Las palabras que se enredan en la lengua - 11 de Octubre de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 694620073

Las palabras que se enredan en la lengua

Ronny Suárez Redactor de Salud Nada más emocionante para los papás que ver a sus hijos comenzar a hablar. La primera palabra es, sin duda, un recuerdo eterno dentro de un proceso de aprendizaje que abarca los primeros años de vida y generalmente se extiende hasta el primer lustro. Y aunque todos los pequeños se desarrollan de forma diferente, expertos coinciden en que a los 6 años un niño debería haber incorporado a su lenguaje la mayoría del repertorio fonético y fonológico de la lengua española. Cuando, por el contrario, los menores ya están en esta edad y siguen evidenciando problemas de lenguaje y pronunciación, puede tratarse de una dislalia, como se conoce la alteración del habla que sufren algunos menores. La fonoaudióloga Adiela Marín explica que esta situación se produce cuando se altera algún sonido porque no hubo articulación entre el órgano que produce el fonema y el modo en que sale el aire de la boca. Se conoce como sigmatismo el problema con los fonemas que contienen ese; deltacismo, a los de la de, y rotacismo, a los de la ere. Marín afirma que este último es el más común porque la ere y la erre son los fonemas que necesitan más vibración de parte de la lengua. En Colombia, valga decir, no hay cifras oficiales sobre el alcance de esta condición, pero se calcula que de cada 100 colombianos con limitaciones, 13 muestran obstáculos permanentes al hablar, según el Dane. Las causas Las dislalias pueden producirse por tres causas, según explica Juan Guillermo Ávila, psicólogo clínico y director del diplomado de neurodesarrollo de la Universidad El Bosque. La primera de ellas son los problemas funcionales, que se refieren concretamente a las dificultades físicas de los niños para producir los fonemas, ya sea por falta de coordinación, resistencia, debilidad de las estructuras musculares o por fallas en la respiración; y se traducen en una mala colocación de la lengua o en los propios movimientos de la boca. La segunda causa puede ser de tipo orgánico, ya sea por malformación en órganos o por un problema de origen neurológico que es necesario identificar. Y la tercera, a un origen audiógeno; es decir, cuando los niños no son capaces de pronunciar bien por limitaciones en la audición. En cualquiera de los casos, manifiesta Ávila, hay que consultar para identificar rápidamente la causa y evitar que no repercuta tanto en el desarrollo del menor como en su desenvolvimiento social, pues –asegura el experto– esta condición puede ser...

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