¿No ser ya de izquierda le ha complicado su trabajo en el Centro de Memoria Histórica? - 9 de Marzo de 2020 - El Tiempo - Noticias - VLEX 841026292

¿No ser ya de izquierda le ha complicado su trabajo en el Centro de Memoria Histórica?

Situémonos en el debate que le ha amargado un tanto el ejercicio de su cargo. ¿Usted de dónde viene, cuál es su escuela intelectual, académica? Soy historiador de la Universidad Nacional de Colombia, me doctoré en la Universidad de Huelva, en España, ya viejo, a los 50 años. Hice casi toda mi vida profesional en la Universidad Nacional de Medellín. Soy de la primera promoción de historiadores formados profesionalmente en Colombia. Y usted tenía en ese momento una línea de pensamiento de izquierda… ¿Cuándo se produce su tránsito ideológico hacia la derecha, si se puede llamar así donde usted está ahora posicionado? (Risas) Cuando yo tenía 20 años ingreso a la Universidad Nacional de Colombia y ahí no era de izquierda, sino un muchachito al que le gustaba mucho leer a Jean-Paul Sartre, como existencialista, no como maoísta, y a Albert Camus. Allí me encuentro en el año 71 con un movimiento estudiantil, bullicioso, masivo, asambleas, muchachos que se paraban en una tribuna a echar discursos. Eso me entusiasmó. Y se matricula ahí. ¿Cuándo se desencantó de eso? Ay… Es que no hay una fecha precisa. Estuve en esa emocionalidad revolucionaria más o menos seis o siete años, del 71 al 78, y empecé a desilusionarme poco a poco por el dogmatismo, el sectarismo… ¿Pero usted termina matriculándose en alguna otra escuela de pensamiento? Entré a la universidad en el 70 a hacer una ingeniería, me retiré, estuve trabajando en una fábrica, fui fundador de sindicatos, fui huelguista, y después volví a la universidad en el 78 a estudiar Historia. Pero ya ahí era menos activista. Ahí me acerqué a Gerardo Molina, le hice una biografía… Era un hombre socialista, muy respetable, muy decente; me hice amigo de él, y me orientó mucho en la vida. Me decía: ‘Darío, no se meta en política, que eso es horrible, eso es muy duro, dedíquese a la academia, que a usted le va mejor’. ¿Y le hizo caso? Le hice caso. ¿Cuándo me desencanté? Hacia finales de los ochenta, con la caída del Muro de Berlín; luego, la implosión de la Unión Soviética, el recambio en China hacia el capitalismo. Ahí empecé como a decir: ‘Esto no’. Me leí un texto muy iluminante, todavía lo recuerdo, de Eric Hobsbawm, un ensayo corto que se llamaba Adiós a todo aquello. La diferencia es que Hobsbawm más adelante volvió a lo de antes, y yo seguí profundizando mi distanciamiento. ¿Sintió que se le alejaban algunos amigos de tertulia? Sí, varios. Estaban en otro cuento. Me tocó vivir, pues, también en los años...

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