El ojo tuerto - 11 de Agosto de 2022 - El Tiempo - Noticias - VLEX 908559138

El ojo tuerto

Varias veces -tantas que ya me da hasta pena- he citado aquí una frase brillante y demoledora de George Orwell cuando peleó en la Guerra Civil española y al volver de ese infierno lo narró con detalle y repugnancia, sobre todo en un aspecto que para él era el peor de ese horror sin medida, y es que cada quien juzgaba allí las atrocidades que se daban y se multiplicaban, de lado y lado, según su inclinación política y afectiva. Obvio, se dirá, así ha sido siempre la vida, de eso se trata. Y es cierto. Pero lo que Orwell decía es que una de las peores consecuencias de esa guerra, uno de los puntos más bajos y brutales de su degradación, por no decir que su causa y su origen también, estaba justo en esa especie de enceguecimiento voluntario y maniqueo que hacía que los militantes y partidarios de cada bando vieran solo aquello que les convenía ver, lo demás no. "Lo que más me impresionaba entonces, y aún me impresiona, es que las atrocidades se reconocen o no se reconocen solo con base en la predilección política...", y añadía Orwell esa frase que tanto he puesto aquí, y estoy seguro de que lo seguiré haciendo porque me parece reveladora: "Todo el mundo cree en las atrocidades del enemigo y descree de las de su propio bando...". Esa es la frase, cómo no invocarla hasta el cansancio. Claro: en la Guerra Civil española, como en todas las guerras, había una disputa por eso que ahora llaman (traguemos grueso) ‘el relato’: la idea y la definición de quiénes están del ‘lado correcto de la historia’; quiénes son los buenos y los malos. Y también, como en todas las guerras, cada bando se sentía el verdadero y único intérprete de la razón y la justicia, la libertad, ese orden moral inobjetable en el que el enemigo era por naturaleza un ser despreciable. Se trata de una discusión histórica y filosófica fundamental, sin duda, y el caso de la Guerra Civil española es (y ha sido) uno de los más emblemáticos para darla con todas sus implicaciones y matices, porque la guerra lleva al límite las...

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