P + P + P = C - 16 de Febrero de 2020 - El Tiempo - Noticias - VLEX 840306481

P + P + P = C

Es la fórmula que describe la mengua de la democracia liberal: populismo más polarización más posverdad llevan al continuismo. El populismo no tiene nada de nuevo. En teoría, es la defensa del pueblo noble (el populus) de los abusos de las élites. En la práctica, es usado para describir fenómenos políticos muy diferentes -Donald Trump y Hugo Chávez, por ejemplo-. Por sí solo, es problemático. Cuando se junta con polarización y posverdad, su capacidad destructiva se multiplica. Un error común es suponer que el populismo es una ideología. Pero hay populistas que defienden la apertura económica y cultural al mundo y otros que son aislacionistas; unos que confían en el mercado y otros, en el Estado; los populistas ‘verdes’ que priorizan tal protección ambiental, mientras que los industrialistas favorecen el crecimiento económico, aun cuando contamine el ambiente. Hay populistas de todo tipo. La experiencia histórica muestra que el populismo no es una ideología, sino una estrategia más para tomar el poder y, de ser posible, no soltarlo. Esto último es lo más peligroso. Un país puede sobrevivir y recuperarse de un gobierno malo cuyas conductas populistas dañan la economía, estimulan la corrupción y debilitan la democracia. Pero mientras más se prolonga ese mal gobierno, más daño hace, más difícil es reemplazarlo y más larga y costosa es la recuperación del país. Venezuela, por ejemplo, pudo haber sobrevivido a un periodo presidencial de Chávez. Pero lo que devastó ese país, y está haciendo tan difícil su recuperación, son las dos décadas del mismo régimen inepto, corrupto y autocrático iniciado por Chávez y prolongado por Maduro. El continuismo es el enemigo por vencer. Vimos sus efectos en el Perú de Fujimori, en la Argentina de los Kirchner, el Brasil de Lula y Dilma, en la Bolivia de Evo Morales y la Nicaragua de los Ortega. Por supuesto que aferrarse al poder violando la Constitución, o cambiándola para alargar los periodos presidenciales, no es solo un fenómeno latinoamericano. Allí están la China de Xi Jinping, la Rusia de Putin, la Turquía de Erdogan y la Hungría de Orbán, por no mencionar la larga lista de longevos dictadores africanos. El populismo y la polarización hacen buena pareja. Es normal que en una democracia haya grupos antagónicos que compiten por el poder. De hecho, eso es sano. Pero en los últimos tiempos hemos visto cómo, en muchos países, esa sana competencia ha mutado en una nociva polarización que atenta contra la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR