¿Cómo parar en el Cauca la guerra de indígenas y finqueros? - 20 de Junio de 2018 - El Tiempo - Noticias - VLEX 729275445

¿Cómo parar en el Cauca la guerra de indígenas y finqueros?

especial para el tiempo - corinto, cauca

reportaje Salud Hernández-Mora

Ocurrió tal y como estaba previsto, nada se salió del libreto. Temprano en la mañana, el inspector de policía de Corinto, norte del Cauca, anunció el desalojo de la finca García Arriba, a tan solo veinte minutos del casco urbano, ordenado por su alcalde. Los indígenas acataron la resolución y abandonaron los cambuches y los sembradíos de pancoger sin oponer resistencia. Al rato, el dueño, Álvaro Saá, y dos de sus trabajadores, a bordo de tractores y protegidos por el Esmad y un pelotón del Ejército, destruyeron todo, incluidos los pequeños cultivos de tomate, yuca y maíz, para recuperar las tierras que integrantes del pueblo nasa habían invadido catorce meses atrás. Salvo por unos tiros de escopeta disparados desde una loma cercana que no dieron en ningún blanco, la labor completa transcurrió sin mayores contratiempos. A las 11 de la mañana de aquel sábado 19 de mayo los uniformados desaparecieron, los autores de los disparos fueron detenidos por soldados y retornó la calma, al menos en apariencia. Pasadas dos horas, a la 1 de la tarde, una decena de indios embravecidos irrumpió en la finca. Destrozaron la casa del administrador y se llevaron lo que hallaron a su paso, guadañas, fumigadoras, un motor… Muy cerca, en Miraflores, hacienda del ingenio Incauca, las autoridades intentaban sacar a otro nutrido grupo de nativos que ocupaba una parte de la propiedad. El plan inicial preveía llevar a cabo tres operativos simultáneos, pero la violenta resistencia que encontraron en Miraflores impidió que siguieran en la contigua Quebradaseca. “A mí me invadieron 60 hectáreas y a ellos, que son más grandes, unas doscientas”, explica Saá mientras muestra lo que quedó de la edificación, que no piensa de momento reconstruir por la falta de garantías. “Yo tenía claro lo que pasaría porque era el sexto desalojo. Siempre digo que lo más importante es que después de hacerlo nos den protección, pero quedamos solos y ya sabíamos lo que se venía con esos indios que estaban bravísimos, con razón desde su punto de vista. Ya nos habían advertido que tumbaban la casa. Los del Ejército dijeron que tenían orden de replegarse y que, además, no pueden hacer nada en esos casos contra los indígenas porque hay disparidad de fuerzas”. Después de los acontecimientos enviaron un pelotón a vigilar la finca en la que Saá solo mantiene a dos empleados. Se vio obligado a despedir al administrador y tres...

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