Otto Morales Benítez: el intelectual feliz - 25 de Mayo de 2015 - El Tiempo - Noticias - VLEX 570908670

Otto Morales Benítez: el intelectual feliz

Carlos Restrepo Cultura y Entretenimiento Hasta hace pocos años no era extraño ver bajando por la avenida circunvalar con calle 85, en el norte de Bogotá, con más de 90 años, a un gran hombre erguido de abrigo oscuro, sombrero y paraguas en la mano, caminando con paso firme y rápido rumbo a la carrera séptima para hacer alguna diligencia o dirigirse a su oficina de abogados, en el centro de la capital. Ese era uno de los rituales preferidos del intelectual y político Otto Morales Benítez, fallecido el sábado pasado, a los 94 años. En más de una ocasión, los amigos que lo reconocían detenían su vehículo y se ofrecían a llevarlo, pero él casi siempre les respondía, con la cortesía que lo caracterizaba, que prefería caminar, luego de soltar su inconfundible carcajada. “Desde hace unos años no lo dejábamos ya salir solo a la calle. Siempre lo acompañaba Rocío, su asistente de los últimos 19 años”, anota su hija Adela Morales, al recordar a ese padre especial que en los últimos días se fue apagando suavemente para dormirse por siempre en la madrugada del sábado, con una “muerte apacible, dulce y serena, con la certeza del deber cumplido”, como lo comentó ayer en este diario el expresidente Belisario Betancur, compañero de pupitre de Morales, en los años en que estudiaron Derecho en la Universidad Pontificia Bolivariana, de Medellín. Esa fuerza andariega y alegre, que caracterizó a Morales desde muy joven cuando recorría las montañas de su natal Riosucio (Caldas), donde nació el 7 de agosto de 1920, fue sin duda uno de los secretos de la vitalidad que le permitió a Morales ser testigo y protagonista atento de la historia de este país durante casi un siglo. De la mano de esa pasión por el ejercicio físico estuvo el intelectual que llevó a Morales a convertirse en uno de los pensadores más respetados y consultados del país. Desde presidentes de la República, pasando por académicos, hasta jóvenes alumnos solían llamar a la puerta de su casa, que con los años terminó inundada de libros hasta en los baños y pasillos, al igual que su oficina. “Otto no solo era un hombre que tenía la historia política de Colombia en la cabeza, sino que fue partícipe activo de ella. Pero a diferencia de algunos políticos, él era un humanista, un gran ser humano, un amigo, un gran conversador, un hombre con una gran carcajada que no solo contagiaba, sino que le enseñaba a uno cómo había que vivir la vida”, comenta la periodista Patricia Lara, quien cultivó una estrecha...

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