Palangre: pesca infame que está destruyendo la riqueza marina del país - 3 de Enero de 2017 - El Tiempo - Noticias - VLEX 656655001

Palangre: pesca infame que está destruyendo la riqueza marina del país

El negocio para los barcos de la industria pesquera es que cuanto más cojan y más rápido lo cojan, mucho mejor. No importa que destruyan.

Juan Gossaín

Especial para EL TIEMPO

A la hora del crepúsculo, cuando el sol se hunde de cabeza para bañarse en el mar antes de echarse a dormir, voy caminando por el paseo peatonal que bordea la bahía de Cartagena. De repente, entre niñeras que empujan cochecitos y señoras que hacen gimnasia para bajar de peso, se me acerca un hombre que anda en patines y oye música con un audífono en cada oreja. –¿Usted sabe lo que está pasando con la pesca del palangre? –me pregunta, abriendo los brazos con desconsuelo. –Cómo voy a saberlo, si es la primera vez que oigo semejante palabra. Desde ese día me puse a averiguar. El palangre es un cable horizontal lleno de tiras, de las cuales cuelgan millares de anzuelos. Por terrible que parezca, la verdad es que el palangre mata todo lo que encuentra en su camino, sin hacer distingos, grande o pequeño, comestible o no, peces y pájaros marinos. En inglés se llama pelagic longline o línea larga marinera. Y largo sí es, por Dios bendito. Larguísimo. Se han visto algunos que miden hasta 160 kilómetros. El negocio para los barcos de la industria pesquera es que cuanto más cojan y más rápido lo cojan, mejor para ellos. No importa lo que destruyan. Sobre todo si es en mares extranjeros, como el caso colombiano, donde no hay autoridad que los controle. Su nombre en español es engañosamente sonoro. La palabra ‘palangre’ proviene de la lengua catalana y, en sus orígenes, servía para describir un negocio oportunista y solapado del que se obtenían grandes ganancias. Cómo será la cosa que en Venezuela terminaron diciéndole palangre al soborno que recibe un periodista por publicar determinada noticia. O por dejar de publicarla. De China y Japón El hombre de los patines y audífonos se llama Fernando Mogollón Vélez, un cartagenero de raigambre que ha dedicado su vida entera a la pesca y a trabajar en el mar. Después de largos meses sumergido en este tema inquietante, he venido a entender la dolorosa verdad: en el Caribe colombiano, desde La Guajira hasta las costas de Córdoba y Antioquia, pasando por islas y promontorios, la pesca industrial con palangre está acabando no solo con la riqueza marina, sino también con toda la naturaleza. La mayor parte de los grandes barcos que se dedican a esas actividades provienen de China y Japón. Obtienen unos permisos de las autoridades colombianas con...

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