La naturaleza y el progreso se disputan la bahía de Cartagena - 30 de Julio de 2012 - El Tiempo - Noticias - VLEX 391405902

La naturaleza y el progreso se disputan la bahía de Cartagena

"Ahora quién sabe a dónde iremos a pescar", me dice 'Gato Mono', un mulato flacuchento que va cantando en su canoa, mientras vende las cocadas con panela más sabrosas que se consiguen en el Caribe.

Al frente nuestro, un alcatraz se detiene en mitad del vuelo y se lanza de cabeza contra el oleaje, como una piedra. Sale tragando con entusiasmo. Es probable que no haya pescado nada, pero de todas maneras se saborea para disimular delante de sus compañeros. Así conserva intacto el sentido de la vergüenza. Su apariencia también es engañosa porque, aunque lo parezca, el alcatraz no es un pájaro: es un barco que vuela.

Atardece sobre la bahía de Cartagena, que en realidad son dos, como un par de herraduras, la una detrás de la otra, con las bocas hacia abajo. Hace pocas semanas salió en los periódicos un aviso en el que la empresa portuaria Contecar solicita del gobierno una concesión para ampliar sus muelles sobre una extensión de 137 hectáreas dentro del mar, en la bahía exterior, agua de por medio frente a Caño del Oro, un caserío de lancheros y pescadores, poco más allá de la primera herradura, cerrada por la Casa de Huéspedes y el faro de Castillogrande.

"Isla Relleno" fue el nombre irónico que el ecologista Rafael Vergara Navarro le puso a ese proyecto. "El mar no es como un lote que puede ser invadido por unos colonos", protesta Vergara. Es difícil encontrarle la cara entre la melena con cola de caballo, la barba fluvial, los anteojos de miope y el sombrero. Dice que, lejos de pensar en rellenarlo, lo que el mar necesita es más espacio para recibir las nuevas aguas, que vienen bajando del norte por el río descongelado de los glaciares. "En la bahía se están cometiendo tantos abusos, que algunas empresas portuarias rellenan primero y legalizan después".

Luego se queda en silencio. Me mira a los ojos. Pone acento de profeta y dicta una sentencia bíblica con su vozarrón de trueno: "El mar vive de equilibrios".

Al lado de Vergara se sienta Héctor Pérez, un veedor popular. "¿Qué va a pasar con los pescadores de la bahía, los de Tierrabomba, Caño del Oro, Bocachica, Ceballos, Albornoz?". Pide la palabra Milciades Garcés. "El relleno acabará también con los animales y plantas de la bahía. Desaparecerán algas y corales. Dios se apiade de los alcatraces".

Pérez vuelve a la carga: "En Cartagena operan 56 muelles marítimos, pero a la ciudad solo le tocan tres mil millones de pesos anuales por esas concesiones. Nosotros nos quedamos con los daños y...

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