Facebook. ¿Cómo fue su educación? Mis padres me apoyaban en todo lo que quería hacer: deportes, música y arte. Crearon un entorno en el que podía dedicarme a lo que me apasionara. Mi primera aventura fue en tercer grado. Comencé a vender mis dibujos de Las tortugas ninja a mis compañeros. Costaban un dólar o dos, de acuerdo con el tamaño. Me fue tan bien que las maestras me pidieron que lo dejara de hacer porque los chicos no compraban el almuerzo para pagar mis dibujos. Creo que la escuela no estaba lista para apoyar a un emprendedor en tercer grado (risas). ¿A quién admiraba entonces? Me gustaban los artistas que sacudían el mundo: Picasso, Manet, Georges Braque... ¿Cómo fue la primera vez que recibió a un extraño en su casa? Nunca lo voy a olvidar. Fue después de recibirme en la escuela de diseño de Rhode Island. Estaba vendiendo algunas de mis cosas antes de mudarme a San Francisco...

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